Otras miradas

Con razón de Almudena Grandes en el Ateneo de Madrid

Miguel Pastrana

Secretario-Coordinador de Actos del Ateneo (2010-2015). Miembro de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles

Almudena Grandes dio alta en el Ateneo como socia con el número 32.853 el 29 de mayo de 2018. -Ateneo de Madrid
Almudena Grandes dio alta en el Ateneo como socia con el número 32.853 el 29 de mayo de 2018. -Ateneo de Madrid

Personas amigas y, como yo mismo, socias del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, me han pedido que escriba sobre Almudena Grandes, ahora cuando está previsto ponerle un cuadro en dicha casa que fue -y sigue siendo-, también la suya. Y aunque no hay nada lo cual yo crea pueda aportar a una figura que es ya para la Historia, no sólo de la Literatura, sino además de la sociedad española en su conjunto, consignaré aquí algunas cosas de mi experiencia personal y también como directivo quien fui de la Junta de Gobierno ateneísta durante varios años.

Lo primero cuanto quiero decir, es que me parece una iniciativa muy buena, estupenda, que el retrato de Almudena Grandes esté en el Ateneo del que era socia y donde participó en actos muy destacados. Yo esto no lo digo ahora, sino que ya lo escribí el mayo pasado en la revista literaria Entreletras. Es cierto que, tanto en mi opinión como en la de muchas personas socias del Ateneo, el actual presidente de la Junta de Gobierno "instrumentaliza" un poco -o un mucho...-, la iniciativa de colocación de retratos de mujeres ateneístas (Clara Campoamor, Carmen de Burgos; la propia Almudena Grandes...) para sus propios fines de cambiar la Constitución de la entidad en un sentido corporativo, muy distinto al históricamente social del Ateneo.

Pensando así muchas personas digo, ello nada tiene que ver -nada- con el hecho "per se". Es justo, es bueno -inclusive "necesario"-, que los retratos de estas personalidades femeninas estén en la casa. Ya lo he expresado en todas las ocasiones cuando he tenido tribuna. Y a quien me pregunta: "¿Y por qué entonces no lo hicisteis la Junta de Gobierno de Convergencia encabezada por Carlos París, que presumís de haber sido la más social?", yo le explico -con un punto de humildad el cual no excluye la conciencia de haber procurado hacer siempre lo correcto-, que en aquella época (2010-2015), no podíamos; batallábamos a brazadas porque -en medio de la terrible crisis económica mundial-, el Ateneo madrileño no sucumbiese como asociación democrática e independiente. Y eso, la verdad, se logró (no lo digo yo; lo recoge la Historia del Ateneo publicada años después y ya con Juntas de Gobierno muy distintas).

Además de eso -prosigo explicando-, en aquella época, por las leyes nacionales en vigor entonces, la Galería de Retratos Histórica, no podíamos "tocarla". No importaba fuese para hombres o para mujeres. Una prueba doy: el retrato de Miguel Hernández que pusimos en 2010 coincidiendo con el centenario del gran poeta español republicano, no pudimos hacerlo propiamente en la Galería; tuvimos que habilitar -con dificultades-, un pequeño espacio en la pared de enfrente.

(Por cierto, que aquel cuadro, el cual la Junta de Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo con D. Carlos París a la cabeza -él mismo descubrió el visillo-, colocó, fue retirado siete años después por otra Dirección de la Casa. Y con la actual, sigue arrumbado en un almacén. Lo digo, por quienes luego se dan "golpes en el pecho" de "progresistas"... tal vez sigue sin "perdonársele" a Hernández -como a París o a quien ahora esto escribe-, su ideal comunista, tal vez... El caso es que a fecha, Miguel Hernández sigue retirado de las paredes del Ateneo, donde estuvo entre 2010 y 2017).

Un conocido socio del Ateneo de Madrid, quien fue Secretario de su Junta de Gobierno, más tarde presidente, y presidente también -llegando a simultanear ambas máximas responsabilidades-, del Gobierno de España con la II República; D. Manuel Azaña -digo- en cierta memorable ocasión, pero también crítica (julio de 1938), expresó que ni en una hora tan grave, él sería cuanto no fue nunca, y cito literal: "un banderizo obtuso, fanático y cerril". Así me permito seguir el ejemplo de mi gran consocio, y por muchas cosas las cuales yo piense que está haciendo mal el actual presidente de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid, Sr. Luis Arroyo Martínez, ésta -la colocación de retratos de socias en la Galería Histórica-, no es una de ellas, sino lo contrario. A él le ha tocado, afortunadamente, un tiempo en el cual es factible hacerlo. Ni a D. Carlos París ni a quien ahora escribe, nos tocó ese tiempo, lamentablemente. Bien nos habría gustado...

