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El día en que Feijóo se convirtió en Albert Rivera

Sato Díaz

Jefe de Política de 'Público'

El día en que Feijóo se convirtió en Albert Rivera
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, en la inauguración de la ronda de convenciones sectoriales del PP. David Sorrakino / Europa Press
21/10/2022

Quizás quien lea este artículo sea demasiado joven y ya no recuerde quién fue Albert Rivera. Cierto es que su legado político ya casi ha desaparecido. Y es que hace ya tres años desde que el fundador de Ciudadanos pegó la espantada tras estrellarse contra un suelo naranja en las elecciones de noviembre del 2019.

Rivera creció políticamente tonteando con la derecha más extrema; vio la oportunidad haciéndose pasar por centrista y le fue bien; se creyó capaz de convertirse en el líder de una derecha dividida en tres (PP, Cs y Vox) y se enrolló con una derecha mediática madrileña que ya nunca le permitiría disimular volver al centro. Pactó con el diablo, como Al Pacino. En la repetición electoral de 2019, el votante diestro tenía tres papeletas y tres líderes difíciles de distinguir.

Rivera pudo ser Macron, anheló ser Le Pen. Despechó la oportunidad de gobernar con el PSOE, bloqueó la gobernabilidad. Desmemoriado Rivera, no fue capaz de recordar que el destino diseñado para Ciudadanos era evitar que Podemos y los comunistas llegaran al Gobierno, lo que terminó pasando al rechazar este un pacto con Pedro Sánchez. Olvidó, en definitiva, que un día, allá por el verano del 2014, el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, proponía, a tal efecto, en una conferencia del Círculo de Empresarios, la creación de "un Podemos de derechas".

"La banda de Sánchez", fue el eslogan preferido del que fuera líder de Ciudadanos antes de desaparecer del mapa. Lo repetía allá por donde iba para referirse al PSOE y aliados de gobierno (Unidas Podemos) y parlamentarios (ERC, PNV, EH Bildu, Compromís...). Esa "banda de Sánchez" de Rivera suena muy parecido a "este PSOE", en contraposición a ese "otro PSOE" con el que llegará a pactos en un futuro "este PP" de Alberto Núñez Feijóo. Con este PSOE, el de Sánchez, el gallego no quiere cuentas. Y eso que, cuando se coronó en Sevilla, el pasado 2 abril, asumiendo el liderazgo estatal del PP, asumía que había que forjar pactos de Estado.

Feijóo aterrizó en Madrid con el traje de moderado, el atrezo de hombre de Estado y la cadencia de dialogante y comprensivo. Pese a sus múltiples meteduras de pata, que marcan el compás de su oratoria, el expresidente de la Xunta ha gozado de un impulso que le ha convertido en el líder indiscutible en la mayoría de las encuestas. Ha sido bien tratado por espectro mediático madrileño, Rivera fue el niño bonito de este club. Si bien es cierto que, el presidente del PP, según ha publicado este periódico, allanó su llegada a la jungla de Madrid con sustanciosos contratos con cabeceras, programas y emisoras, un 'modus operandi' que no debía de funcionarle mal del todo en Galicia.

Feijóo, como Rivera, como Al Pacino, puede haber pactado con el diablo si, como la cronología de los hechos sugiere, las presiones de algunos influyentes comunicadores de la capital hubieran doblegado su intención de acordar con el Gobierno la renovación del caducado, durante casi cuatro años, Consejo General del Poder Judicial. Cuando el depredador huele la sangre, la presa no tiene escapatoria; cuando el matón presiente el miedo, se crece.

Y es que, si Feijóo pudo habitar con connivencia con el espectro mediático gallego, quien parte y reparte el bacalao en Madrid no es otra que Isabel Díaz Ayuso. La presidenta madrileña publicaba un tuit el pasado jueves, horas antes de que se fuera al garete el casi firmado acuerdo para renovar el órgano de gobierno de la judicatura, desde Galicia, precisamente desde Galicia. Sin decir nada, Ayuso decía mucho: "No al nacionalismo, a los indultos y a los terroristas en la calle. Sí a la democracia, la libertad y la ley". En Madrid, la ministra María Jesús Montero, de Hacienda, defendía los Presupuestos en el Congreso y reafirmaba el compromiso del presidente del Gobierno con la reforma del delito de sedición.

La portada de El Mundo de la mañana señalaba el camino: 'Pacto Inminente del CGPJ. El PP teme la reacción de "la derecha política, judicial y mediática"'. Por la mañana, desde las ondas de EsRadio, el presentador Federico Jiménez de Losantos cargaba contra "este PP". La "derecha política, judicial y mediática" del titular de El Mundo prefiere un CGPJ muerto a progresista; está a favor del incumplimiento constitucional y el deterioro institucional con tal de desgastar a un Gobierno que se vuelve a recuperar en los sondeos. La reforma del delito de sedición, la excusa perfecta, Catalunya.

Otra vez Catalunya, como Rivera, como Casado, como Abascal, como Feijóo. La derecha española siempre regresa al nacionalismo como argumento y pegamento. Argumento para repetir una y otra vez desde sus medios; pegamento para unir al bloque cuando se intuyen fisuras. Y Feijóo ya ha dado un paso que se corrige a sí mismo, al símbolo que había conseguido construir al frente del PP. Tendrá difícil disimular volver al centro, como Rivera, que pactó con el diablo. Cuando la presa huele la sangre...

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