Ecologismo de emergencia

La cultura de la protección animal

Nuria Menéndez de Llano

Abogada

Pixabay.
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Desde hace unos años, desde determinados sectores económicos se está intentando mitigar el valor histórico, social, político y cultural de la protección animal en nuestro país. A través de las redes sociales se lanzan constantes ataques, cuando no insultos, que pretenden ridiculizar y minimizar la importancia y el reto que España tiene por delante en cuanto a avanzar en derechos y protección de los animales. En numerosas ocasiones recurren a la exageración, a la hipérbole, como elemento de burla frente a todos y todas aquellas que nos dedicamos a luchar por conquistar derechos para otros colectivos vulnerables, que son víctimas de la opresión, de la discriminación y de la dominación humana, como los animales. 

Frente a esta oleada de diatribas e invectivas, la mejor arma es, y será siempre, el conocimiento y su divulgación. Frente al insulto, el dato; frente al bulo, la información; frente al menosprecio, la academia. Y, en este sentido, y afortunadamente, en nuestro país cada vez hay más trabajos e investigaciones de los llamados Estudios Animales, dedicadas a establecer una necesaria estructura sólida de conocimiento,  que permitan seguir progresando en las bases teóricas del movimiento de defensa de los animales.  

En este contexto, resulta fundamental destacar la reciente obra Antitauropedia. Diccionario histórico del pensamiento antitaurino que acaba de ser publicada. Escrita por el periodista y doctor en Historia Contemporánea Juan Ignacio Codina Segovia, y con prólogo de Espido Freire, entre muchas otras cosas Antitauropedia evidencia que en nuestro país existe una histórica cultura de la protección animal y que dinamita el bulo de que la defensa de los animales es una moda o una "infantilización woke" de la sociedad actual.  

Es de vital importancia que se conozca y se respete esta cultura de la protección y defensa de los animales que, como se demuestra en Antitauropedia, se remonta a los siglos XV y XVI, y que permite hilvanar la existencia de un pensamiento de defensa animal que llega hasta nuestros días. Y es que de poco sirve avanzar si no se tiene constancia del origen o de los fundamentos históricos de las actuales posiciones éticas que han de informar y guiar futuros pasos, en el Derecho y en la Política, en favor de los demás animales. 


Codina, que lleva años investigando la trascendencia histórica y cultural del pensamiento antitaurino español, autor de Pan y toros. Breve historia del pensamiento antitaurino español, demuestra que, efectivamente, la cuestión de la protección animal ha sido una constante en la historia y la cultura españolas. Una cultura de paz, de empatía, de trato ético y mirada amable hacia los otros animales con los que compartimos vida y planeta. 

¿Sabían ustedes que la reina Isabel la Católica ya se opuso a la tauromaquia, por su barbarie, a finales del siglo XV? ¿O que en 1513 Gabriel Alonso de Herrera defendió a los toros frente a la crueldad de que son objeto en los espectáculos taurinos? ¿O que Benito Feijóo, en el siglo XVIII, condenó severamente el maltrato hacia los animales en general y la tauromaquia en particular? La Antitauropedia recoge más de un centenar de relevantes figuras que, a lo largo de la historia, defendieron una cuestión clave: ninguna sociedad que se tenga por civilizada puede consentir o normalizar la crueldad ejercida sobre los animales.  

Además, este trabajo no supone únicamente la exposición de un mero listado de nombres. Muy al contrario, en él se atesoran argumentos, reflexiones, pensamiento y manifestaciones históricas que, eso sí, fueron planteadas por ilustres nombres de nuestra cultura, y que proponen un modelo de país en el que los animales sean respetados y tratados teniendo en consideración, también, sus propios intereses y necesidades. No debemos conformarnos con menos. Como mínimo, que su martirio y muerte no sean, como en el caso de la tauromaquia, celebrados, aplaudidos y convertidos en una "fiesta". 


Conocer la existencia histórica de esta tradicional cultura de la protección animal resulta muy importante, ya que forma parte de nuestra memoria como país y de nuestro bagaje intelectual, político y social. Recordar esta cuestión supone una asignatura pendiente. Se trata de un asunto que no podemos permitir que se diluya en la amnesia colectiva, siendo víctima de un borrado estratégico por parte de aquellos cuyos intereses económicos pretenden frenar el avance de la defensa de los animales. Esta cultura, asentada sobre valores humanistas y de paz, debe anteponerse a la violencia, a la cosificación y a la explotación que padecen los animales.  

En este sentido, la Antitauropedia nos va a permitir asomarnos a esa importante faceta de nuestra historia, dándonos la oportunidad de confrontar los constantes ataques que a diario se vierten contra la protección animal y sus defensores. Hagamos nuestros los planteamientos de la Antitauropedia. Démonos el gusto de cerrar bocas, de poner a cada uno en su sitio, de no agachar la cabeza ante los múltiples intentos de ofensa y desprecio. No olvidemos que, por encima de la ridiculización y el menosprecio a los que a menudo se somete al movimiento de defensa de los animales, deben primar el conocimiento y la reflexión como faros que nos guíen hacia la Justicia también para los animales. Porque tratar justamente a los demás animales no es humanizarlos: al descosificarlos a ellos, nos humanizamos a nosotros mismos. 

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