Me remonto ahora a otro (tiempo), bastante joven quien esto redacta, que estaba en tierra luminosa, de brisa y también de verso (Alberti, Ana Rossetti, Caballero Bonald...); en tierra gaditana que es, también, mi tierra. En la localidad de Rota, en el verano de 1998, es cuando vi a Almudena Grandes por primera vez. Yo era entonces un marino de la Armada Española destinado en la Base Aeronaval. Pero ya por aquellas fechas escribía y algunas cosas había publicado, sobre todo en poesía.

Cuando tuve conocimiento de que en el roteño Castillo de Luna se iban a escenificar textos del poeta, oriundo, Felipe Benítez Reyes, allí que fui. Y allí es donde vi por primera vez, tanto a Almudena, como a Luis (García Montero), quienes estaban junto a Benítez Reyes (luego supe que pasaban veranos en la localidad, y fue Rota, como sabemos, la que inspiró la novela de Almudena Los aires difíciles). No he de ocultar que para un escritor primerizo, vocacional (mi formación era la de mecánico aeronaval, por eso estaba en Rota) como yo entonces, encontrarme "casi de bruces" en aquel puerto gaditano con quienes ya eran el poeta y la novelista más conocidos de España, me resultó personalmente significativo. No importa que fuera sólo un momento; hasta ahí, yo tenía una visión estereotipada de los autores famosos. Había leído -sobre todo-, a Luis, desde el año 1994. Cuando me hallé en presencia de tales figuras para mí estratosféricas, su naturalidad -auténtica, no impostada-, me supuso un cambio de paradigma. Modificó mi propia concepción de la literatura y del lugar del escritor, de la escritora, en el mundo.

Hasta el verano del 98 en Rota, cuando vi en persona a Almudena Grandes y a Luis García Montero (y a Felipe Benítez Reyes), yo estaba entre quienes piensan que la poesía debe tener necesariamente un punto de "oscuridad" y alambicamiento, y el autor, la autora, una distancia reverencial de lo mundano. Hasta entonces, por ejemplo, yo no sabía leer la poesía llamada "de la experiencia", o figurativa, o "de línea clara". En mi ideal, la forma debía ser otra. Pero en aquel verano de 1998 en Rota, aprendí a leer y, consecuentemente, a gustar, también de aquel estilo. Hoy pienso que la mejor forma para un texto, es aquella en la cual quien lo escribe cree, y quien lo lee, conviene. Así lo considero hoy, discúlpeseme la ingenuidad. Y creo que hubiese tardado mucho más en llegar a ello, o tal vez no habría llegado, de no ser por aquel breve encuentro insospechado con Luis, con Almudena, y con Felipe, en el Castillo de Luna. Con todo, mucho más insospechado para mí era entonces, joven técnico militar de la Armada, que algo más de una década después, en Madrid y en el Ateneo, compartiría hacer cultural y, también, de compromiso cívico, con Luis García Montero y con Almudena Grandes. La verdad, nunca lo habría yo soñado en 1998 en Rota.

Pero la Armada Española me llevó a Madrid, y Madrid, a su Ateneo Científico, Literario y Artístico. Me hice socio. Y me quedé en Madrid, trabajando, ya como funcionario civil, para la ciudad. A principios de 2008, quien esto escribe era presidente de la Sección de Literatura del Ateneo; había sido elegido en urnas el otoño anterior (en el Ateneo madrileño, -históricamente y hasta hoy, si no se cambia como algunos quieren y otros nos queremos-, sus puestos directivos son elegidos anualmente en votación directa de los socios y de las socias, desempeñando sus cometidos altruistamente; sin contrapartida económica). Fue entonces cuando, tras una década, volví a ver a Luis García Montero. Tuve el gusto de compartir tribuna con él en la presentación de Nuevas voces y viejas escuelas en la poesía española, del también ateneísta Juan Cano Ballesta. Aunque no fue un evento "de multitudes" como otros vinieron luego, no olvidaré, para bien, aquel acto. Yo había crecido leyendo las ediciones del profesor Cano de la obra de Miguel Hernández. Era y sigue siendo el mayor especialista. Hacer aquella presentación con él y con Luis me resultó muy grato.

