Otras miradas

Sumar y el ombligo

Enrique del Olmo

Sociólogo

Sumar y el ombligo
Gustavo Valiente / Europa Press

No sabemos si ha sido el largo, tortuoso y endógeno proceso que ha llevado a la presentación final de la coalición y de las listas de Sumar; si es el síndrome de la espada de Damocles de un Podemos levantisco o si es una desorientación inicial antes del comienzo pleno de campaña, pero observamos con preocupación un nivel de movilización del potencial electorado de Sumar (no cuantificable) por debajo de lo esperado.

El acto de lanzamiento en el espacio El Rastro de Madrid el domingo 18 de junio también denotó un déficit llamativo de falta de presencia de los activos coaligados, en este caso al ser Madrid: Izquierda Unida, Podemos y Mas Madrid. Es decir cada uno se mira el ombligo de su organización antes de pensar y apostar con toda las fuerzas por un proceso social y electoral mas allá de cada nariz. Posiblemente sea esta (¡ojalá!) una percepción falsa. Es como si construidas las listas y ubicado cada uno en su cajón de salida el resto del proceso fuese más o menos prescindible.  Y obviamente esto no es ni de lejos así.

Aquí hay una cifra mágica para lo que denominamos 'la izquierda del PSOE': 45. Para continuar y profundizar la labor positiva del gobierno de coalición, es necesario que el PSOE se mantenga mas allá de los anuncios demoscópicos de los últimos días y que Sumar complete la faena con una franja de electorado que supere los tres millones y medio de electores como mínimo.

El proceso hasta el momento, con la fase de escucha incluida, ha sido de una movilización de vanguardia con esperanza pero con un entusiasmo contenido. Con este flujo no se puede llegar a los objetivos. Después de los resultados del 28-M, hay que afrontar este proceso con la esperanza de que la distancia no es en absoluto insalvable si se es capaz de movilizar al electorado próximo: al que se abstiene por cansancio o desencanto y al que está confundido por la campaña contra el sanchismo. No solo hay partido sino que también hay posibilidades de victoria.

Y ello requiere tensar al máximo las fuerzas existentes para ampliarlas y llegar mucho más allá. Parafraseando a Yolanda Díaz: "Esto no va de eso", no va de eslóganes más o menos curiosos, no va de aparición en TV, no va de redes o, al menos, no va solamente de eso. Esto va de movilizar a todos los colectivos, territoriales o sectoriales, va de llegar mucho más allá de los convencidos, va de resolver las dudas y zozobras de tanta gente, va de mostrar que el futuro del país está en sus manos y que la opción es avanzar mucho más en derechos sociales y humanos o en retroceder a las cavernas antihumanas que nos propone la alianza Vox-PP. Y esa pulsión movilizadora, desgraciadamente, no se ve con la intensidad que debiera y no es cuestión de los 15 días de campaña y dos debates en la recta final. The time is gold y más que oro es oxÍgeno.

Pero este tema central de la movilización afecta también seriamente a la columna vertebral de la alternativa progresista, al PSOE. Hay un arsenal de argumentos para contrarrestar los bulos, mentiras e incompetencias del PP, pero en el trabajo de convencer, movilizar e ilusionar sirve la confianza, la claridad, la pasión y la convicción. Y dentro del socialismo lo estamos viendo, el tremendo golpe encima de la mesa dado por Zapatero en el programa de Carlos Herrera y de sus corifeos es la muestra de lo que hay que hacer demostrar firmeza, convicción y épica. Ver cómo quedaban mudos los profesionales de la intoxicación es la mejor de las recetas para volver a creer para mucha gente y que se visualice con nitidez lo que está en juego. Pedro Sánchez también está siendo claro en la perspectiva, pero la movilización de la estructura socialista está muy, muy lejos de lo necesario y hay demasiados territorios y localidades impactadas por la derrota del 28-J (muchas de ellas injustas) que hacen que el PSOE arrastre los pies.

Hay que fijarse en lo que han hecho tantos y tantos activistas de la izquierda y militantes de movimientos sociales. Por ejemplo, en Madrid, pregunten al concejal Félix Lopez Rey o a la coordinadora de barrios por la Sanidad Pública, que hablen con alcaldes y alcaldesas victoriosos como Nuria Parlón en Santa Coloma de Gramanet, Francisco Rodríguez en Dos Hermanas y Javier Ayala en Fuenlabrada. Y no en la rutina de los comités electorales que se mueven en la periferia de la realidad.

