Dominio público

De Massachusets a Moscú, vía Kiev: los papeles del Pentágono y sus confirmaciones

Ruth Ferrero Turrión

Profesora de Ciencia Política y Estudios Europeos en la UCM

La filtración de más de 350 documentos procedentes de la inteligencia norteamericana en relación con la guerra en Ucrania está generando un auténtico terremoto en términos informativos, pero, sobre todo, en términos políticos. Sus consecuencias más inmediatas ya se han empezado a sentir con el anuncio por parte del primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, de que la contraofensiva de primavera pasará a verano.

Si durante los primeros momentos se especuló con que estos documentos pudieran no ser auténticos, lo cierto es que las reacciones de los mandatarios norteamericanos y, especialmente, de los ucranianos, rápidamente mostraron la veracidad de los documentos. Su rostro era un auténtico poema. Toda la planificación había quedado al descubierto como consecuencia de las ínfulas de grandeza de un chaval de 21 años que alardeaba de su trabajo ante sus colegas mientras jugaba al Minecraft que, probablemente no era ni consciente de lo que se estaba haciendo. Qué paradoja que la principal potencia global tenga estos agujeros de seguridad, ni más ni menos que en sus servicios de inteligencia y en pleno conflicto bélico de la trascendencia global del ucraniano.

Con esta filtración han quedado en evidencia varias cuestiones. Así, por un lado, han quedado al descubierto datos que corroboraban informaciones periodísticas que había ido apareciendo con cuentagotas. Este es el caso del despliegue de soldados de fuerzas especiales de Estados miembros de la OTAN en territorio ucraniano, aunque bien es verdad que no se desvelan abiertamente sus funciones, bien pudieran ser estas de infiltración y control, quizás de combate, si bien el número que ha trascendido no es especialmente elevado. Se estaría hablando de, en torno, a un centenar de soldados de distintas nacionalidades. Sin embargo, lo relevante aquí no es tanto el número de soldados, sino su mera presencia con todas sus derivadas. Otras cuestiones también desveladas, como la escasez de munición por parte de Ucrania, las dudas en relación con la capacidad real de las tropas ucranianas para poner en marcha una contraofensiva con visos de éxito o la infiltración en la inteligencia y el Ejército rusos eran especulaciones que ya estaban flotando en el ambiente y que, de hecho se venían confirmando de un tiempo a esta parte.

De este modo, a mi entender, el impacto mayor de toda esta filtración y el que puede tener una mayor repercusión en el marco de los países situados en torno a la OTAN es, de un lado, el ingente daño reputacional que se ha autoinflingido EEUU, por otro, el cuestionamiento, mayor aún del que algunos ya veníamos denunciando, del relato dominante en la esfera pública occidental. Aquel que plantea que esta guerra está acotada al enfrentamiento entre rusos y ucranianos como consecuencia de una guerra de expansión imperial rusa en la que ningún otro actor, más allá de Rusia y Ucrania estaría involucrada. A pesar incluso de que la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock o el propio Alto Representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, han reiterado en varias ocasiones que nos encontramos en una guerra contra Rusia, el sesgo de confirmación que dejan tras de sí estas filtraciones no deja lugar a dudas de que esto es, efectivamente así. De este modo, el relato que sale reforzado es que el que mantiene que lo que se está viviendo en el territorio de Ucrania es una guerra por delegación o proxy en la que se encuentran involucrados países como EEUU y el Reino Unido más allá del envío de armamento y financiación. Y esto, desde luego, le hace un flaco favor a la cohesión del bloque en su conjunto.

Por otro lado, estas filtraciones, también corroboran otras sospechas, esta vez en el bloque contrario. Así, también han quedado de manifiesto las discrepancias internas entre los mandos políticos y militares rusos al mas alto nivel, algo que, de nuevo, también se venía sospechando desde hace tiempo.

En esta tesitura, dónde ambos bloques quedan expuestos a sus vulnerabilidades, la política que se observa se está siguiendo es la de la minimización de los daños en la medida de lo posible. Por un lado, haciendo que caiga todo la atención mediática sobre el muchacho que filtró los datos y restando relevancia a la información filtrada con la esperanza de que no todos las "fuentes" queden al descubierto; por otro, tratando de que la opinión pública rusa quede en un limbo de ignorancia ante lo que sucede entre las paredes del Kremlin.

Si algo demuestra este episodio es el enorme margen de incertidumbre sobre el que se mueve esta guerra donde el simple aleteo de una mariposa fanfarrona en Massachusets impacta de manera directa en el desarrollo de una guerra en la que aumente el riesgo de escalada por minutos.

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