La saga de películas de Piratas del Caribe, que empezó como adaptación de una atracción de Disney World y terminó creciendo hasta convertirse en sí misma en un monumento a imagen digital, presenta en su segunda entrega a un viejo conocido de la mitología marítima: el Kraken.
La criatura mitológica es controlada por el holandés errante Davy Jones (la trilogía es un pastiche de referencias convertidas en material pop y exigirle algún rigor sería obsceno) que a su vez termina por estar controlado por la armada inglesa. El Kraken pierde entonces su condición mítica y se convierte simplemente en un instrumento de orden y disciplina.
"Soltad al Kraken" quiere decir, entonces, poner orden.
Eso es lo que hemos visto en Madrid (fundamentalmente) en la última semana como escenario de operaciones y acuerdos por la investidura. Aznar pidió que cada cual aportara lo que pudiera en su particular Operación Soldados de Juguete y el bloque de la derecha, contradictorio pero funcional, se empezó a mover y a adoptar la forma de un Kraken. Sus distintos tentáculos aportaron lo que pudieron. Presión mediática (el gobierno ya no es ilegítimo, ahora es una dictadura); judicial (a través de delirantes acusaciones de terrorismo ya contestadas por la Fiscalía General del Estado) o en el plano de la movilización ciudadana.
Como vivimos en tiempo veloces, en los que la historia se presenta acelerada y fuera de medida, pasamos de las movilizaciones encabezadas por Esperanza Aguirre cortando calles a un grupos de cabezas rapadas haciendo el saludo nazi en las inmediaciones del Congreso en apenas 48 horas.
Pero, ¿qué está pasando? ¿Dónde estamos? ¿Qué significa todo esto? En momentos de ruido y excitación, conviene separarse un poco del pensamiento complejo y fijarnos en los elementos superficiales, en lo que las cosas parecen a primera vista.
El bloque del Kraken se compone de lo siguiente: Vox, el PP, grupúsculos de corte franquista, falangista y neonazis, una parte importante de una judicatura de mandato caducado y algunos medios de comunicación privados. Es también un bloque con un importante poder territorial a nivel autonómico y que intenta configurar un eje territorial de oposición al Gobierno con tres ejes: Madrid, València y Andalucía. Es un bloque, sin embargo, sin mayoría para gobernar España. Es poderoso y minoritario. Las dos cosas son ciertas.
El otro bloque se define fundamentalmente por haber sido capaz de configurar un bloque de investidura. En estos dos meses ha estado unido en la constitución de la mesa del Congreso, el rechazo a Feijóo y la semana que viene lo estará en la investidura. Es un bloque que se articula, por tanto, en torno a un gobierno progresista del PSOE y Sumar con Pedro Sánchez como presidente. Un bloque distinto al de la legislatura anterior por la incorporación de Junts Per Catalunya.
Sobre este bloque hay dos interpretaciones. Una se mueve en el eje izquierda-derecha y nos dice que es un bloque que no permitirá desarrollar políticas progresistas. La otra interpretación construye el eje en otro orden, el estrictamente democrático.
Aitor Esteban, portavoz del PNV en el parlamento lo definió perfectamente durante la fallida investidura de Feijóo cuando se dirigió a la bancada del bloque conservador y dijo lo siguiente: "Si la elección es ustedes o la amnistía: amnistía". Eso explicaría la confluencia de fuerzas conservadoras, progresistas e independentistas.
La acción desplegada por el Kraken en las calles de Madrid estos seis días ha compactado este bloque y ha explicado materialmente la legislatura a millones de votantes progresistas que tienen dudas con el proceso de amnistía y muy especialmente a la generación de la Transición. La que vivió el terror franquista, tiene hoy más clara cual es la ecuación. La alternativa a la amnistía, ese "ustedes" que mencionaba Aitor Esteban, da miedo. Por eso el PP ha corrido a intentar gobernar el Kraken exponiendo dos ideas contradictorias entre sí. La condena a la violencia y el imaginario dictatorial. Vox, desaparecido por completo en los últimos meses, capitaliza la contradicción. Nunca sabes cual de los tentáculos del Kraken será quién hegemonice al resto de la criatura.
Bajo ese paradigma, el desafío del bloque de la investidura es articular juntos una legislatura que se separe de este momento inicial y el trabajo del bloque conservador es impedirlo. Esos ingredientes son, aunque vitaminados, muy similares a los de la legislatura pasada. Por eso creo que las lecturas de la actualidad que se quedan en el eje izquierda/derecha no explican bien la potencia y los desafíos de lo que está pasando en este momento.
El trabajo del bloque de la investidura es, por tanto, definir dos elementos centrales para la vida en nuestro país: qué derechos sostienen el presente de las mayorías sociales que mantienen el bloque de investidura y que síntesis territorial se propone para abordar una nueva fase de diálogo, toda vez que el bloque reaccionario ya no tiene necesidad de proponer nada más que incendio para existir y está emancipado de la obligación de dar soluciones.
El acuerdo firmando entre Junts y el PSOE define perfectamente el perímetro de la discusión. De un lado se acepta la amnistía, del otro se acepta el marco constitucional. Esta semana, mientras Madrid se inflamaba, en el Parlament de Catalunya, los partidos de la investiduras actuaban como bloque y tumbaban la propuesta de la CUP de un nuevo referéndum.
La palabra que más se escucha estos días es la de traidor. Efectivamente, los conflictos sólo pueden resolverlos traidores a sus esencias. El lenguaje del acuerdo es el opuesto al lenguaje del Kraken.
El desafío de hoy es ser capaces de resolver esos dos ejes sin perder ninguna de las piezas que construyen la mayoría de investidura.
Porque lo único que no se nos puede olvidar es que todo lo que no es barco pirata lleno de traidores a sus patrias... es Kraken.
Y que los traidores somos más.