Pero volvamos por un momento a Sumar. Nadie duda de que Sumar tiene que llegar a un electorado que el PSOE no llega directamente, un electorado que ha vivido intensamente la frustración de la caída de Podemos, un electorado que ha perdido ilusión. Esto no significa que simplemente se dirija a un electorado de izquierda clásica. Hay mucha gente que realmente quiere eso: un país mejor. Y para ellos Sumar no puede ser un PSOE-bis.

No es mi pretensión, ni mucho menos, plantear temas programáticos. Simplemente tres reflexiones que tienen que ver con la propuesta:

1. El primero y más obvio es profundizar en la defensa de los derechos de la mujer y de las mujeres mismas frente a la banalidad del mal, que decía Hanna Arendt. Ese problema crucial y está en el centro de las alianzas de la derecha y la ultraderecha.

2. Un segundo tema que es posible que electoralmente signifique poco, pero si es clave en el futuro del cambio: la reforma y mejora de la Administración Pública, vista desde el ángulo de los ciudadanos. La población se ha visto protegida por muchos de sus empleados públicos: los sanitarios son el mejor emblema pero son centenas de miles más los que se dejan el alma en la defensa de la función pública y a la vez siguen teniendo una sensación de maltrato en muchas de las esferas de la administración pública. Esa sensación de maltrato es demoledora para la relación de la población con la democracia. Además esta imprescindible reforma obliga a pensarla de abajo a arriba, de la frustración que siente un ciudadano cuando no le cogen el teléfono o se inicia un proceso de derivación que deja pequeño al Vuelva usted mañana de Larra. El catedrático Carles Ramió señalaba recientemente que el término de administración resiliente que se aplica a la adaptación de una administración en momentos de crisis (covid 19) tiene un gran problema que es que pasada la crisis se vuelve al punto de partida, y eso ha pasado en la Administración Española post covid-19: insuficiencia de recursos, teletrabajo que desatiende a la atención directa, enrevesamiento de sistemas y procedimientos y un largo etcétera.

3. El tercer tema para la reflexión es la inexistencia de autocrítica ante lo que ha estado mal o no ha funcionado, algún día los responsables políticos entenderán el valor social y credibilidad que tiene la reflexión crítica sobre los errores, que no solo no menoscaban sino que dan mucho valor. Tenemos muy cerca el enrocamiento del Ministerio de Igualdad en la Ley del Solo sí es sí, y el daño que ha hecho a la credibilidad del conjunto del Gobierno, pero tenemos otro caso que exige la revisión absoluta de la medida y reconocer el daño causado: el Ingreso Mínimo Vital, según Escrivá se han concedido 627.957, pero según el control de pagos realizado por la AIReF se han pagado 285.000 y el 69 % de las solicitudes son rechazadas. La tortura administrativa a la que se somete a los demandantes es kafkiana, según aquellas personas que apoyan a los demandantes, todo lo del IMV es oscurantista, incompetente y caciquil. La gente que cobraba RMI (la ayuda de Ayuso), incluso aunque fuera menos, no se vuelve de inmediato a ella porque la Comunidad de Madrid no les deja. Se han olvidado totalmente de que  millones de personas (20% ) están en pobreza o exclusión social. Los dos grandes problemas de esa parte de la población son Ingresos y Vivienda, es la clave de cómo pueden valorar las acciones gubernamentales. Pues bien el gobierno PSOE-UP hizo, para lo primero, el IMV, y ha sido un verdadero desastre, no porque sea escaso en cuantía sino por el maltrato organizado en que se ha convertido. Quienes pasan por ahí odian al gobierno PSOE-UP. Respecto a lo segundo: en el plano de la vivienda queda todo pendiente.

Sin abordar ambos asuntos la abstención en las zonas populares seguirá siendo muy superior a la de las zonas acomodadas y hay flujos en ellas hacia Vox, sobre todo entre los hombres jóvenes en los que prende lo de "seremos pobres, pero dejadnos ser machos".

Salir del ombligo, mirar a la calle, convencer e ilusionar es la tarea del momento.

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