Les voy a contar una historia. Es una historia de justicia y periodismo. Una historia de juegos de poder, de manipulaciones políticas, de batallas mediáticas, de envidias profesionales y de la peor de las corrupciones. Pero sobre todo es una historia de soledad y de valentía.
Cuando me incorporé a la redacción de Público, en octubre de 2016, algunos colegas de profesión me previnieron acerca de Patricia López, la periodista de investigación de Público que ha destapado el que posiblemente acabe siendo el mayor escándalo de corrupción policial de este país; y digo "posiblemente" porque hay un sinfín de causas judiciales abiertas todavía. Me decían que tuviera cuidado con ella, que sus fuentes no eran fiables, que sus informaciones no estaban contrastadas.
Por entonces yo no conocía a Patricia más que por las informaciones que publicaba. De hecho, su nombre empezó a serme familiar a partir de junio de 2016, sobre todo después de difundir una información que en cualquier país con un mínimo de higiene democrática habría provocado la caída, como poco, del ministro del Interior: Fernández Díaz conspiró con el jefe de la Oficina Antifraude catalana para fabricar escándalos contra ERC y CDC.
Pero Patricia llevaba años escribiendo sobre las cloacas del Estado, ese lodazal de inmundicia cuyo hedor provoca mareos con solo levantar un centímetro cuadrado de la gigantesca alfombra. Y lo hizo durante mucho tiempo sola y como freelance, con los riesgos que eso conlleva para cualquier informador que aborde cuestiones de este cariz. Porque sin el respaldo de un medio de comunicación, eres blanco perfecto de querellas, amenazas y otros desmanes; a nadie se le escapa que es más fácil callar a un periodista solo que a un medio de comunicación.
Apenas unos días después de llegar a Público, cayó en mis manos esta información suya, precisamente relacionada con las revelaciones que hemos estado publicando esta semana: La 'brigada política' buscó testigos contra Podemos en Venezuela ante el 26J pero resultaron ser unos falsarios. He de admitir que me eché a temblar. No tanto por esas señales de alerta -que suelo obviar porque dicen más de quien las emite que del objeto mismo de la alerta-, como por mi desconocimiento acerca de ese tema en particular, del mundo de las cloacas en general, y porque era (y soy) muy consciente de las implicaciones que puede tener la publicación de este tipo de informaciones.
Tal vez esos mismos argumentos configuren el motivo por el que prácticamente ningún medio haya ido recogiendo a lo largo de estos años casi ninguna de las reveladoras informaciones de Patricia López; o tal vez tenga algo que ver la presunta implicación en las cloacas de ciertos periodistas pobladores de tertulias televisivas y amigos de sus (poderosos) amigos...
Sea como fuere, lo cierto es que Patricia ha ido desvelando historias que pondrían los pelos de punta hasta a la persona más templada, tropelías financiadas además con el dinero de todos, que han sido silenciadas de forma sistemática por la inmensa mayoría de los medios de comunicación de este país.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte (coincidiendo con filtraciones eventualmente perjudiciales para algunos miembros del gobierno socialista, cuya publicación parece orquestada en tiempo y, sobre todo, en forma) no solo otros medios y periodistas se han subido al ‘carro’ de las cloacas, sino que algunos presumen ahora incluso de exclusivas y primicias relacionadas con el asunto, envían alertas informativas y hablan del tema sin rubor, como si su misión periodística no hubiera sido otra en su vida más que destapar las apestosas alcantarillas del Estado.
Por supuesto, todo esto lo hacen sin molestarse en echar un ojo a la hemeroteca (de Público), sin mencionar el trabajo de Patricia y sin contar con ella en sus platós de televisión (salvo honrosas excepciones).
Pues bien, ese trabajo invisibilizado no sin cierta alevosía (ustedes ya me entienden) les ha supuesto a Patricia López, a Carlos Enrique Bayo (cofirmante de algunas de estas informaciones) y al propio Público tal ristra de querellas y demandas que yo ya he perdido la cuenta (nunca en mis casi 25 años como periodista he estado en un medio que reciba tantas demandas y que, además, las gane); por no hablar de calumnias hacia ellos, amenazas, insultos e injerencias en sus vidas privadas, especialmente en la de Patricia.
Por eso es de justicia repasar algunas de las informaciones publicadas por Patricia López en los últimos tres años directamente relacionadas con los asuntos destapados esta semana: Un audio prueba que Inda y Villarejo dieron al pequeño Nicolás la grabación que el comisario hizo al CNI o DINA, la pieza secreta que une a Villarejo y a Inda en una maniobra contra Pablo Iglesias.
- Enero 2016. El supuesto informe de la UDEF sobre Iglesias no existe, sólo es un encargo de Interior para perjudicar a Podemos
- Enero 2016. La cúpula policial filtra información a prensa afín para desprestigiar a Podemos y a Pablo Iglesias
- Marzo 2016. Interior no ceja en su campaña y envía policías a Venezuela para investigar a Podemos
- Junio 2016. Más de 200 llamadas acreditan la relación entre la cúpula policial y los periodistas anti-Podemos
- Junio 2016. Una juez avala la noticia de 'Público' sobre la reunión de la cúpula policial e Inda para la campaña anti Podemos
- Octubre 2016. La 'brigada política' buscó testigos contra Podemos en Venezuela ante el 26J pero resultaron ser unos falsarios
- Febrero 2017. Los detectives que elaboraron para Eugenio Pino el falso informe contra Pablo Iglesias continúan trabajando hoy para la Policía
Son una ínfima parte del trabajo de esta periodista, sin el cual permítanme dudar de que Villarejo estuviera hoy entre rejas y procesado. Y son el contexto que nos permite desmarcarnos como medio y entender que cuando Villarejo afirma que el espionaje a Pablo Iglesias formaba parte de una operación policial, lo que en realidad está haciendo el comisario jubilado es intentar tapar la operación política que a la luz de estas informaciones existió.
Juzguen ustedes mismos.
Y, si necesitan más argumentos, pueden ver este documental que, a la sazón, ninguna TV de ámbito nacional quiso emitir.
Comentarios
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