El negacionismo está a tope en redes sociales tras ser llamados a desenmascarar al "falso feminismo". Y sale el tema estrella: mucho hablar de Rubiales, pero poco de los violadores por la ley del sí es sí. Hasta el punto de que en redes me han deseado que me viole alguno de los recientemente liberados. Feijoó y Ayuso también han apelado a ir más allá de Rubiales, pero no para reflexionar de lo que nos ocupa (el acoso laboral a las mujeres), sino de violadores (no todos, solo unos concretos), menores tuteladas violadas o que la ministra Montero no dimitió.
Me repugna esta idea de dar a entender que el feminismo está feliz de ver violadores liberados, y que lo digan quienes poco se han interesado por las víctimas. Pero tampoco impresiona. Si en campaña electoral se ha usado a las víctimas de ETA, tampoco deben tener reparos en usar a las víctimas de violencia sexual. Pero tengamos en cuenta algunos puntos.
- Cuando tu socio preferente de Gobierno o cuando la opción que eliges como votante es un partido negacionista de la violencia de género, la legitimidad para sacar pecho en un tema sobre violadores o menores tuteladas (impidiendo investigaciones) es baja o nula.
- Quizás la noticia del preso liberado por la ley del sí es sí en Dos Hermanas (Sevilla) no es el mejor ejemplo para compartir. Su pena acababa en cuatro meses. Fue liberado dos meses antes por la ley. Cuando ha reincidido no ha sido en esos dos meses, sino después de cuatro meses. Es decir, habiendo cumplido su condena completa, también hubiese violado. Una muestra más de cómo lo punitivo no es la única solución. Las terapias siguen siendo voluntarias a pesar de que se reincide menos en comparación con otros delitos, como contra la salud pública o violencia de género.
- Las mujeres hemos crecido sabiendo que hay potenciales violadores y maltratadores a nuestro lado. De hecho, la mayoría de las violaciones proceden del entorno de la víctima. Sin mucho escándalo de la sociedad ni de la política durante años. Al revés, con partidos que se irritan cuando hablamos de educación sexual y afectiva.
- Pero vamos más allá. También hemos crecido con violadores o maltratadores en nuestras calles respaldados por el Estado de Derecho (porque los acusados y condenados tienen derechos incuestionables, por supuesto). Hablo de cuatro casos por los que también hay violadores en la calle antes de tiempo:
- Agresores libres cuando las víctimas están superadas por el proceso judicial y las acusaciones llegan a acuerdos. Dos ejemplos de muchos: "Un hombre que asumió violar una jornalera se libró de la cárcel por 6.000 euros y un curso de educación sexual" y no por la ley del sí es sí o "Dos policías de Estepona acusados de violar se libran de la cárcel y recibirán un curso de reeducación sexual".
- Cuando, antes de la ley del sí es sí, muchas mujeres ya veían reducidas las condenas de sus agresores porque no se consideraba su violación como agresión sino un abuso. Algunos ni pisaban la cárcel. O también cuando pasan dos años en prisión provisional sin sentencia firme y deben quedar libres, como fue el caso de La Manada.
- Cuando la reincidencia se produce durante los permisos penitenciarios. Ejemplo: "Menor violada en 2019 en el Port Olímpic de Barcelona durante el permiso penitenciario" o "Un violador de permiso penitenciario secuestra, viola y apuñala a una mujer en Igualada". O bien cuando han terminado su pena, caso de Bernardo Montoya, asesino de Laura Luelmo.
- Cuando se decide poner en libertad a pesar de informes con advertencias. Ejemplo: volvamos al caso de Dos Hermanas compartido por Feijoó. El tipo ya había sido detenido dos veces en 2015. Fue puesto en libertad porque no había consumado las agresiones sexuales a dos mujeres a las que atacó. A pesar de un informe de la Policía alertando del elevado riesgo de reincidencia, pues ya contaba entonces con cuatro antecedentes contra la libertad sexual.
- Vamos al plano político. ¿La única vez que ha habido violadores liberados ha sido con la ley del sí es sí? No. Y todos los casos son igual de peligrosos para las víctimas.
- En 2015, una reforma del Código Penal por el Partido Popular rebajaba la pena de abusadores sexuales o corruptos. Pasó igual que con la ley del sí es sí. No se añadió una disposición transitoria. La Fiscalía advirtió de la bajada de penas. En cambio, aquí el Supremo dijo que no importaba, que a pesar del error sí decidía aplicarla por estar en una disposición anterior. Y la historia cambió. A pesar de ello, hubo rebajas: de 16 años a menos de 4 años por abuso a un menor o cinco años menos por violencia de género. Nadie dimitió.
- La salidas de violadores tras la anulación de la Doctrina Parot por el TEHD, pero también de algunos de los etarras con delitos de sangre más graves (bajo gobierno de Rajoy). Quedaron en libertad Gallego Fernández, el «violador del ascensor», a pesar de la condena a 273 años de cárcel. O Félix Vidal Anido, «el violador del estilete», que cumplía 70 años de prisión por agresiones con extrema violencia. La mayoría de los que salieron libres reincidieron.
- Sin quitar responsabilidad al Gobierno sobre la ley del sí es sí, habría que reflexionar sobre dos aspectos. Uno, ¿por qué el TS en 2015 sí decidió frenar la bajada de penas con la disposición en una norma anterior? Y dos, las leyes no las aprueba solo el ejecutivo. Salen del poder legislativo. Y no, el informe del CGPJ no habla de rebajas de penas por la parte baja, sino de la alta. En las sesiones del Gobierno del PP se registra la amenaza de que la ley atente a la presunción de inocencia. Poco más. Salió adelante con el conjunto de la Cámara. Y el PP en el Senado, es cierto que la frenó. Pero no por la posible bajada de penas, que ni mencionaron, sino para cambiar una vocal del texto.
Viendo este historial, mejor que algunos no saquen pecho de sus líderes o de sus partidos. Mejor que no abramos el melón de los violadores libres en tantos supuestos, donde no solo la política sino alguna interpretación judicial se vería salpicada. Aquí no hay nadie libre de pecado. La memoria está para eso, para recordar. Y, a veces, viendo ese pasado, es mejor callar.
Comentarios
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