Bueno, pues ya tenemos aquí el negacionismo a propósito del golpe de estado de 1936 que provocó la Guerra Civil. Ocurrió el pasado lunes 19 de julio y no fue un mal sueño, por eso no puede convertirse en una noticia de usar y tirar, de esas que a las veinticuatro horas nadie recuerda. Hay que insistir, y a ello intento contribuir con estas líneas, porque no se trató de ninguna broma.
Lugar: Ávila.
Acto: Jornada de preparación de la Convención del Partido Popular titulada "Concordia, Constitución y Patriotismo".
Entidad organizadora: La fundación Concordia y Libertad, que preside Adolfo Suárez Illana.
Moderador: Pablo Casado, presidente del PP.
Ponentes invitados: Rafael Arias Salgado e Ignacio Camuñas, dos ex ministros de la UCD de Suárez padre (Arias también lo fue con Aznar) cuya imagen fue vendida en su día como savia nueva que dejaba atrás la caspa de sus familiares franquistas, gente joven que apostaba por una España democrática y abierta. En el caso de Camuñas, fue considerado el ministro más apuesto, moderno y dicharachero del gobierno Suárez.
Las intervenciones de ambos el lunes en Ávila no fueron precisamente las de dos tiktokers desaforados y sueltos de lengua, tampoco las de desahogados influencers que se hacen ricos en redes sociales con el empleo tan solo de un sujeto, un verbo, un predicado y unos cuantos pasos de baile fraudulentos y repetitivos. Muy al contrario, se trataba de dos veteranos de la política española empeñados en evidenciar hasta qué punto el ser humano puede ir degenerando en su vida. Si es que han degenerado y no venían así ya de fábrica y fue hace cuarenta años cuando nos las dieron con queso.
Aunque era por la mañana y seguro que aún no habían ido más allá del café con leche, Camuñas y Arias se manifestaron con la soltura de dos cuñaos pasados de vueltas en una celebración familiar. Parecían haberse apostado antes de salir a escena a ver quién era capaz de soltar la barbaridad más gorda y conseguir más titulares al día siguiente.
- Nos equivocamos con los pactos estatutarios en la Transición, decía Arias, no medimos bien la evolución de los nacionalismos.
- Si hay un responsable de la Guerra Civil es el gobierno de la República, soltaba Camuñas elevando el listón, un golpe de Estado no es lo que ocurrió en 1936.
El moderador, Pablo Casado, ni abrió la boca, no se atrevió a decir ni mú.
Arias arrinconó su tildada educación, que seguro le permite manejar un buen surtido de sinónimos cuando se lo propone, para dedicarle al primer ministro holandés un sonoro "hijo de puta" con esa naturalidad barriobajera que tan bien se saben trabajar los pijos de raza. Camuñas contraatacó proponiendo la desaparición de los partidos autonómicos del Congreso de los Diputados e instando a Casado a conseguirlo cambiando la ley de Régimen Electoral apenas vuelva al gobierno.
- Es muy fácil, Pablo, solo tienes que añadir un parrafito en la ley de Régimen Electoral, artículo 5-6 creo que es, luego te lo digo. Para hacerlo basta con 176 votos, precisó.
Más silencio de Pablo Casado, quien al final calificó de "lujo" las ponencias de sus invitados sin que se le cayera la cara de vergüenza. No parece casualidad, pues, la intervención del líder del PP en el Congreso de los Diputados a finales del mes pasado cuando afirmó en la tribuna de oradores que "la Guerra Civil fue un enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían la ley sin democracia".
La grosera intervención de Camuñas en Ávila supone, sin embargo, la subida de un peldaño más en las estrategia involucionista de la derecha española. Para más inri, fue uno de los fundadores de Vox. Al poco tiempo se marchó y a sus ochenta años, quien en la transición fuera conocido como "Nacho de noche", soltero de oro que pasaba el día en el Congreso y las noches en la madrileña discoteca "Cerebro", se pasea ahora por el mundo como estrella invitada de los bolos veraniegos del PP fomentando el negacionismo en el 85º aniversario del golpe de Estado que propició la Guerra Civil y queriendo echar a los partidos nacionalistas del Congreso de los Diputados.
Fracasadas hasta este momento todas las estrategias para impedir la gobernabilidad y el trabajo tranquilo del Ejecutivo de coalición, los decibelios del disparate continúan su irresponsable escalada. Ha llegado el turno del negacionismo que, como todo el mundo sabe, es un peligro para la estabilidad democrática porque técnicamente tiene muchas posibilidades de calar. Esto debía saberlo bien el general estadounidense Dwight D. Eisenhower cuando, tras liberar los campos de concentración nazis y horrorizarse con la tragedia que descubrió, ordenó que se documentara lo mejor posible aquel espanto para que el paso del tiempo impidiera negarlo a quienes se les ocurriera intentarlo; lo advirtió también el filósofo francés Jean Paul Sartre cuando afirmó que "aunque el pasado no se puede modificar, los historiadores se encargan de hacerlo a diario".
Lo de Nacho de noche (ahora facha puede que a tiempo completo), tiene mucho peligro porque se trata de un negacionismo inédito en nuestro país hasta ahora, al menos de manera pública, de una táctica que en breve puede acabar llamando glorioso alzamiento nacional a la sublevación franquista.
Escribía yo en twitter el otro día que hay quienes en su madurez salen del armario y quienes, como Camuñas, salen directamente del sarcófago. Creíamos que los casposos eran sus padres y abuelos pero se ve que, al morir estos, tanto Arias como Camuñas se resisten a tirar, o por lo menos llevar al tinte, toda la ropa que heredaron.
Esto pasó el lunes, pero no podemos convertirlo en una información de usar y tirar. Se trata de algo grave y trascendente, por eso hay que repetirlo una y otra vez, por eso no se puede dejar que tan grave afirmación muera como mueren las mayor parte de las noticias, en horas veinticuatro y si te oí no me acuerdo. Tengámoslo muy presente, por favor, otorguémosle a esto toda la importancia que tiene y plantémosle cara de manera rotunda.
J.T.
Comentarios
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