No mucho después, yo había pasado de la Sección literaria, a la Junta directiva -llamémosla, "central"-, del Ateneo ("Junta de Gobierno") en la cual, con la presidencia de D. Carlos París, desempeñaba la labor de Secretario-Coordinador de Actos. No revelo ningún secreto cuando expongo la buena amistad entre D. Carlos, Luis y Almudena. Era gran cultura y sólido compromiso cívico-ético. Desde mi puesto en la "sala de máquinas" -discúlpeseme la querencia profesional...-, puedo dar fe de ello. Aquel período de convergencia del Ateneo merece ser recordado. Vengo señalándolo en algunos artículos y espero que un día algún historiador, alguna historiadora, estudie monográficamente las relaciones entre los grandes cambios en España en 2010-2015 y la actividad de avanzada del Ateneo madrileño en ese tiempo, el tiempo de convergencia.

Se me podrá argüir: "no eres imparcial". Cierto. Tampoco lo pretendo. Simplemente digo: búsquese en las hemerotecas, en los digitales, en las web, en las páginas de "Ágora de la Libertad (Historia del Ateneo de Madrid)"..., todo cuanto en nuestro Ateneo tuvo lugar de exposición en esos años; búsquese... y más de una persona quedará asombrada. Sólo eso digo. Y Almudena Grandes, puedo afirmarlo, participó activamente de aquella efervescencia ateneísta, correlativa y aun muchas veces -ya digo-, "por delante" de la que vivía el país entonces.

Sé que ahora está "demodé" ir diciendo que los últimos veinte años de Ateneo han sido de "decadencia", etc, etc. Cogen para ello un acto aislado aquí, otro acto allá -que además, y conste claro, no fueron en la época de convergencia...-, como justificación. Pero es "solamente" eso: "excusa" -bien que repetida por grupos de interés de manera planificada...-, para una estrategia "reconversora" de una entidad histórica de profunda raíz social y democrática. En definitiva, "propaganda" al servicio de un modelo de entidad que no es precisamente -y esto puedo afirmarlo-, por el cual se asoció y por el cual trabajó Almudena Grandes. Para quienes deseen conocer la Historia ateneísta "de verdad"; la socio-cultural, y la destacada participación de Almudena Grandes, algunos hitos puedo referirles. Soy consciente de que no están todos. Yo refiero algunos que vi y que viví en esos años de convergencia.

Por ejemplo el 14 de abril de 2010, Almudena Grandes participó en la I Lectura pública continuada de la Constitución de la II República española, que organizaron conjuntamente la Agrupación Ateneísta "Juan Negrín" del Ateneo de Madrid y el Partido Comunista de España (PCE). Esta lectura anual -en la cual participaron miles de ciudadanos y ciudadanas (quiero recordar ahora a dos: Concha Carretero, combatiente republicana; compañera de celda de las Trece Rosas Rojas, y Marcos Ana, también combatiente, el preso político más tiempo del franquismo, y poeta)-; esas lecturas, decía, se mantuvieron durante los cinco años (2010-2015) de Junta de Gobierno de Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo. Luego -como tanto...-, se quitó. Ninguna otra Directiva, por más "progresista" que se reclame, quiso que se siguiese leyendo la Constitución española de 1931.

En septiembre de 2011, de nuevo en el gran Salón de Actos del Ateneo de Madrid y también con Luis (García Montero), Almudena Grandes intervino en el acto de presentación del Manifiesto en apoyo de la educación pública. Leyeron el texto, ante más de 200 personas asistentes, Almudena, Luis y el también escritor Javier Lostalé. El Manifiesto -iniciativa del profesor interino Miguel Ángel Sánchez del Valle-, llevaba por lema "La cultura contra los recortes. Por la defensa de la enseñanza pública de calidad". Y entre los firmantes estaban también, José Luis Sampedro, Elvira Lindo, Miguel Ríos, Joaquín Sabina, Pilar Bardem...  Muy poco tiempo después (diciembre de 2011), en ese mismo espacio emblemático, volvieron a participar Luis y Almudena en un acto homenaje a Carlos Berzosa. Presentado por Jaime Ruiz (Sección de Educación del Ateneo) y presidido por Carlos París, participaron también, entre otras personas y además de las ya nombradas, Amparo Climent, Federico Mayor Zaragoza, Julio Aróstegui, Rosa León, Eduardo Mendicutti y Fanny Rubio. (He cogido, precisamente, una hermosa foto de Almudena y Luis en la Galería de Retratos del Ateneo ese día).

