Dominio público

Biden y su estrategia de “esperar en la puerta de tu casa a ver pasar el cadáver de tu enemigo”

Roberto Montoya

Periodista y escritor

El candidato del Partido Demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, en un acto de campaña en in Wilmington (Delaware). REUTERS/Jonathan Ernst
El candidato del Partido Demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, en un acto de campaña en in Wilmington (Delaware). REUTERS/Jonathan Ernst

La paciencia de Joe Biden ya estaba poniendo impacientes a la mayoría de sus seguidores. Desde que en abril pasado Bernie Sanders tiró la toalla en las primarias demócratas para elegir el candidato presidencial Biden se convirtió de facto en el candidato oficial.

Sin embargo, la aparente pasividad de Biden frente al cúmulo de aberraciones cometidas por Donald Trump durante este tiempo en la gestión del Covid-19 terminó por enervar a muchos. "¿Qué está haciendo Biden, por qué no contesta, por qué no convoca ruedas de prensa periódicas para dejar a Trump en evidencia y mostrar que los demócratas tienen alternativas"?.

Si la inexplicable pasividad de Ángel Gabilondo frente a la lamentable gestión de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid fue -y sigue siendo- comentario obligado e indignación entre muchos de sus compañeros y el electorado socialista, cómo no iba a provocar desesperación en EEUU la ausencia del candidato demócrata ante las locuras del presidente más delirante que ha tenido nunca EEUU.

Varios analistas ya dijeron en su momento que Joe Biden esperaba que Trump se quemara por sí mismo, que cayera como fruta madura del árbol y se pudriera en el suelo. Que solo era cuestión de tiempo.

El proverbio oriental -chino para unos, árabe para otros- "siéntate en la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo" parece ajustarse exactamente a la estrategia que ha venido siguiendo Biden estos últimos meses.

Exasperó a la comunidad afroamericana -que vota mayoritariamente demócrata- por su suave reacción tras el asesinato de George Floyd en manos de un policía en mayo pasado en Mineápolis y la exasperó aún más al escuchar sus desafortunadas declaraciones cuando la policía desató una brutal represión contra las protestas del movimiento Black Lives Matter.

"Ante alguien desarmado, la Policía debería disparar a las piernas en vez de al corazón", dijo Biden en la iglesia Bethel AME en Wilmington, Delaware, el pasado 2 de junio, ante desconcertados líderes afroamericanos.

Pero Biden persistió en su estrategia. Frente a un presidente intolerante, caprichoso, autoritario, imprevisible, el equipo de campaña de Biden quiso presentarlo como un 'moderado', un hombre estable, sensato y previsible.

La 'moderación' y el 'centrismo' tan extremo que caracteriza la campaña electoral -virtual- de Biden pareciera empezar a darle resultado. Su bajo perfil en los medios de comunicación y redes sociales y la virulencia del Covid-19 en EEUU que lo tapa todo le han dado un respiro en un momento clave de su campaña electoral.

Ha logrado que las acusaciones de varias mujeres contra él por acoso no aparezcan en las portadas de los medios; que tampoco se hable del Ucraniagate, el caso de corrupción en la que se vio envuelto en Ucrania junto a su hijo Hunter cuando era vicepresidente de Obama, ni se hable de sus contradictorias posturas frente a la comunidad afroamericana y los abusos policiales.

"La estrategia de la gran tienda de Biden parece estar funcionando", escribía el pasado 1 de agosto John Cassidy en The New Yorker.

Contentar al electorado de izquierda y de derecha

El equipo de Biden hace malabarismo día tras día.

Necesita a los millones de seguidores de Sanders, por lo que negocia con su izquierda -y le hace pequeñas concesiones- pero, al mismo tiempo tranquiliza al 'establishment' del Partido Demócrata asegurándole que nada va a cambiar, y hasta consigue apoyos de los republicanos críticos de Trump que se han agrupado en el llamado Lincoln Project, que al igual que Never Trump hacen campaña a favor de Biden.

