El reverendo anglicano Stephen Sizer ha sido destituido de su cargo de párroco de Virginia Water, condado de Surrey, a unos treinta kilómetros de Londres, por haber compartido en las redes, en 2015, un artículo que sugería que Israel hubiese podido estar detrás de los atentados del 9/11. Un comité disciplinario de la Iglesia ha considerado que el párroco se había involucrado en "actividades antisemíticas", y que el texto era "virulentamente antisemítico".
La disidencia no trascendería más allá de los medios ingleses si no fuese porque llueve sobre mojado en la bucólica campiña inglesa, cuyo centro es la parroquia Christ Church, de Virginia Water, tierra abonada para disidentes políticos españoles desde que el general carlista Ramón Cabrera (Tortosa,1806-Virginia Water,1877) se convirtió en el dueño de los eglógicos parajes, convertidos hoy en la lujosa urbanización de Wentworth, sede del golf europeo. El cura Stephen Sizer, de 69 años, dirigió el púlpito de Virginia Water de 1997 a 2017. Predicó sus sermones, en tono disidente, bajo una lápida de mármol, dedicada al católico español del siglo XIX exiliado allí.
Lo que no ha cambiado del siglo XIX al XXI ni en Gran Bretaña ni en España es la mezcolanza de religión y política. El párroco ha pagado sus insinuaciones políticas con la jubilación anticipada y la destitución; Ramón Cabrera pagó con el exilio, un exilio dorado en el que evolucionó ideológicamente, puesto que cambió la "unidad religiosa" por la "tolerancia de credos". Se casó con una protestante en 1850, ¿cómo podía defender la unidad religiosa para España? Empezó por la tolerancia religiosa y pasó a la diversidad política. Abandonó el absolutismo y la monarquía de origen divino y adoptó el bipartidismo parlamentario que reconocía diferentes ideas políticas entre españoles. Tardó más de veinte años en consolidar su metamorfosis ideológica (lento, comparado con los Toni Cantó de hoy), pero dio el paso en marzo de 1875 al escindirse del carlismo.
El reverendo Stephen Sizer cuestionaba temas teológicos del anglicanismo durante su ministerio, sin embargo, ha sido un texto que insinuaba, en las redes sociales, la posible participación de Israel en el terrorismo del 9/11, la gota que ha colmado el vaso de su disidencia. Un cura de hoy metido en política y un político del siglo XIX metido en la religión se han encontrado en los verdes valles que rodean la iglesia Christ Church de Virginia Water, cuya principal benefactora era la llamada condesa de Morella y marquesa del Ter, esposa de Ramón Cabrera. Cerca del templo anglicano, se encuentra la academia militar de Sandhurst en la que entró el príncipe de Asturias en 1874, cuando sus tutores decidieron que debía aprender del liberalismo inglés en lugar de mandarlo a un internado religioso del imperio Austrohúngaro.
La estancia del príncipe español en Sandhurst duró poco. En diciembre de 1874 viajó a París para pasar las Navidades con su madre, Isabel II, exiliada por haber utilizado la corona para enriquecerse (¿suena a algo actual?). El príncipe no regresó a la escuela, puesto que fue proclamado rey, Alfonso XII, por un golpe de Estado el día 29 del mismo mes. La estancia del príncipe español, de 17 años, por el condado de Surrey fue corta, pero suficiente para verse con el disidente carlista y atraerlo a su causa.
A la residencia campestre de Wentworth, que habitaba y poseía la familia Cabrera-Richards, además de los tutores de Alfonso XII, llegó el famoso banquero José de Salamanca en enero de 1875, enviado de Antonio Cánovas del Castillo, en busca del apoyo de Ramón Cabrera a la Restauración recién inaugurada; antes arribó Práxedes Mateo Sagasta, mandado por Juan Prim, en busca de apoyo para la Revolución de 1868, y allí acudían reyes y dirigentes carlistas en busca de apoyo y dinero del conocido como Tigre del Maestrazgo por su liderazgo en la Primera Guerra Carlista (1833-1840). Todos disidentes de la política española hasta que, algunos, se legitimaron, como se hacía entonces, por golpe de Estado o pronunciamiento militar.
El manifiesto de Sandhurst, firmado el 1 de diciembre de 1874, por Alfonso de Borbón, defendía una monarquía constitucional (¿suena a algo actual?) y fue presentado a Cabrera para que se adhiriese a él mientras duraba la Guerra carlista en España, especialmente en Navarra y el País Vasco. Wentworth fue un hervidero de confabulaciones políticas, que se prolongaron hasta el entierro del catalán en mayo de 1877 en la iglesia, reproducida aquí, que ahora está en boga por la disidencia del párroco.
La internacionalización de la política de Gran Bretaña se plasma en los bucólicos prados, bosques, ríos y caminos hilvanados como un encaje de bolillos. Las praderas de Virginia Water iniciaron el siglo XXI con la presencia del dictador chileno Augusto Pinochet, en arresto domiciliario (1998-2000), pendiente de extradición, solicitada por España, por crímenes contra la humanidad. El ex jefe del Estado chileno regresó a su país por razones de edad y salud tras ser visitado por la ex primera ministra Margaret Thatcher en la casa alquilada en Virginia Water mientras el reverendo Stephen Sizer aludía a ellos desde el cercano púlpito.
A día de hoy, los pulcros campos del club de golf de Wentworth lindan con los jardines de la residencia del oligarca ruso, Petr Aven, en la lista de sancionados por Londres por sus vínculos con el Kremlin y con Vladimir Putin. Petr Aven, y su socio, Mikhail Fridman, al menos, pueden contar lo que les ocurre, puesto que otros oligarcas refugiados en Virginia Water acabaron allí su vida. Mikhail Tolstosheya fue hallado muerto en marzo de 2022; Alexander Perepilichnyy murió mientras hacía footing por calles que llevan nombres como Tortosa, Ebro o Morella, en homenaje a Ramón Cabrera; y Boris Berezovsky, cuya incalculable fortuna empezó a disminuir cuando se enfrentó a Putin, se suicidó en 2013.
El pequeño templo Christ Church fue ampliado a finales de siglo XX con techos y paredes de cristal. El camposanto que le rodea se ha ido llenando con pequeñas, casi diminutas lápidas en homenaje a fallecidos (restringidos) del vecindario. La tumba de Ramón Cabrera permanece altiva y destaca entre cruces desvencijadas y la hierba que campa a su gusto. El reverendo Stephen Sizer, durante su ministerio, preguntó en más de una ocasión: ¿Qué hizo realmente Ramon Cabrera para estar allí? La respuesta podría ser: Perdió una guerra que lideró en España, y, lo que se dice vulgarmente, dio un braguetazo en Inglaterra.
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