Con razón de Almudena Grandes en el Ateneo de Madrid

Casi a renglón seguido -ya hemos señalado que aquel tiempo de convergencia del Ateneo madrileño fue en verdad efervescente; pleno de participación-, en enero de 2012, de nuevo en el gran Salón de Actos, se celebró un acto de apoyo del mundo de la cultura, la política y la ciencia, al diario Público. El acto fue abierto por Carlos París, Presidente del Ateneo, quien también había estado en la redacción del manifiesto de apoyo. Subscribían asimismo, entre otras muchas personas presentes: Olga Rodríguez, Jesús Maraña, Ignacio Escolar, Lidia Falcón, Joaquín Sabina, Maribel Alonso, Fernando Colomo, Ian Gibson... y Almudena Grandes.

Sólo dos meses después (fines de marzo de 2012), en el mismo espacio ateneísta, tuvo lugar el acto el cual los medios caracterizaron como "artistas apoyan la huelga contra la reforma laboral y reivindican la labor imprescindible de los sindicatos". En efecto, el acto -presentado por Luis García Montero-, contó con la participación de los Secretarios Generales de la Unión General de Trabajadores y de Comisiones Obreras. Y además de Almudena Grandes, Pilar Bardem, Miguel Ríos, Juan José Millás..., participaron por vídeo Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat. Un año y pocos meses después, en julio de 2013, en el Salón de Actos del Ateneo de Madrid, "Baltasar Garzón, Luis García Montero, Pilar del Río, Juan Torres, Federico Mayor Zaragoza, Almudena Grandes.... llaman a la convergencia entre movimientos sociales y política". Fue el titular periodístico del momento y la presentación del manifiesto "Convocatoria Cívica".

He querido referir, ahora algunas actividades de Almudena Grandes en el Ateneo de Madrid en un tiempo concreto el cual, como ya he señalado, fue especialmente intenso. A mí no me cabe duda -puedo afirmarlo como Coordinador de Actos que fui en esa época-, que Almudena Grandes, socia ateneísta, contribuyó a hacer -seguir haciendo-, de la bicentenaria asociación, un lugar relevante, comprometido, solidario... Y con aquellas personas quienes sufren la injusticia, el abuso por parte del poder, la discriminación.

Retomando, ya para terminar, la parte más personal de este relato, diré que tuve el honor, en marzo de 2019, de recibir de manos de Almudena Grandes un premio Menina de la Red Transnacional de Mujeres, en acto organizado por Rosario Zanabria en la Sala Clara Campoamor del Senado de España. Evidentemente, resultó un momento muy especial para mí. Una de las últimas veces que vi a Almudena Grandes fue en la librería Rafael Alberti. Era un recital de Joan Margarit presentado por Luis García Montero; "ahí es nada" para quienes amamos la poesía... de aquella velada guardo, entre otras buenas cosas, un ejemplar de "Los pacientes del doctor García" dedicado tanto a mi esposa (que fue amiga de Almudena), como a servidor.

Estoy entre quienes creen que el mejor homenaje a la persona que escribió, es leerla. En ese aspecto, es seguro que Almudena Grandes será homenajeada siempre y a diario. Tener un retrato suyo en el Ateneo, por fuerza es solamente un reflejo de haberla tenido a ella. En tal sentido, no hay imagen la cual pueda devolvérnosla. Y sin embargo, siendo la memoria más que un conjunto de imágenes, ayudan estas, diáfanas, a que no olvidemos. Y recuerdo entonces unos versos indelebles que Luis le dedicó a Almudena hace ya muchos años, poema "La inmortalidad":

"Es otra mi razón. Que no me lea / quien no haya visto nunca conmoverse la tierra / en medio de un abrazo. // La copa de cristal / que pusiste al revés sobre la mesa, / guarda un tiempo de oro detenido".

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