Dominio público

Bloqueo político en Francia: ¡es la política económica, estúpido! 

Ruth Ferrero-Turrión 

Profesora de Ciencia Política y Estudios Europeos en la UCM

El Presidente de la República Francesa Emmanuel Macron durante un evento oficial en una imagen de archivo.- Europa Press
El Presidente de la República Francesa Emmanuel Macron durante un evento oficial en una imagen de archivo.- Europa Press

Han pasado casi 60 días y Francia continúa sin primer ministro y, por tanto, sin gobierno. Los resultados de las elecciones ofrecieron una cámara legislativa muy fragmentada dividida en cuatro bloques: NFP, la coalición Ensemble de Macron, los ultras de Agrupamiento Nacional de LePen y la derecha conservadora de Les Republicanes. La principal fuerza política en la Asamblea Nacional francesa tras las elecciones legislativas del 7 de julio aunque con 193 escaños y lejos de los 289 necesarios para alcanzar la mayoría absoluta, fue el Nuevo Frente Popular (NFP). 

La V República francesa nunca se había visto en esta tesitura. Un sistema político que nació con la idea de terminar con la inestabilidad política y que apostó por el gobierno de las mayorías. Francia, junto con el Reino Unido, han sido los sistemas políticos menos pluralistas de toda Europa. Pues bien, el resultado electoral ha dado al traste con el diseño electoral previsto. Para alcanzar las mayorías que permitan nombrar a un primer ministro es necesario negociar con otras fuerzas políticas, y la cultura política francesa no está acostumbrada a tales extremos. Tampoco la española lo estaba hasta hace poco tiempo, pero de todo se aprende. 

Si este resultado no tenía precedentes, tampoco los tiene el último movimiento de Macron. Tras las Olimpiadas ha retomado las consultas con los partidos para alcanzar algún tipo de pacto, fundamentalmente con el partido de Lepen y las derechas. El resultado ha sido el rechazo a través de un comunicado oficial el Eliseo de la propuesta de gobierno liderado por el NFP. Su explicación es sencilla: apelando a su responsabilidad, estima que un gobierno del NFP sería un gobierno débil y potencialmente censurado y destituido en un corto espacio de tiempo. Considera que sería un gobierno demasiado radical y blando con el antisemitismo puesto que lo lideraría, en la sombra eso sí, La Francia Insumisa (LFI). De nada ha servido la renuncia de Mélenchon a formar parte de una potencial coalición de gobierno, apoyando desde fuera un gobierno liderado por Lucie Castets. Pero ni aún así Macron ha cedido y continúa enrocado en la excusa de la estabilidad y pide al Partido Socialista que rompa la coalición de izquierdas poniéndole en una difícil tesitura.  

Los socialistas franceses tienen ante sí un importante dilema: romper con la coalición que salió vencedora de las elecciones de julio, pero sin mayoría parlamentaria suficiente, y pactar en los términos que quiere marcar Macron o mantener la posición pactada con sus socios. En este último caso lo más probable, y ante el rechazo del resto de fuerzas políticas a negociar, es que se vaya hacia un estancamiento político en Francia que podría alargarse hasta un año, el plazo que permite la constitución para la convocatoria de nuevas elecciones.  


Desde el primer momento se pudo observar que esta era la estrategia de Macron: la división de las izquierdas. El Partido Socialista se debate entre apostar por el muro de contención y de propuestas que ganó a la extrema derecha o romperlo y ser una fuerza posibilista que mire al corto y medio plazo con la intención de asegurar la gobernabilidad del país, pero con el riesgo elevado de una victoria de los ultras en las próximas presidenciales de 2027. Porque a buen seguro ese sería el resultado final de seguir este camino. 

La idea del presidente Macron es la de que no gobierne una fuerza política que pueda poner en cuestión alguna de las derechizadas políticas que ha aprobado durante sus mandatos y que van desde la reforma laboral, pasando por las pensiones o la de extranjería, siempre mucho más próximas a las derechas conservadoras y ultras que al partido socialista y las izquierdas en su conjunto. Bloquea de este modo cualquier tipo de opción política que no se ajuste a sus demandas en materia, fundamentalmente, de política económica y además lo hace ayudado por la patronal francesa, el Movimiento de Empresas de Francia (Fedef). Macron, Attal, y la patronal de la mano de Patrick Martin de Fedef, todos a una señalan que el programa económico del NFP llevaría al "colapso económico" de Francia. El gobierno y la patronal francesa convergen en su diagnóstico sobre el peligro de un programa económico consensuado entre las izquierdas y, por tanto, necesariamente moderado fruto de la negociación entre los partidos que componen la coalición del NFP y cuyos ejes de acción se sostienen sobre el aumento de impuestos para los más ricos, aumento del salario mínimo en un 10% o la reversión de la reforma de las pensiones. 

Acusando a estas propuestas como de radicales y desestabilizadoras, acusando a LFI de radical equiparándola a RN de Lepen, Macron sigue intentando posicionarse en un centro político que las urnas le hurtaron el pasado mes de julio. La ciudadanía francesa precisamente lo que hizo entonces fue no ratificar la política económica de Macron ni tampoco las políticas que lleva desplegando desde 2017. La autocrítica ante la hecatombe electoral del macronismo brilla por su ausencia. Por el contrario, hacen recaer la carga de la prueba en los socialistas. Así apelan a su responsabilidad como partido de gobierno para que rompa el NFI y abandone sus alianzas con LFI y también su moderado programa económico. 

Dilatando el nombramiento de un nuevo ejecutivo, Macron gana tiempo y mantiene a un gobierno interino de manera indefinida. O al menos hasta que pase la fecha de la aprobación del borrador de presupuestos del ejercicio de 2025 que debe presentarse a finales de septiembre ante el Consejo de Ministros y posteriormente ante la Asamblea Nacional. El no cumplimiento de estos plazos obligaría a una prórroga de presupuestos y a la continuación de una política económica ante la que los franceses dijeron NO en julio. 

El macronismo quiere morir matando. La aparición de Macron hizo implosionar el sistema de partidos francés en 2017, y parece que apuesta por la quiebra total de la V República Francesa si finalmente se produce una victoria de Marine Lepen. 

 

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