La presentación de "Guanyem" (que acabaría siendo meses más tarde "Barcelona en Comú") en una escuela pública del Raval de Barcelona el 26 de junio del 2014, expresaba un cambio de ciclo en el largo proceso de movilizaciones y conflictos generado por los efectos de la crisis financiera del 2008. Un proceso que tuvo su momento álgido en el 2011 con el 15M. La iniciativa pretendía trasladar a las instituciones una dinámica de activismo social que tenía pocos precedentes. Tanto por su amplitud sectorial y territorial como por la capacidad de reunir en las llamadas "mareas", a trabajadores y a ciudadanos usuarios en la defensa de los servicios públicos (enseñanza, sanidad, servicios sociales,...). Otro puntal clave de ese proceso fue la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), surgida en el 2009, que había conseguido convertir en activistas a quiénes iban siendo golpeados por las consecuencias de la grave crisis inmobiliaria.
El acto al que aludimos se centró en la presentación de una candidatura para las elecciones municipales de Barcelona previstas para mayo del 2015. Una candidatura encabezada por Ada Colau, la líder indiscutible del movimiento contra los deshaucios. De hecho, a finales del 2013 fue observándose un significativo retraimiento en la capacidad movilizadora, que no conseguía alterar significativamente la política institucional. Las elecciones europeas de mayo del 2014, con la obtención de cinco diputados y más de un millón de votos por parte de "Podemos", sin implantación territorial alguna, demostró la existencia de un gran vacío en las dinámicas de representación partidista. La apuesta de "Guanyem" era otra. Tanto en contenido como en proceso. Entre la presentación de "Guanyem" como propuesta ciudadana en junio del 2014 y la formalización de la candidatura como "Barcelona en comú", se recogieron 30.000 firmas de apoyo, se celebraron decenas de presentaciones y debates en barrios, se articularon espacios de debate temáticos y territoriales, y finalmente se aprobaron códigos éticos, programas y composición de candidaturas tras el acuerdo, al final del proceso, con algunas fuerzas políticas ya existentes.
El nuevo municipalismo surgió con la voluntad de enfrentarse a las lógicas recentralizadoras y privatizadoras expresadas en las normas del Partido Popular que gobernaba por aquel entonces. El diagnóstico partía de la consideración de que en el escenario urbano se concentran contradicciones y conflictos que posibilitan el surgimiento de nuevas iniciativas que modifican con rapidez condiciones de vida y equilibrios de poder. La preparación de la candidatura municipalista permitía articular movimientos y espacios heterogéneos que hasta entonces habían actuado en paralelo (ecologistas, defensores del agua como bien común, partidarios del uso de la bicicleta, defensores de la sanidad y la educación públicas, movimientos vecinales tradicionales, grupos feministas, partidarios de la cultura libre y de la neutralidad de la red, defensores de la economía social y solidaria,...). Preparar una candidatura municipalista con una agenda conjunta era una gran oportunidad de ir más allá de lo que cada uno podía hacer por su cuenta. La victoria en mayo del 2015, una sorpresa para todos, demostró que el diagnóstico era correcto.
Ahora, diez años después, el balance es desigual, como no podría ser de otra manera. La significativa experiencia de gobierno ha demostrado las potencialidades de gobernar una gran ciudad como Barcelona y, al mismo tiempo, los límites que marcan las competencias municipales, especialmente en temas clave como la vivienda. Lo más significativo y lo que ha tenido más impacto, ha sido el gran cambio que se ha producido en la agenda municipal. Una agenda en la que algunos de los temas a destacar serían los vinculados a la mejora de la calidad ambiental con cambios en la movilidad urbana, el esfuerzo inversor en vivienda pública, la gestión comunitaria de equipamientos municipales, la regulación de los apartamentos turísticos, el aumento en cantidad y calidad de los espacios públicos, el reforzamiento de los servicios sociales con nuevas iniciativas como el dentista municipal, las políticas de género, una mayor articulación entre educación y cultura, o la puesta en marcha de una política científica propia.
Decía William Faulkner que "El pasado nunca está muerto. Ni siquiera ha pasado". Barcelona vive ahora con el legado, aún en proceso de implementación, de estos ocho años de gobierno de coalición comunes-socialistas, y con muchos interrogantes sobre que se pretende hacer y con que alianzas en los tres años que le quedan de mandato al alcalde Collboni. De lo que no creo que nadie dude es de la significación que diez años después tuvo esa presentación de Guanyem. Las consecuencias de aquello no han dejado a nadie indiferente.
Comentarios
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