Mientras asistimos estupefactos a la penúltima de Vox y su alter ego el PP (un derecho ficticio de padres y madres a cargarse sin pudor el derecho real y superior de sus hijos e hijas a una educación integral, igualitaria y basada en derechos constitucionales de la que ellos reniegan), se celebra en Davos el foro mundial de economía más relevante del año.
Allí, una vez más, se nos dirá que el capitalismo es igual a caca relativa, que aceptan su ineficacia; que hay que refundar ese sistema y que políticos, empresarios, multinacionales y otros actores participantes están dispuestos a tomarse en serio lo de la crisis climática, la igualdad de género y las demás, la lucha contra la explotación laboral, la equidad fiscal, la pobreza infantil, etc. etc. etc...
Pese a su peculiar idiosincrasia, España tiene muchos comunes denominadores con otros país, pero con una salvedad importante: un Gobierno que se dice "muy progresista" y que, de momento, lo parece por su hoja de ruta
Teniendo en cuenta que lo de la "refundación del capitalismo sobre las bases de la ética del esfuerzo y el trabajo" ya lo acuñó el expresidente de Francia Nicolas Sarkozy allá por 2008 y hemos ido cuesta abajo con el culo pelado por un neoliberalismo salvaje, del blindado encuentro de Davos debemos esperar lo mismo que del primer ministro de Australia, por ejemplo: Scott Morrison, mientras contempla desde su negacionismo climático a su país arrasado por el fuego (tras volver de unas vacaciones hawaianas tomadas en pleno desastre), se empeña en proteger al todopoderoso lobby del carbón que lo aupó al poder con la inestimable ayuda de Murdoch y su emporio de bulos. Al respecto, por cierto, recomiendo encarecidamente The loudest voice sobre la Fox News del magnate, cuyo grupo empresarial asalaria a nuestro incombustible Aznar con unos 300.000 dólares al año. Entenderán con esta serie magnífica el por qué Fox News es el equivalente a fake news y no solo en sus iniciales.
Cuecen habas, pues, en todas partes, no vayamos a creer ahora que España es mejor o peor que otros países. Pese a su peculiar idiosincrasia, nuestro país tiene muchos comunes denominadores con tantos otros, pero con una salvedad hoy reseñable, que no decisiva, y a la vista está con el veto parental a la educación de los retoños en Murcia, y veremos si también en Andalucía y Madrid. Hoy, en España, una pequeña parte de la cuota de poder la ostenta un Ejecutivo sin precedentes en la democracia postfranquista, un Gobierno de coalición que se dice "progresista" y así podría llamársele a tenor de su programa, teórico de momento.
Un sistema laboral digno en todos y cada uno de los eslabones de su cadena de funcionamiento es la base de un Estado del bienestar
El presidente de este Gobierno PSOE-Unidas Podemos, Pedro Sánchez, estará también en Davos, y tiene dos opciones: o pasar desapercibido con un discurso al uso del tipo, como he dicho antes, "capitalismo = caca reconducible" o aferrarse a informes como el que Oxfam Internacional ha presentado, precisamente, para esta cumbre de egos empresariales y políticos en la que, si no estás, eres un cero a la izquierda global. Y ojo, porque puedes serlo, aunque vayas, pero si no te invitan, directamente no existes para los cortadores (mayoría masculina, por supuesto) del bacalao mundial.
Sánchez puede entrar en la ortodoxia y salir sin más brillo o sacar pecho con un Gobierno inédito en España y Europa que, como mínimo, va a intentar cambiar las cosas y demostrar que hay formas de poder que distribuyen los recursos por igual sin necesidad de arrasar el ecosistema, que convierten el trabajo en un ingrediente más de dignificación de la vida y no de empobrecimiento, explotación o esclavitud. También un poder que cuida a quienes cuidan.
Es indecente pagar al presidente de una multinacional beneficios millonarios cuando parte de éstos salen de un trabajo de cuidados al que se niega su salario, pues ni se le considera trabajo
¿" Que cuida a quienes cuidan"? Efectivamente, ahí quería yo llegar, a la base de un sistema laboral cada vez más precarizado y que se enriquece con eso y con la ausencia de remuneración de los cuidados, asumidos con absoluta normalidad y por los siglos de los siglos muy mayoritariamente por mujeres. Decía mi amigo el psiquiatra Paco Pereña, en una comida que compartimos en casa, que si los cuidados de hijos y dependientes familiares -imprescindibles para que funcione la mal llamada cadena laboral- fueran remunerados como corresponde a una sociedad equilibrada y justa, el sistema se vendría abajo. Y después de leer el informe de Oxfam Internacional para Davos, y aunque algunos datos menos concretos había leído, tengo que dar la razón a Paco de la A a la Z.
Veamos. Según la citada ONG el valor económico del trabajo de los cuidados que no se remunera o, en el mejor de los casos, se paga muy precariamente; ese trabajo de cuidados sin cobrar que permite a otros trabajar para el sistema equivale a 9,76 billones (con B) de euros en el mundo o 10,8 billones de dólares. Un chollazo.
Sánchez puede entrar en la ortodoxia de los popes de Davos y salir sin brillo o sacar pecho con un Gobierno inédito en España y Europa que puede cambiar el rumbo de la gente desesperada
Pero hay más: en España, según un estudio de la socióloga Marta Domínguez (investigadora en el Instituto de Estudios Políticos de París Sciences Po) recogido por Newtral, el sistema laboral se está ahorrando 426.372 millones de euros. Mientras, la contabilidad económica oficial hace como si ese coste no existiera; como si mantener justamente a una sociedad en todas sus facetas laborales, incluidas las de los cuidados, no contara o fuera nada más que un sacrificio católico para ganarse el cielo. Algo de eso hay también en esta España impregnada de incienso y vestida de sotana, pero ésa es otra parte de la historia y hasta de la Historia.
Un sistema laboral digno en toda la enorme dimensión que garantiza su funcionamiento; en todos y cada uno de los eslabones de su cadena, es la base de un Estado del bienestar que quiere garantizar la educación y la sanidad públicas, las pensiones dignas, la atención a los dependientes y un medioambiente sano. Es indecente pagar al presidente de una multinacional beneficios millonarios cuando parte de éstos salen de un trabajo de cuidados al que se niega su salario en equivalencia al resto de empleos o en su totalidad, pues ni se le considera trabajo.
En Davos pueden decir misa los del capitalismo-neoliberalismo-caca, pero el presidente de un ambicioso Gobierno de coalición "progresista" que quiere ser referencia europea y hasta global debe enmendar incluso, a Clinton y a su genial asesor Carville, para concluir de una vez por todas: "Es la justicia social, estúpido".
Comentarios
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