Otras miradas

La curiosa obsesión de una activista de izquierdas por el asesinato de un concejal del PP

Andrea Momoitio

Periodista

Manuel Indiano durante uno de los plenos del Ayuntamiento de Zumarraga.- Imagen de archivo
Manuel Indiano durante uno de los plenos del Ayuntamiento de Zumarraga.- Imagen de archivo

Ana Useros (Madrid, 1970) es documentalista, programadora de cine y traductora. Pero, sobre todo, Useros es activista. Activista feminista y activista de izquierdas. De alguna manera, se obsesionó con Manuel Indiano (Madrid, 1970), un tipo de su edad, concejal del Partido Popular en Zumarraga, asesinado el 29 de agosto de 2000 por ETA. Esta curiosa obsesión se ha materializado en Cuando no se podía (Lengua de Trapo), un libro en el que trata de explicar cómo se configuró cierta izquierda madrileña ante el conflicto armado en Euskal Herria. 

La historia de Indiano, además, es una historia curiosa. Una historia, tal vez, marcada por el silencio. Nació en un barrio popular de Madrid y, durante el funeral de su abuela, se enamoró de su prima: Encarna Carrillo. No se conocían hasta entonces y, probablemente, su idilio supuso un revulsivo en la familia de ambos. A Useros le impresionó esta historia de amor: "Me gusta mucho esa idea de que siendo un amor heterosexual normativo tuvo este tipo de pequeños obstáculos, de edad, de parentesco, que lo hacían casi un amor disidente". 

Manuel Indiano decidió mudarse a Zumarraga, la localidad de Gipuzkoa en la que ella vivía con su hija adolescente mientras trabajaba en el servicio de limpieza del Ayuntamiento. Allí, en el Ayuntamiento, Carrillo preguntó a sus compañeros y compañeras por si alguien sabía de algún trabajo para Indiano. Trabajo, al parecer, no encontró, pero aceptó presentarse en las listas del PP para las elecciones locales. Iba, en concreto, en el sexto puesto. Dicen que le dijeron que no hacía falta afiliarse al partido e Indiano no lo hizo.  

Tal vez, probablemente, dicen que dijeron. Cuando no se podía es un libro que se escribe abrazando las dudas. Escrito, en palabras de la autora, "contra todo criterio periodístico", ha tratado de reconstruir la vida de Indiano a través de la hemeroteca. Ha preferido no contrastar el relato con su entorno. ¿Por qué? Cree que por vergüenza: "Sí, más que miedo vergüenza. Además, no quería depender del relato de la familia. Tengo la sensación de que para ser víctima del terrorismo fuera de Euskadi había que aceptar cierta postura política y radicalizarse en cierta manera". 


Detalles y cercanía 

En la prensa, debido a la falta de presencia pública de Indiano, encontró información sobre él que no es habitual encontrar de otras víctimas. Encarna Carrillo, cuando pudo, se presentó ante la prensa para hablar de su marido aportando detalles y cercanía: "Indiano no estaba preparado para ser un personaje público. No tenía una biografía ya hecha", dice Useros. Quizá, por eso, empatiza tanto con su historia. En el 2000, la lucha contra ETA tenía ciertas características muy mediáticas. Por ejemplo, los funerales se retransmitían en directo en televisión y, así, por la tele, aquel verano, Useros vivió en directo el entierro de Manuel Indiano: "La historia tenía ciertas características, que a mí me hicieron como dos clics en la cabeza. Por un lado, su biografía sonaba rara en comparación con lo que nos estaban contando de otras víctimas y, por otro, sentía que se parecía a mí sin parecerse en nada a mí. Todo podía separarnos de alguna forma y, a la vez, había una afinidad muy fuerte". 

Pero, realmente, lo que quería contar era la historia de cierta izquierda madrileña. Dice que, en ese momento, estaban atrapadas en una encrucijada: "La lucha antiterrorista era la prioridad número uno y la excusa número uno para el recorte de cualquier tipo de libertad, tanto de expresión como de movimiento. La Ley de Partidos Políticos todavía no se había aprobado, pero estaba a puntito [se aprobó en 2003]; había un pacto entre el PP y el PSOE por las libertades y contra el terrorismo [firmado en el 2000] y un clima de persecución judicial contra el entorno de ETA y de la izquierda abertzale". Cierta izquierda madrileña en la que entonces se movía Useros, al margen de la izquierda institucional, no supo tomar posicionarse: "Fue un fracaso que se resolvió, pero que se resolvió en falso". El momento, era complicado: "En el 2000, Aznar consigue la mayoría absoluta, empieza la guerra de Irak, unos aviones se estrellan contra las Torres Gemelas. El terrorismo internacional pasa a primer plano en la agenda política y Aznar consigue lo que él llamaba su mayor victoria: meter a ETA dentro de la lista de los grupos terroristas más buscados a nivel internacional".  

