Dominio público

Don Emiliano, perenne solidario

Sergi Sol

Periodista

 

Emiliano García-Page. Imagen de archivo. Víctor Fernández / Europa Press
Emiliano García-Page. Imagen de archivo.
Víctor Fernández / Europa Press

Emiliano García-Page podría asemejarse al prototipo de nacionalista español, de antaño y de claro sesgo anticatalanist aunque igual se ajustaría más a los hechos el gentilicio para definir sus filias y, sobre todo, sus fobias. Debería ser incompatible llamarse socialista y proferir discursos que rallan lo xenófobo. Como debería ser incompatible denunciar privilegios cuando eres un privilegiado. Como sería de sentido común no alinearte sistemáticamente con la derecha si presuntamente militas en la izquierda. O ser de un partido y bailar el agua a otro.

El último órdago de Don Emiliano a su partido, al PSOE, ha sido a cuenta de la remota posibilidad de que Salvador Illa alcance la Presidencia de la Generalitat pactando con Esquerra Republicana de Catalunya, pacto que sí desea Pedro Sánchez y por supuesto, el PSC. Y está en su derecho. Lo discutible es que lo haga mintiendo y con un discurso que estigmatiza Catalunya con los cínicos tópicos de siempre a cuenta del dinero.

Denuncia Don Emiliano los privilegios cuando preside una comunidad que recibe más de lo que aporta a la caja común mientras arremete contra una que aporta más de lo que recibe. ¿Cuál es el privilegio pues? ¿Por qué se denuncia la singularidad cuando las singularidades son la norma? ¿O no es singular el Amejoramiento del Fuero en Navarra? Y España no se ha roto. ¿O no es singular el Concierto Económico Vasco? ¿O no es singular y específico el régimen fiscal en Canarias? ¿O no es una singularidad el PER andaluz? ¿O no es singular la capitalidad de Madrid con todo lo que entraña?

¿Son esas singularidades, privilegios? Pues depende de cómo se mire. Pero lo cierto es que convivimos con ello desde hace más de cuarenta años. Y por supuesto que España no se ha roto. Por el contrario, Catalunya ni tiene concierto, ni Amejoramiento, ni PER, ni trato fiscal específico, ni PER, ni Barcelona es capital de nada y de nada se beneficia por esa condición. Lo que sí se da en Catalunya es una ejecución presupuestaria por debajo de la mitad. De lo que cada año se dice que el Estado va a invertir en Catalunya, resulta que a final ni la mitad. Más que un privilegio eso se asemeja a un agravio. ¿O no? Más cuando en Madrid se ejecuta mucho más de lo presupuestado. ¿Quién querría ser catalán en vez de madrileño?

Catalunya es la única comunidad que tiene un Estatut que no ha votado la población. Eso sí es singular. Singularidad peyorativa. Pero singularidad al fin. Pero es que tampoco el Estatut vigente se cumple. No, por lo menos, en materia fiscal. El Estatut establece el Principio de Ordinalidad que fue validado por el Congreso y que salvó el TC. ¿Qué establece ese principio? Pues de hecho consagra de facto la solidaridad que es algo que en ningún caso rige para Don Emiliano que jamás se aplica el cuento. Tal vez porque cree tener una especie de derecho perenne a ser beneficiario de la solidaridad sin corta pisas y, a sensu contrario, otros a ejercerla a perpetuidad sin límite.

El Principio de Ordinalidad establece que las comunidades que aportan no pueden quedar por debajo de las que reciben. Parece lógico. Porque en defecto se le podría llamar de muchísimas maneras. Pero no encajaría para nada en el concepto de solidaridad, ni tan siquiera en el de sentido común. Además de ser a todas luces injusto.

Lo que se dilucida, en cualquier caso, es si Catalunya puede administrar sus propios recursos y no el de los otros (Concierto) como programa de máximos o si tiene derecho a gestionar al menos una parte creciente de los propios recursos. Por el contrario, Don Emiliano (presidente de Castilla-La Mancha) plantea el derecho a tutelar los recursos que genera la comunidad autónoma catalana y el veto absoluto a que sus ciudadanos (a través de las instituciones) pueden disponer de éstos.

Don Emiliano no duda en mantener esas posiciones faltando a la verdad como un demagogo sin escrúpulos de ningún tipo. Miente sin rubor, con acritud y no duda en utilizar un discurso que sin lugar a dudas fomenta el odio por cuanto denuncia una voluntad (de los catalanes) de quedarse con todo como en su día decía Don Ramon Mendoza. Lo cierto, desgraciadamente, es que lo de don Emiliano no es nada nuevo, tiene un hilo de nítida continuidad histórica y está profundamente arraigado en ciertos sectores de la sociedad española. En su caso, además, está el factor oportunismo, sabe que sus palabras le van a dar un protagonismo, un glorioso papel de patriota y que va a ser jaleado por los instintos más bajos que se revuelcan de gusto cuanto se señala Catalunya y los catalanes como un problema que se asocia a lo peor: insolidarios, peseteros y enemigos de la Patria.

Salvador Illa lo tiene crudo para ser President, con o sin Don Emiliano que con sus salidas de tono parece empujar a nuevas elecciones, en Catalunya, aunque no debería de ser de su incumbencia ni menester

. Si tiene alguna opción Illa (el PSOE, Pedro Sánchez) es precisamente pactando no ya concierto alguno que no se a va dar si no simplemente un trato fiscal que diera cumplimiento al principio de ordinalidad, que acabara con el agravio de los presupestos no ejecutados y que diera la posibilidad a la Generalitat de poder participar en la gestión de los recursos que se generan en Catalunya.

A Don Emiliano eso le estremece. Son propuestas inconcebibles, terribles privilegios. Siendo su posición harto discutible para nada es lo más detestable. Lo peor es el clima que genera con sus insidias y maldad. Y eso da entre pavor y pena.

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