Otras miradas

¿Qué aleja a las mujeres de la política?      

Lidia Núñez

Politóloga y miembro de Ideas en Guerra

¿Qué aleja a las mujeres de la política?      
Juan Barbosa / Europa Press

Las diferencias ideológicas entre hombres y mujeres han inundado los medios de comunicación desde hace meses ante la necesidad de encontrar una posible explicación. Los últimos datos indican que, efectivamente, los chicos menores de 24 años se ubican cada vez más a la derecha, mientras que las chicas de esta misma generación, la Z, se posicionan más a la izquierda, abriendo así la denominada brecha de género.

Aunque las diferencias ideológicas son llamativas y por qué no decirlo, casi morbosas, la realidad es que esta brecha de género se extiende prácticamente a todos los ámbitos de la política. Porque sí, los hombres y las mujeres se relacionan de manera muy diferente con este mundo, donde la diferencia ideológica es casi lo de menos. Las mujeres muestran sistemáticamente menor interés por la política que los hombres y también suelen participar menos en la política no electoral.

Este distanciamiento ocurre en todos los países europeos, desde los países nórdicos, a los centroeuropeos y los del sur. Y no solo eso, la brecha atraviesa todas las clases sociales, niveles educativos, ocupaciones y edades. Esta diferencia en la manera de relacionarse con la política es muy relevante, ya que una participación política desigual perjudica la democracia. Puede hacer que las demandas de este grupo – que representa a la mitad de la población – no sean escuchadas, algo especialmente grave en este momento de cuestionamiento sistemático de los avances feministas.

Diferente socialización, diferente politización

Esta brecha de género en interés y participación se lleva abordando desde hace décadas en la ciencia política. Desde la infancia, las niñas entienden que la política es "un mundo de hombres", lo que las aleja de ella desde muy temprana edad. De hecho, hay estudios que demuestran que la diferencia en el nivel de interés por la política se hace cada vez mayor con la edad, con las mujeres mostrando cada vez menos interés y los hombres más.

Este sería el resultado de lo que se ha denominado en ciencia política como socialización política de género, un proceso en el que interactúa la socialización política al mismo tiempo que la de género. Es decir, al tiempo que los niños y las niñas asimilan cuál es su rol en la sociedad, desde los colores que les deben gustar, los juegos con los que se deben divertir o qué quieren ser de mayores, también aprenden sobre el funcionamiento de la sociedad y las relaciones de poder. Si lo que las niñas perciben de la política es que está dirigida por hombres y se asocia al conflicto y la confrontación, entenderán que ese no es su espacio.

El feminismo como impulsor del interés

Sí es cierto que se ha ido avanzando en los últimos años, la mayor representación de mujeres en política ha ayudado a que los niveles de interés aumenten, especialmente en las generaciones más jóvenes, pero no han logrado cerrar la brecha. Otro fenómeno que ha sido clave en los últimos años y que podría acercar también la política a las mujeres es el feminismo. La trascendencia social y política de las manifestaciones masivas del 8M de 2018 y 2019 han marcado un antes y un después, especialmente en la mirada de las mujeres sobre su rol en la sociedad y en la política.

El hecho de que un asunto así tuviera tal cobertura y llegara, de forma masiva, a la agenda pública, política y mediática podría haber actuado como mecanismo de activación del interés por la política, especialmente entre las mujeres. Al igual que con las mujeres políticas, el feminismo incita a las mujeres a ver que la política también les pertenece. La identidad feminista también ayudaría a promover la participación y el interés, el reconocerte como parte de un grupo y asumir esta identidad como propia puede impulsar el compromiso político y la confianza para participar.

Si las mujeres hasta ahora veían la política como algo masculino, el feminismo rompe esta barrera y las interpela de forma directa. Este impacto de las protestas como factores determinantes en actitudes políticas se ha demostrado con otros movimientos sociales, tales como las movilizaciones en pro de los derechos civiles en Estados Unidos o las protestas anti-austeridad en Europa.

La divergencia de la generación Z

Estos efectos posteriores a 2017 y 2018, aún son difíciles de determinar. Sí sabemos, según las últimas (y polémicas) encuestas, que las chicas de la generación más joven son las que en mayor medida se identifican con el feminismo, más del 80%, y también que están cada vez más escoradas a la izquierda. De otro lado, los chicos mantienen sus niveles de interés al tiempo que se ubican cada vez más a la derecha, y además, niegan la existencia de la desigualdad de género.

Estos efectos son muy inmediatos, y no podemos prever si estas actitudes se transformarán en comportamiento, ni si la tendencia se mantendrá cuando esta generación sea más mayor. Lo que sí sabemos es que este efecto no se ha traducido en un mayor interés por la política, al menos por ahora.

¿Podría esta divergencia ser consecuencia de las movilizaciones feministas? Podría ser sí, aunque hay muchos otros factores que podrían explicar este fenómeno, como la propia institucionalización del feminismo o el aumento de la polarización, así como factores no meramente institucionales como la expansión de la misoginia en las redes sociales. La cuestión es que esta expansión feminista ha generado dos corrientes prácticamente opuestas.

Lo que sí encaja es que sean precisamente los más jóvenes los que presenten un cambio de actitudes, ya que son los que han vivido estos eventos durante los años más importantes de su socialización política. Un periodo denominado "años impresionables", en el que politólogos y sociólogos entienden que hay una mayor sensibilidad al contexto, y esto hace que los eventos que ocurran en este periodo puedan ser catalizadores de actitudes, no solo en ese momento, sino con efectos a largo plazo.

Además, este ambiente de polarización podría empeorar la situación ya que otra de las explicaciones psicológicas de la brecha de género es precisamente la aversión al riesgo que tienen las mujeres. Una actitud que impide la involucración con la política y que ante un contexto de política del conflicto y polarización podría estar alejando aún más a las mujeres.

Sentir que la política no nos pertenece es peligroso para nuestras democracias, pero especialmente para las mujeres. Sobre todo en este momento en el que se ponen en jaque los importante avances dados en igualdad, no sólo cuestionando los pasos ya andados sino también los muchos que quedan por recorrer. Si las demandas no llegan, seguiremos sin escuchar lo que tiene que decir la mitad de la población.

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