El PSOE no acepta las enmiendas a su propuesta de reforma de la ley del solo sí es sí, ni las de su socio de Gobierno, Unidas Podemos, ni las de dos de sus socios de investidura, la izquierda independentista de ERC y Bildu, que aun siendo similares, no son exactamente iguales pero mantienen la esencia de la ley del Gobierno: no tocar el consentimiento como tal, como mucho, en el caso de catalanes y vascos, entrar más en el detalle.
La posición de los socialistas es incomprensible desde el punto de vista político, por un lado, porque la ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual es una norma de todo el Gobierno que fue celebrada desde su presidente, Pedro Sánchez, hasta el Ministerio de Igualdad de Irene Montero, pasando por el de Justicia, entonces dirigido por el magistrado Juan Carlos Campo. Y fue celebrada porque realmente es una ley revolucionaria, no solo desde los puntos de vista político y jurídico, sino cultural en toda la amplitud, complejidad y transversalidad de lo que supone la libertad sexual de todas las mujeres: nadie puede disponer de mi cuerpo si yo no quiero; de nada, de todo o de parte, solo lo que a nosotras nos dé la gana. Solo sí es sí.
Por otro lado, la Fiscalía General del Estado ya se ha pronunciado a favor de la ley de manera rotunda: se recurrirán las reducciones de condena porque la ley no se está aplicando en la forma en que fue concebida por el legislador. ¿Fallo de este? Sin duda, habría que haber previsto -y se avisó desde distintos frentes- que esto pasaría; en eso hay acuerdo en el Ejecutivo y con los socios parlamentarios, y frustración e impotencia por la víctimas. Unidas Podemos, ERC y Bildu admiten el fallo sin titubeos al presentar propuestas, como el PSOE, aunque no en la misma línea, pues los socialistas invaden de nuevo el terreno del consentimiento, la joya de la corona, asemejando su propuesta más al Código anterior que a la ley actual; pero también, acercándose más al PP, que está dispuesto a apoyar la reforma del PSOE, aunque ha presentado su propia idea de cambio, por supuesto, en la línea del retroceso: más cuestionamiento y el peso de la duda sobre la víctima, que debe demostrar su inocencia. Otra vez. Ya se lo dijo en 2019 Cayetana Álvarez de Toledo (PP) al PSOE, representado por María Jesús Montero en un debate electoral: "¿De verdad van ustedes diciendo 'sí, sí, sí ...' hasta el final?".
El PP no entiende lo del consentimiento, o no lo quiere entender; y llevan la de ganar en el corto y medio plazo: no se ha hecho pedagogía suficiente con esta ley. Saliendo de los ámbitos más especializados y centrados en el debate feminista, no se ve ni se entiende la dimensión de esta norma, que, insisto, va mucho más allá de su efecto en las investigaciones y los juicios contra los delitos sexuales. De un PP entregado a Vox, al que reconoce ya abiertamente como aliado imprescindible de posibles gobiernos, poco más se puede esperar. Pero ¿y el PSOE? ¿De verdad va a cambiar el apoyo de sus socios de Gobierno y de sus socios de investidura por el del aliado de la ultraderecha negacionista del feminismo y su lucha?. La reforma similar de Unidas Podemos, por un lado, y ERC y Bildu, por otro, es el camino a emprender si los socialistas quieren realmente avanzar en la libertad sexual de las mujeres; y mienten, además, cuando dicen que la del PSOE es la propuesta es la que resuelve las reducciones de penas. Solo los recursos van en esa dirección y ni la reforma socialista ni las de UP, ERC y Bildu resuelven las contradicciones entre los propios jueces, seres humanos imperfectos, valga la redundancia.
Si el PSOE quiere ir de la mano del PP por pura estrategia electoral ("Sí, sí, sí ... hasta el final"), para tranquilizar a sus barones más temerosos de la (ultra)derecha y su cohorte sensacionalista en plena campaña electoral de autonómicas y municipales, adelante, díganlo, pero no traten de decirnos que "sí, sí, sí ...", que tienen la razón, porque solo disponen de ella si quieren retroceder, volver a lo anterior, con el foco puesto otra vez sobre las víctimas; ese infierno probatorio de presunta culpabilidad por llevar la falda corta, por no resistirse o por abrir las piernas sin dudar para que no te maten.
Ya nos enseñaron a las mujeres durante toda la vida, a lo largo de la Historia, que "el camino del progreso no es ni rápido ni fácil" (Marie Curie), pero si encima lo afrontamos con cobardía cuando podemos abordarlo, va a resultar imposible.
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