Durante décadas el ecologismo ha ido abriéndose paso en una sociedad mayoritariamente indiferente a la degradación ambiental. Lo que empezó siendo un movimiento minoritario, ha ido ganando la batalla cultural, seguramente más por la evidencia de la gravedad de la crisis climática que por otras razones. Al mismo tiempo que el ecologismo daba batallas, ha ido ganando peso en la conciencia de la gente la preocupación por esa degradación ambiental, antes ignorada. A su vez, han ido tomando cuerpo acciones políticas y legislativas específicas. Por más que esos pequeños avances todavía sean insuficientes para ganar la batalla a la crisis ecológica, las medidas que se van adoptando en política ambiental generan sectores descontentos, o directamente contrarios a las mismas; es el caldo de cultivo en el que cala el negacionismo, fomentado y amparado por las derechas.
En el caso del Doñana la polémica viene de atrás. Son muchos años de luchas para tratar de frenar las sucesivas agresiones que han amenazado al Parque Nacional, y que van desde urbanizaciones, a proyectos de carretera para atravesar el Parque o los almacenamientos de gas en el subsuelo de Doñana. Pero la riqueza fundamental de Doñana es el agua, y es por ahí por donde puede morir Doñana definitivamente la Doñana salvaje que hemos conocido. Por eso la reciente aprobación en el Parlamento Andaluz de una ley para legalizar los regadíos ilegales ha generado una alarma sin precedentes. Esta ley es la consecuencia que negacionistas ecológicos estén al frente de un gobierno. Y de seguir adelante puede ser la puntilla para Doñana.
Un estudio científico reciente publicado en la revista científica Science of The Total Environment, demuestra que el deterioro del sistema de lagunas de Doñana es generalizado. Se ha constatado que el 59% de las lagunas de mayor tamaño de Doñana no se han inundado al menos desde 2013. Según estos datos, el 80% de estas lagunas se secaron antes de lo esperado por la precipitación y la temperatura observadas y el 84% tuvo un área de inundación menor de lo que se había previsto en función de los mismos parámetros, lo que indica que la actividad humana está alterando el equilibrio natural de las lagunas. Es decir, los datos confirman que Doñana se está secando.
Hay diversos factores que influyen en esta sequedad creciente. Unos tienen que ver con el cambio climático, la sequía y el aumento de la evaporación y la evapotranspiración como consecuencia del aumento de las temperaturas. Pero también la acción humana más directa, a través de la extracción de agua subterránea para los cultivos de regadío en el entorno de Doñana tienen mucho que ver con la crisis que estaña sufriendo el Parque.
Según datos de la organización ecologista WWF en el entorno de Doñana ha ido creciendo año y tras año la superficie de regadío ilegal, llegándose en este momento hasta las 1903 Has. Esos regadíos - que ahora el PP y VOX pretenden legalizar - se han ido poniendo en marcha a base de la extracción de agua a través de pozos ilegales, agravando año tras año la situación del espacio natural. El problema, por tanto, no nace ahora, sino que se ha ido generando a pesar de las llamadas de atención de las organizaciones ecologistas durante años. El sector de los frutos rojos y de las fresas ha ido ganado espacios de poder amparándose en un victimismo fomentado por las derechas para ganar peso político en las comarcas afectadas.
Pero llegar a tratar de legalizar esos regadíos ilegales es finalmente consecuencia de tener negacionistas al mando de los gobiernos, y más en periodo electoral. Puesto que hay un sector económico que se siente perjudicado si se limita su acceso al agua (por cierto obtenido de manera absolutamente ilegal, y en una de las zonas más sensibles ecológicamente de España) el gobierno andaluz decide favorecer a esos intereses sea cual sea la consecuencia que esa decisión pueda tener para uno de los lugares de mayor valor ecológico y biodiversidad de Europa.
Legalizar los regadíos ilegales es dar vía libre a la continua extracción de agua del acuífero de Doñana, y acabar definitivamente con este valioso espacio natural que agoniza. No hay alternativa que pase por aportar aguas superficiales como pretenden hacernos creer. La irresponsabilidad del PP y de VOX es total. Pero también años de abandono y de desidia ante la situación. Es urgente que se frene este despropósito. Pero al final, solo será posible si se para en seco ese negacionismo cada vez más extendido, que ignora el valor de lo común para conseguir un beneficio propio a cualquier coste.
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