Las carga el diablo

El próximo día 17 empieza todo

En yates fondeados por calas ibicencas o en suntuosas mansiones veraniegas cántabras o mallorquinas, algunos de los prebostes que continúan partiendo el bacalao en los cenáculos políticos urden estos días de agosto las estrategias, más bien estratagemas, con las que las derechas tensarán y crisparán cuanto puedan el comienzo del nuevo curso parlamentario, el arranque de la próxima legislatura.

Una vez celebradas las elecciones, incómodo trámite que desde hace décadas soportan a regañadientes, no les queda otra que disimular y hacer ver que aceptan los pasos que marca la Constitución para formar un nuevo gobierno. Cuando sus marionetas no hacen bien el trabajo encomendado y eso desemboca en que es posible constituir un Ejecutivo plural que les plante cara, los grandes poderes de este país empiezan a levantar teléfonos y mover dinero para impedirlo. Que parezca un accidente. En eso están. Como siempre.

No admiten otra opción: cueste lo que cueste, la realidad ha de acabar acomodándose a sus fantasías. El bipartidismo los mantuvo contentos durante décadas y los resultados de las elecciones generales en los últimos tiempos los tienen en un sinvivir. Todo estuvo controlado hasta que, por una parte, los nacionalismos dejaron de bailarle el agua y, por otra, apareció una fuerza política llamada Podemos que dejó en evidencia el sospechoso acomodo de Izquierda Unida a ser de por vida un convidado de piedra.

No han parado ni un minuto para conseguir que todo volviera a su cauce. Unos años de infame acoso y derribo han bastado para volver a descafeinar a la izquierda, para despojarla de la pujanza y el vigor que tantas cosas puso patas arriba en este país. Bien, pues no les parece suficiente, los poderes reales quieren más caña. Además de los rojazos podemitas, sobran también los catalanes y los vascos, y las mujeres, claro, que han votado izquierda en más de un sesenta por ciento. No se las puede dejar solas.


Creo no equivocarme si digo que reflexiones así han pasado estos días por la cabeza de Núñez Feijoó y su cohorte, obligados a soportar desde el 23 de julio las broncas que les llegan de sus indignados tutores desde yates fondeados en calas ibicencas o desde suntuosas mansiones veraniegas. En el PP no saben cómo justificar ante sus dueños, los que nunca se presentan a las elecciones y siempre quieren ganarlas, que no fueron capaces de conseguir los votos suficientes para gobernar. Por eso andan de un lado para otro, tres semanas ya, como pollos sin cabeza negando la realidad, resistiéndose a admitirla, convirtiendo en patéticos manotazos su manifiesta desesperación.

Hemos triturado a la izquierda pero teníamos que haberle dado menos cancha a Vox, piensan ahora. Por eso, han metido la directa para acabar con ellos y recuperar sus votos si hay repetición electoral. Lo intentarán. Teledirigidos por sus mentores desde el mismo domingo 23 de julio, los ganadores-perdedores de las elecciones pondrán toda la carne en el asador para intentar subvertir la legitimidad democrática con parecidos procedimientos a los de los mejores tiempos del bipartidismo, procurando a su vez que no se les vea demasiado la patita ultra, que hay que quedar lo mejor posible con Europa.

Quieren el poder, el manejo de la economía, de los presupuestos, de las decisiones importantes en materia de política sanitaria y educativa, necesitan controlar la gestión en Interior, Justicia y Exteriores, atar en corto la política energética, mantener unas buenas relaciones con la iglesia católica, que la monarquía continúe siendo referente indiscutible... Esas cosas no pueden estar jamás en manos del rojerío ni de los independentistas.


Estos días previos al jueves 17 de agosto, fecha en la que se conformará el nuevo Congreso de los Diputados, conoceremos hasta dónde han llegado las conspiraciones veraniegas para intentar torpedear el resultado de las urnas. El peligro es el PP, no Vox, mira que lo ha repetido veces Rodríguez Zapatero y parece como si no acabáramos de creérnoslo. El PP y sus jueces en el Constitucional, claro, haciendo horas extras veraniegas para torpedear posibles pactos de gobernabilidad tras decidir bloquear el recurso de Puigdemont donde solicitaba anular su orden de arresto. El PP y la Junta Electoral Central, rechazando la revisión de 30.000 votos nulos en Madrid...

Veremos hasta dónde quieren llevar su resistencia peperos, voxeros  y tanto desesperado compañero de viaje como tienen a su alrededor, hasta acabar admitiendo lo inapelable: que una mayoría clara de ciudadanos legitimó el domingo 23 de julio a los parlamentarios suficientes para impedir que el PP llegue al poder con los votos de los fascistas, para frenar en seco la vocación derogadora de Feijoó y para conseguir que leyes que significan libertad y conquista de derechos básicos no solo mantengan su vigencia y se apliquen con rigor, sino que se pueda continuar peleando para mejorar la vida de quienes más lo necesitan. Somos muchos más los que queremos una España moderna, progresista y multicolor. A ver cuándo lo entienden.

Más Noticias