A diferencia de lo que ocurrió en otros momentos –principalmente la guerra de Irak y el atentado del 11M–, Useros cree que la izquierda no atinó en lo relativo al atentado de Manuel Indiano en particular y a los atentados de ETA, en general:  "La estrategia que llamaban antiterrorista era una estrategia de Estado de Derecho securitario, de recorte de libertades y de represión sangrienta. Tendríamos que haberle pedido cuentas a nuestro gobierno y, sin embargo, estábamos atrapadas entre un discurso contra el terrorismo, una simpatía implícita por la izquierda abertzale y ningún discurso en contra de las políticas antiterroristas. Tendríamos que haber salido en contra de la política del Gobierno español porque estaba empeorando y agudizando el conflicto". 


Useros apenas conocía Euskal Herria cuando murió Manuel Indiano, pero el conflicto vasco estaba enormemente presente en su entorno activista: "¿Cómo es posible vivir en un estado donde si yo le tiró una piedra me va a caer una pena muchísimo menor que lo hace otro chaval en otro territorio de este mismo país? Eso para nosotras era una falla democrática básica". El clima represivo estaba enormemente presente entonces y, ahora, con el libro publicado, está presente el pudor. Por eso, Useros abraza tanto las dudas en Cuando no se podía. 

La familia de Manuel Indiano, quizá también por pudor, parece que no sabía nada de su vida en Zumarraga. La prensa de la época contó que no sabían que era concejal del PP ni que su mujer estaba embarazada. En Zumarraga, hasta las elecciones municipales de 1999, el PP nunca había tenido dos concejales. Los comicios se celebraron durante una tregua anunciada por ETA el 19 de septiembre de 1998. En noviembre de 1999, rompían la tregua. Aseguraban que los partidos PNV y EA habían mantenido su "gestión habitual" y no habían buscado "encaminarse hacia un nuevo marco jurídico-político". 

Los presentimientos 

Tras la vuelta a las armas del grupo, el segundo concejal del PP en Zumarraga decidió dimitir. El tercero, el cuarto y el quinto no quisieron el puesto: "En cambio, Manuel, extrañamente, dice: 'Yo voy'; y, además, por lo que dicen, con mucho entusiasmo. Entra en el Ayuntamiento y renuncia a la escolta. Eso, en su momento, se dijo en la tele y a mí me pareció impresionante. Luego, investigando he visto que lo más normal era renunciar a la escolta. De hecho, en ese momento no era obligatorio. Lo hicieron obligatorio después de su asesinato. Renuncia a la escolta, abre un negocio de golosinas, su mujer se queda embarazada y, una mañana de agosto, entran dos pavos en la tienda y le pegan 14 tiros". Ahí, en el mismo "cementerio horroroso" en el que Manuel conoció a Encarna, le enterraron también a él.  


Ella explicó a la prensa que, aquel día, había tenido un presentimiento. Esa sensación forma parte de otros relatos similares. En realidad, sería más bien miedo. Ese día, Indiano salió antes de lo habitual de casa porque había quedado con el panadero: "Eso contradice un poco con la idea de que los grupos terroristas tenían un seguimiento perfecto", dice Useros. Es cierto que, "en los relatos se repite mucho lo del presentimiento, la idea de 'buen hombre' que lucha por la libertad, todos se parecen, pero, en cambio, cuando los empiezas a mirar con lupa ves las diferencias pequeñitas".  

En 1997, la muerte de Miguel Ángel Blanco inaugura, de alguna manera, este relato: "Una persona que era un gran luchador por la libertad, que se mete en el Partido Popular porque quiere luchar por la libertad de expresión y por las libertades políticas el País Vasco; una familia que soporta con entereza todo". Frente a ese relato, también es habitual escuchar que ETA asesinó a muchos políticos poco relevantes. Esta estrategia, denominada como "socialización del sufrimiento", se dio, sobre todo, a partir del atentado contra Gregorio Ordóñez. 

Ana Useros quiere volver a la izquierda madrileña que conoce: "De alguna manera nos estaba como prohibido el empatizar. A lo que yo le doy vueltas todo el rato en el libro es a cómo podríamos haber hecho en el 2000, cómo podríamos habernos manifestado, qué podríamos haber hecho cuando ETA mató a Manuel Indiano y qué consecuencias tuvo esto en la política de los años posteriores". 

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