Cuando se piensa en el poder o, mejor dicho, en las formas que se plasma en la realidad, no es fácil llegar a todas sus manifestaciones, sobre todo a aquellas sutiles que suelen escaparse al análisis de cualquiera. Una de tales "sutilezas" es la que masacra, sin piedad ni pausa, el sector asociativo con la total ausencia de pretexto aparente, aunque no hay que indagar demasiado, para ver con claridad el miedo a lo público, a la unión de vecinos y vecinas que cometen el atrevimiento de unirse para intentar resolver asuntos sociales. Sí, sobre todo asuntos sociales. Lo hemos visto durante esta maldita pandemia que nos tiene atemorizados. Colas del hambre, paro, desahucios que han movilizado a la gente de los barrios con ayudas de toda índole, mientras los servicios municipales miraban a otro lado. Tan sólo acudieron al vecindario para animar el salir con palas y quitar la nieve de sus aceras.
Sin embargo, el insistir en el miedo a la participación ciudadana, abre la puerta a varios acontecimientos que escapan de un cierto conformismo y muestran hasta qué punto es importante e imprescindible lo colectivo. Se trata de la labor social, de apoyo mutuo y cultural que realizan los centros, cedidos por las diferentes Juntas municipales en el gobierno madrileño, anterior a 2019. Ahora son acosados por una nueva municipalidad más proclive a defender, -tal y como leí hace poco en un periódico generalista- "el aborregamiento festivo-beodo" De tal manera, que las instituciones gubernamentales prefieren proteger a los bares y restaurantes, mientras pretende cerrar ad infinitum, por ejemplo el EVA, espacio emblemático del distrito de Arganzuela. Aún enfrascados en su defensa, a Chamberí también le toca su turno: el día 28 de enero se recibe la notificación del concejal presidente el cese de la prorroga a la Casa de Cultura y Participación ciudadana.
Vecinos y vecinas de Chamberí sabemos de qué se habla cuando lo hacemos de "La Casa" de nuestra casa. Está en la calle Bravo Murillo 39 dentro del histórico "poblado" de viviendas que, en su momento fueron para trabajadores del Parque Móvil. En 2017 la Junta Municipal del distrito sacó a concurso su cesión y uso para dedicarlo a la participación asociativa, la educación y la cultura. Fue entonces cuando se creó una asociación llamada Casa de Cultura y Participación Ciudadana compuesta por colectivos muy arraigados en el tejido social de Chamberí. Frente a otras doce asociaciones, esta Casa de Cultura obtuvo la concesión durante cuatro años prorrogables, al menos, a otros cuatro.
Tal y como se despliega en esta nuestra realidad el Gobierno local, ese comunicado no ha supuesto gran sorpresa. Lo que sí es relevante e inesperado es que, en ningún momento dice a qué quiere dedicar el espacio. Es un cierre sin más, sin ninguna otra expectativa; cosa, esta, rara, muy rara, que plantea bastantes incógnitas. Ni que decir tiene que de la gobernanza municipal se espera no sólo abordar las cuestiones de desarrollo en los barrios o estructurar la circulación, sino planteamientos y políticas que erradiquen la asistencia a la pobreza, para lo que los Servicios Sociales necesitan doblar sus dotaciones, sino una sociedad mejor, sin violencia machista, sin xenofobia... Esto es lo que se espera y se exige. El testigo lo recogieron los centros cedidos por el Ayuntamiento y su labor ha sido imprescindible, tanto asistencialmente como en todo lo relacionado con la cultura y el crecimiento, a todos los niveles, de los vecinos. Ahora se amenaza con su cierre inminente.
En el Manifiesto que la Casa de la Cultura ha elaborado, en defensa de la prorrogación del espacio, se detallan las actividades llevadas a cabo durante los cuatro años de cesión, esas actividades "tan peligrosas" que quizá considere el Gobierno local hay que erradicar de los barrios, y así mejor implantar nuevamente un cierto oscurantismo tranquilizante:
"Las 24 asociaciones y colectivos diversos que reúne en la actualidad la Casa de Cultura han desplegado actos de urbanismo, salud, feminismo, pensionistas, despensa solidaria, AMPAS de coles, grupos de consumo ecológico, club de ajedrez, scouts, asociaciones vecinales. En estos cuatro años, la Casa ha acogido sus reuniones y actividades, fomentando el asociacionismo, la participación vecinal y el voluntariado.
En la Casa se han realizado recitales de poesía, cursos de ópera, club de lectura y de baile. Conferencias y debates sobre urbanismo, arte, feminismo, educación, salud, economía, ecología, cooperación. Iniciativas de apoyo mutuo en salud mental. Una Despensa solidaria de alimentos que viene sosteniendo a más de 50 familias. Actividades lúdicas, de socialización y de apoyo escolar con menores. De Iniciativas para la mejora del barrio, la defensa y protección del patrimonio. Grupos de consumo ecológico. Y un sin fin de talleres, de ajedrez, scouts, teatro, música, fotografía, cine, karate, percusión, defensa personal, pilates, ping-pong, yoga, meditación..."
Así vivimos en Chamberí este nuevo desaguisado dentro del contexto de la pandemia. Una historia, esta, con muchos protagonistas, decididos a luchar hasta el final.
Comentarios
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