Mientras en el plano nacional el alto ritmo de vacunación alcanza un nuevo récord de dosis diarias (733.245) y sus efectos sobre la recuperación se hacen cada vez más evidentes, en el escenario europeo, la Comisión Europea ha aprobado el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España con la máxima calificación. Este hecho supone, en cifras, una inyección sin precedentes de 140.000 millones de euros a la economía española hasta 2026, pero realmente es mucho más que eso. Significa la extraordinaria oportunidad de mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía. Significa que, como país, tenemos la posibilidad de modelar el futuro que queremos, avanzar hacia una España más verde, digital, cohesionada social y territorialmente y con igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres.
Estos cuatro grandes ejes vertebradores del Plan de Recuperación no son cajones estanco independientes unos de otros, todo lo contrario. La evolución de cada uno de ellos depende del desempeño de los otros, creando lazos interdependientes que impulsan a España hacia la senda de un crecimiento sostenido y sostenible, justo e inclusivo. Por ello, la digitalización juega un papel clave en la sociedad. Durante la pandemia, cada uno de nosotros y nosotras, ha podido comprobar la importancia de este proceso.
La digitalización nos ha permitido socializar, acceder a una cantidad ingente de información, teletrabajar, estudiar o entretenernos. La digitalización es sinónimo de futuro, pero tenemos que asegurarnos que ese futuro llegue a todos por igual. Queremos que la digitalización esté al servicio de la inclusión, de la igualdad y de la justicia social, situando a las personas en el centro.
Es evidente que la brecha digital de género es uno de los principales retos que tiene que superar el mundo digital. En este momento más que nunca, en que el avance de la digitalización es imparable e irreversible, la incorporación de la mujer a todos los ámbitos digitales debe ser plena y equitativa. Se debe invertir en competencias digitales para mejorar las habilidades digitales de las mujeres, las cuales son más bajas y básicas comparadas a las de los hombres.
Además, es vital potenciar las vocaciones científicas y la formación formal de las mujeres en el ámbito STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). En España, sólo el 0,5% de las mujeres han cursado estudios tecnológicos y sólo el 19,7% de los puestos de trabajo especializados en tecnología son ocupados por mujeres.
Las áreas de cuidados y enseñanza siguen siendo los campos en los que más mujeres trabajan. Pero, si queremos revertir esta tendencia: ¿qué se debe hacer? Empezar por el principio, fomentar las vocaciones hacia el ámbito STEM desde la infancia. Las niñas tienen un buen nivel de desarrollo en las competencias en matemáticas y ciencias. Sin embargo, es en la adolescencia cuando el interés por el ámbito STEM desaparece. Para ello es imprescindible promover su interés mediante el refuerzo de la formación, el reconocimiento a sus habilidades, las experiencias científicas reales, la creación de redes de apoyo o la visibilización de referentes femeninos.
Estas son medidas para el presente, pero sobre todo de futuro. El mundo laboral demanda, cada vez más, conocimientos y formación en tecnologías. De hecho, las estimaciones prevén que las nuevas ocupaciones del futuro estén relacionadas, en un alto porcentaje, con el ámbito STEM. Sin la formación adecuada, las mujeres tendrán un nivel de empleabilidad más bajo y probablemente también lo sea su nivel de ingresos, ya que las profesiones digitales superan, en promedio, la barrera del salario medio.
Además, el bajo nivel de incorporación de la mujer al empleo digital supondrá que los productos digitales o la inteligencia artificial no contarán con un sesgo positivo femenino, perjudicando a las mujeres al no tener en cuenta específicamente sus necesidades.
Estamos en un momento transcendental de nuestra historia. Como sociedad no podemos infravalorar el 50% de la capacidad y el talento femenino de nuestro país. Debemos contar con todo el potencial de nuestra sociedad para hacer que la digitalización, un proceso integral, disruptivo que ha llegado para quedarse, sea beneficiosa para todos y todas. El camino para llegar a la igualdad real y efectiva comienza ahora. Apostar firmemente por la inclusión es el primer paso
Comentarios
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