Sin secretaria y sin coche oficial, José Luis Ábalos ya habita el Grupo Mixto del Congreso. Eso cuando le queda algo de tiempo, ya que el exministro socialista de Transportes pasa la mayor parte de sus días en platós de televisión y estudios de radio. Una maratón constante de entrevistas que hacen que el que fuera bastón de mando de Pedro Sánchez sea víctima de sus propias contradicciones e incoherencias sobre el 'caso Koldo'. A tenor de sus palabras y comportamientos, así como de lo que se va conociendo por la investigación sumaria y por las publicaciones periodísticas, no hay uno, sino muchos Ábalos.
Si quiere, por ejemplo que Ábalos sea un monje benedictino, pase a la página 23.
PÁGINA 23-El pasado 27 de febrero, poco antes de los telediarios del mediodía, el todavía diputado socialista comparecía en la sala de prensa del Congreso de los Diputados. Desde el atril, y sin permitir preguntas de los periodistas, pronunció un emotivo discurso de casi 25 minutos de duración. Tras más de cuatro décadas de militancia, Ábalos dejaba el Grupo Socialista, lo que suponía su expulsión del PSOE. Se aferraba a su acta de diputado, se abonaba al transfuguismo, porque puede hacerlo. Y desde el gallinero del hemiciclo se dedicará a la contemplación, como buen monje de la orden de San Benito, y asegura que no votará contrario al Gobierno y que limitará su actividad parlamentaria para no interferir en los intereses del resto del Grupo Mixto. Una vida monástica, que le permita mantener trabajo (poco) y sueldo y aforamiento. Hacer de la Cámara Baja una suerte de abadía de Montecassino desde donde soportar, con estoicismo, las bofetadas de la vida para salvar su honra, para recuperar la fe.
Algo así pretendía transmitir Ábalos en su famosa despedida del PSOE del pasado martes. Una victimización que causó conmoción en buena parte del público y de sus excompañeros socialistas. El estoico, pronunciaba, con voz ronca y afligida: "No puedo rendirme. Tengo que defenderme a todos los niveles. Por mí y para evitar que toda la estrategia de la derecha arrolle ciertas posiciones acomplejadas de la izquierda. No tengo a nadie detrás. Me enfrento a todo el poder político, de una parte y de otra. Y lo tengo que hacer solo". Solo y en silencio benedictino, como los monjes durante las comidas y las cenas, mientras escuchan al prior que lee pasajes religiosos; silencio en búsqueda de la fe y de la verdad, una verdad que, según sus palabras, deberían llevar a la demostración de su inocencia.
Sin embargo, si cree que Ábalos estaba implicado en el 'caso Koldo' y que acabará imputado, puede pasar a la página 45.
PAGINA 45-. La contundencia con la que actuaba el PSOE en los primeros compases desde que salió a la luz el 'caso Koldo' llamaba la atención. El partido reclamaba el acta de diputado, cuando este no aparecía en el sumario como imputado, a un peso pesado del partido como Ábalos (exsecretario de organización, exministro, una de las personas de máxima confianza de Sánchez en su regreso a la Secretaría General, portavoz socialista en la moción de censura a Mariano Rajoy...). Todo hacía presagiar que era una estrategia de Ferraz para establecer un claro cortafuegos contra la corrupción y distanciarse del PP. Cualquier mácula, rápidamente era limpiada por el PSOE, que no solo reaccionaba ante las responsabilidades judiciales, sino también ante las políticas, a diferencia de lo que había hecho el PP. La responsabilidad política de Ábalos versa en que hubo confiado en Koldo García como su asesor durante su tiempo en el ministerio.
Esta semana, el diario El Mundo publicaba la foto de un encuentro el 10 de enero en la marisquería La Chalana, en los aledaños del estadio Santiago Bernabéu de Madrid, entre Ábalos y García. En su periplo por los medios de comunicación, el que fuera número 3 del PSOE también se sentó en el chéster de Todo es mentira, el programa de Risto Mejide en Cuatro. Una surrealista entrevista que llevaría al presentador a solicitarle al político leer la conversación privada de whatsapp de este último y Koldo García. "Deja algo para los tribunales", responde Ábalos. ¿Está el exsocialista dando por hecho que terminará imputado en la causa de las mascarillas? ¿Da por hecho ya la intervención de su teléfono?
Si cree que Ábalos será una estrella de las tertulias de los medios de derechas, pase a la página 101.
PÁGINA 101-. José Luis Ábalos se maneja con soltura en televisión, viene siendo colaborador habitual del programa vespertino de Mejide en Mediaset desde hace unas cuantas temporadas. El valenciano no se achanta ante las cámaras y tiene la capacidad de hablar con sorna e ironía. Desde que dejó el Grupo Parlamentario Socialista de la Carrera de San Jerónimo este martes, no ha parado de conceder entrevistas a diversos medios de comunicación de tendencia ideológica dispar. Ha convertido su despedida en un espectáculo, un culebrón que va más allá de la política y que tiene todos los ingredientes para triunfar en prime time: mascarillas en pandemia, pesos pesados de la política, un personaje atípico como Koldo García y otro con mucha personalidad, como el propio Ábalos.
Si la relación entre Ábalos y el PSOE sigue deteriorándose con el paso del tiempo, en las filas socialistas temen que use la información que tiene sobre el partido y sus integrantes (recordemos, fue secretario de organización) para embarrar la acción política de Ferraz. Pero hay quien va más allá y asegura, en los pasillos y corrillos del Congreso, que si Ábalos da rienda suelta a su lengua creativa y convierte su ruptura con los socialistas en su leitmotiv, podría ser un exsocialista de esos que se pasan al adversario y se alían con los medios de derechas y ultraderechas para criticar las medidas del Gobierno y los pasos del PSOE. Otra gente que le conoce lo ve imposible, dice que no, que ideológicamente Ábalos (formado también en las filas del PCE durante la Transición) nunca haría ese viraje. Váyanse ustedes a saber...
Comentarios
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