Ecologismo de emergencia

El Manzanares: que unas luces de colores no te impidan ver un río vivo

ROSA M. TRISTÁN

El río Manzanares.- Rosa M. Tristán
El río Manzanares.- Rosa M. Tristán

Un adulto joven en Madrid Río se para al escuchar hablar de la belleza del río Manzanares en su tramo renaturalizado del centro de la gran urbe. Se comenta la peregrina idea de poner focos iluminando el cauce por la noche, como un espectáculo de luces, y con colores. Esta persona asegura que, claro, existirá un estudio de impacto ambiental (que reconoce no haber visto ni leído) y que tiene en casa una planta iluminada que no se muere por la luz eléctrica. Es una intervención da idea del nivel de desconexión con la naturaleza y el devenir de la vida natural que existe en parte de la sociedad urbana madrileña. 

Hace ya 12 días que, en un arranque entre la perplejidad y la indignación, lancé una campaña de recogida de firmas contra ese plan municipal, anunciado en nota de prensa y en un vídeo, de colocar 67 focos -la mayoría iluminando el cauce, según se indica para "minimizar" la contaminación lumínica- en más de medio kilómetro del Manzanares, el mismo que hasta 2016 era un sucio canal y hoy acoge más en 130 especies solo de aves cada año, según SEO/Birdlife. Desde ese año, fue renaturalizado con un proyecto que Ecologistas en Acción puso en marcha durante la etapa de Manuela Carmena en la Alcaldía, aunque también con ella hubo problemas al cerrarse una parte para que disfrute de una escuela de piragüismo. Al cierre de este artículo, son en torno a 35.000 firmas. 35.000 personas que, la inmensa mayoría de los casos sin ser especialistas en medio ambiente ni del mundo de la ciencia o de la conservación, tienen claro que la noche es para descansar en la oscuridad, seas un humano, un pato cuchara o una tortuga.   

No voy a entrar en los muchos argumentos científicos que se han dado estos días para oponerse a un proyecto que costará 950.000 euros y que se vende como 'piloto', es decir, que podría ampliarse. Argumentos como los de investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales, que señalan los graves impactos en aves migratorias, en paseriformes o en poblaciones de insectos o anfibios a los que atraerán los focos. Tampoco en los de estudios científicos internacionales, que recomiendan, no ya no iluminar cauces directamente, sino evitar luces intensas en su entorno cercano. Como decía el biólogo Airam Rodríguez, experto en estudiar cómo afecta la contaminación lumínica a la fauna silvestre, lo peor es que con este tipo de actuaciones públicas se transmite que "todo vale", que toda la naturaleza está a nuestro servicio para hacer negocio, que la vida del resto de los seres vivos que nos rodean, no tienen ningún valor si no podemos 'sacar tajada' con ellos. Porque ¿qué otra explicación hay para poner esos focos si no es atraer aún a más visitantes al río, y hacerlo de noche? ¿Están pensando en más ferias a sus orillas, mercadillos, quioscos, etcétera? ¿Quién se lo ha pedido? Y, sobre todo, si no es negocio ¿para qué? 

Desde algunas instancias confían en que, dada la respuesta popular en contra, incluidas varias asociaciones de vecinos de la zona, el equipo de José Luis Martínez Almeida se eche para atrás, habida cuenta de que difícilmente ese plan, que no olvidemos que comenzaría ya a finales de este mes, podría tener un informe de impacto ambiental favorable, pero no conviene fiarse. Es el mismo Ayuntamiento que montó hace un par de meses una mascletá con 300 kilos de pólvora encima del mismo río; el mismo que ha autorizado talar más de 500 árboles por las obras de la Línea 11 de Metro (la inmensa mayoría talas evitables, como se indicaba en su proyecto original, por más que el Defensor del Pueblo diga lo contrario); el que paraliza nuevos carriles-bici y los que hay los pone en las aceras en lugar de la calzada, que no se puede molestar a los tráfico; el que nos cierra los parques en verano en cuanto hay algo de viento, porque su mantenimiento deja mucho que desear, o que no repone los alcorques vacíos con nuevas plantas que nos den algo de sombra en los achicharrantes veranos que nos esperan. 


Esa idea de que no pasa nada porque lo único que importa es un negocio, sea el que sea, sobrecoge. Un Don’t look up de película (si, "No mires arriba", mira al agua iluminada del río) que deja de ser ciencia-ficción para convertirse en lo cotidiano en muchos puntos del territorio. Ahí tenemos a un diputado que esta semana en el Congreso de los Diputados, la misma del Día Mundial del Medio Ambiente celebrado ayer, vuelve a repetir que los ríos "tiran" agua al mar y que eso no es admisible porque toda debe aprovecharse. Y tenemos a un gobierno en Aragón que está permitiendo cazar 1.000 cérvidos y jabalíes en época de cría (también hembras) a tiros y de noche porque dañan a la agricultura (por cierto, el mismo que también quiere eliminar a sus depredadores naturales: los lobos ibéricos). Y otro en Galicia que en el Bosque del Banquete de Santiago de Compostela, donde está el Carballo de Conxo (Árbol del Año 2022), se le ha ocurrido montar un carril-bici iluminado y pavimentando. Según Bosques Sin Fronteras va a destruir ese lugar de paz y sosiego en lugar de preservarlo, utilizando fondos Next Generation. Por cierto, los mismos fondos con lo que el gobierno manchego quiere hacer proyectos turísticos (como un parque multiaventura) en embalses que cada verano están más vacíos (Buendía y Entrepeñas). Dicen los ecologistas que es un despilfarro millonario.  

Así podríamos seguir por todo el mapa español detectando decisiones locales que, al final, nos acaban afectando globalmente a todos y todas. Batallas que van contra esa naturaleza de la que dependemos, por más que nos cueste admitirlo. Es evidente que nos falta mucha educación ambiental. Pero no dejes que una maceta te impida ver un río vivo... Sus increíbles atardeceres no necesitan más focos que los de tus ojos. 

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