Biden juega a muchas bandas a la vez.

Por un lado, esa suerte de 'bonapartismo' a la estadounidense del candidato oficioso demócrata desespera al ala izquierda del Partido Demócrata y a los seguidores de Sanders, movimientos sociales y a todos y todas a quienes

convoca hoy día Black Lives Matter.

A pesar de ello, después de que el senador por Vermont abandonara la carrera electoral y pidiera el voto por Biden, todo este sector progresista se quedó sin alternativa electoral.

Michelle Cottle lo decía días atrás en The New York Times: "La base activista del Partido Demócrata, especialmente sus miembros más jóvenes, alberga serias dudas sobre Biden y ha prometido mantener la presión mientras traza un camino a seguir".

Los progresistas pretenden evitar que el programa electoral del Partido Demócrata refleje simplemente una "vuelta a la normalidad".

No quieren esa normalidad de antes de que se desatara la pandemia del Covid-19, y el equipo de Bernie Sanders intenta evitarlo en las reuniones de los equipos de trabajo conjuntos que vienen manteniendo con la gente de Biden desde hace meses.

Según Cottle la izquierda está preocupada por algunos de los nombres que se empiezan a filtrar del equipo de asesores económicos de claro corte neoliberal con los que trabaja Biden, como Lawrence Summers o Rahm Emanuel.

Buena parte de los asesores políticos con los que cuenta el candidato demócrata, tanto para política nacional como para política exterior, han trabajado durante los gobiernos de Bill Clinton o Barack Obama, o han asesorado a Hillary Clinton durante su campaña electoral de 2016.

Y el cerebro principal de la campaña electoral actual es un 'moderado' que lleva cuarenta años trabajando con Biden, Mike Donilon.

A pesar de que el perfil de este amplísimo grupo de asesores de Biden parece elegido simplemente para una 'vuelta a la normalidad' y no para un verdadero cambio en Estados Unidos como pretende la izquierda, no ha dejado de hacer algún guiño a las fuerzas progresistas para conseguir su voto.

Días atrás dijo en un mitin de campaña en Delaware algo que no pasó desapercibido para nadie que estuviera atento al uso calculado de las palabras en sus discursos : "En estas próximas elecciones no se trata solo de votar contra Donald Trump. Se trata de superar este momento de crisis, pero también de comprender las luchas de las personas, y construir un futuro digno de su coraje y su ambición de superación".

El simple hecho de decir que "no se trata solo de votar contra Trump", parecía mostrar un cambio.

Así lo quisieron interpretar algunos medios progresistas, aunque puede ser también una de esas tantas palabras muy calculadas por sus asesores para insinuar sin decir, sin comprometerse en realidad con nada.

Biden ha asumido como propias -de forma solo parcial- algunas de las propuestas de Sanders sobre la sanidad, las matrículas universitarias, sobre el cambio climático -promete una nueva red eléctrica de cero emisiones para 2035- y otras, pero sin llegar en cualquier caso a reivindicar el Medicare for All, el Green New Deal o la prohibición del fracking.

La pésima gestión de la pandemia por parte de Trump, la dura crisis económica actual y el intento ahora del presidente  por aplazar las elecciones tras constatar la ventaja que le lleva Biden en las encuestas, está provocando serias turbulencias en el Partido Republicano.

A escasos tres meses de las elecciones Joe Biden tiene por primera vez desde que empezó la larga campaña electoral una posibilidad real de ganar las elecciones.

Si así fuera Donald Trump se convertiría en el quinto presidente desde inicios del siglo XX en no lograr su reelección.

Sólo le sucedió a los republicanos Herbert Hoover en 1932; a Richard Nixon en 1976; al demócrata Jimmy Carter en 1980 y al republicano George Bush senior en 1992.

Biden, con 77 años, sabe que esta es su última oportunidad como candidato, y sabe también que aún ganando las elecciones, sería casi imposible que se pudiera presentar a un segundo mandato. Es su última gran batalla política.

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