España padece ahora lo que en Málaga estuvimos demasiados años sufriendo: la ponzoña verborreica del coordinador general del PP, Elías Bendodo. El personaje en cuestión no duda en recurrir a la mentira y la manipulación más zafia para conseguir su objetivo, es decir, atenazar el poder cueste lo que cueste. La toxicidad que destila se desparrama ahora por toda España, cuya ciudadanía vuelve a asistir a esta contaminación a cuenta del atentado que PP y Vox quieren cometer en Doñana.
Bendodo acusa al Gobierno de articular "una campaña fake" para "manchar la imagen de Andalucía". Cuánta mentira e indignidad concentrada en tan pocas palabras. En primer lugar, porque no es el Gobierno únicamente quien ve un peligro medio ambiental en los planes de legalizar los regadíos ilegales de Doñana; lo hace también el grueso de la comunidad científica y la misma Unión Europea, que ya tiene armado su brazo sancionador para hacernos pagar. Así pagáramos millones y millones de euros a Bruselas, de nada serviría al ecosistema de este parque natural, cuya agresión seguirá produciéndose -salvo que se articule un cada vez más necesario '155 medio ambiental'-, mientras Juan Manuel Moreno Bonilla continúa disparando con pólvora del rey.
En segundo lugar, la desfachatez ilimitada de Bendodo le lleva a apropiarse de toda Andalucía. Pensar que lo que se mancha es la imagen de Andalucía y no únicamente de quien la quiera dañar, esto es, el PP, es otro ejercicio narcisista marca Bendodo. Ya le pasó con la ciudad de Málaga, de la que salió escaldado después de que el veterano alcalde y compañero de partido Francisco de la Torre le dejara claro durante varias legislaturas que mientras estuviera él, no tendría vía libre para la alcaldía.
Ahora, quien defiende planes que arruinan de manera irreparable a Andalucía, se victimiza apropiándose de ésta. Esta estrategia de la derecha es tan habitual como mezquina: si lo hacen con España en su conjunto -discriminando entre "españoles de bien" y de mal-, ¿cómo no caer en la tentación de hacerlo con una región específica? Lo hace proyectando en terceros lo que en realidad está haciendo él mismo, esto es, "inventando los datos, malinformando al conjunto de los españoles y de otras instituciones nacionales e internacionales".
Como ya hiciera en toda Málaga como coordinador del PP malagueño, la moralidad de Bendodo es tan líquida que cruza la frontera y se convierte en inmoralidad. No tiene límites a la hora de retorcer la realidad, de engañar al pueblo, con un tono grosero y faltón que ha convertido la política en una ciénaga en la que se mueve cómodamente. Tantas veces ha vendido su alma al diablo, pactando con lo más deletéreo del panorama político, que no le queda alma... quizás eso facilita aún más el despliegue de las peores artes en un escenario que, precisamente, habría de ser donde moviera lo más noble. No es su caso, más bien todo lo contrario.
Poner encima de la mesa el daño que PP y Vox quieren hacer a Doñana por un puñado de votos no es manchar la imagen de Andalucía; para esos menesteres ya tenemos al gobierno de Moreno Bonilla, que consume la región, la esquilma en esa visión cortoplacista de quienes promueven la riqueza de unos pocos a costa de la pobreza generalizada. En este caso, de la pobreza natural: lo vemos con los regadíos ilegales de Doñana o con los primeros incendios forestales esta campaña que evidencian que, un año después de la tragedia de Sierra Bermeja, el gobierno del PP no ha hecho absolutamente nada por limpiar y cuidar los montes. Podemos observarlo con la sequía, cómo ha mirado a otro lado durante años ante las fugas de miles de metros cúbicos de agua que se perdían o impulsando cultivos impropios, como el mango y el aguacate, que han llevado a regiones como la Axarquía malagueña al colapso hídrico.
La derecha y secuaces de la calaña de Bendodo son quienes no sólo perjudican la imagen de Andalucía, sino que parasitan a la región chupando lo mejor de esta maravillosa tierra, culpando después de ello a terceros. Málaga hace años que lo caló, y ahora, lamentablemente, es el turno para España. Ojalá ésta no pague el caro peaje que para hacerlo estamos pagando en el sur, donde dejó herederos de su misma condición.