Otras miradas

Disculpen las molestias, nos están matando

Ana Bernal-Triviño

Periodista y profesora en la Universidad Oberta de Catalunya

Concentración en Santander en repulsa por asesinatos machistas.- EFE/ Kike Serrano
Concentración en Santander en repulsa por asesinatos machistas.- EFE/ Kike Serrano


Seis personas han sido asesinadas en 24 horas. ¿Quiénes? Mujeres, niños y niñas. He arrancado así el texto porque si digo seis crímenes machistas en 24 horas lo cierto es que muchas personas dejan de leer este artículo.

Diferente sería si fueran seis personas muertas sorprendidas por un atentado, o si matara un ultra a seis futbolistas, o si asesinara un terrorista a un político, o hubiera un asesino en serie. Con razón, esos crímenes serían lo más importante del día. Pero cuando se dice la palabra "mujeres" y los agresores son sus parejas, los trending topic escasean y más en verano y de fiesta, que "no me molesten con estos temas". En este caso ha habido hasta fortuna informativa, porque en verano hay menos noticias políticas y porque se han asesinado a varias mujeres en 24 horas. Da escalofríos decirlo, pero es la realidad. Si las hubiesen matado cada una en una semana diferente, no pasaría de una noticia despachada en una cola o un breve.

Está muy bien hablar de feminismo, darnos golpes en el pecho diciendo que somos las más feministas del mundo, pero a la hora de la verdad muchas no tienen ni la decencia de poner un tuit sobre las víctimas. Son las mismas que luego nos dan clases de feminismo. O si lo ponen, lo hacen ya horas después cuando se les advierte del error, demostrando que no había sido lo más importante de su día tuitero.

Mientras vemos cómo se instrumentaliza desde los partidos los crímenes machistas, sin pensar que están jugando con unos cuerpos aún calientes y que han vivido bajo la tortura y el silencio, parece que poco más hay que hacer. Y junto a las declaraciones de condena, cada asesinato machista es la excusa perfecta de la ultraderecha para decir que el feminismo y la igualdad no sirven para nada. Tiran de los mitos que difunden por redes y que sirven para retirar apoyo social a las víctimas y reforzar el machismo de los 500 agresores denunciados cada día.


En estos últimos crímenes, lo habitual en los mensajes de ultraderecha en Twitter fue preguntar: ¿y la nacionalidad del asesino, qué? Es todo lo que les preocupa. Pero vamos al grano. 

El crimen en Cuenca, de nacionalidad marroquí. El de Granada, español. En Fuengirola, español y de 70 años. En los otros dos casos, jóvenes. Vemos que hay diferencias de nacionalidad y de edad. ¿Lo común? Los tres han asesinado a sus parejas. Si a estos tipos los hubiésemos sentado en una mesa días antes para hablar, a pesar de sus diferencias, los tres hubiesen dicho lo mismo de ellas: que las odian, que son suyas y que ojalá estuvieran muertas. Ni la nacionalidad ni la edad serían importantes porque les une su forma de pensar sobre las mujeres. Y resulta que es la misma para los machistas, te saltes las fronteras que te saltes. Además, cuando cualquier extranjero viene aquí, ve que los españolitos también las matan y poco ejemplo dan.

Así espero que, frente a ese discurso fácil de racismo y machismo, alguna vez se hable de lo importante. Y es que la violencia machista mata a las mujeres, pero también a su entorno, a sus hijos e hijas que tienen que seguir viendo a sus padres. Que también mata a las madres, padres, hermanos o hermanas de las víctimas que las acompañan. Que cómo podemos ayudar más a mujeres inmigrantes o de movilidad reducida, como era el caso de Fuengirola, que están atrapadas en una telaraña de violencia. Que de nada sirven órdenes de alejamiento sin pulseras y sin investigar psicológicamente a estos tipos. Que no sirve un pueblo que dice ahora a cámara "sabíamos que iba a pasar" pero que dejó que pasara. Que de nada sirven los presupuestos si no hay especialización, si las mujeres ven fallos tras denunciar y si las comunidades autónomas o ayuntamientos destinan las ayudan en cuestiones que no son importantes. Que si hay tipos que aún piensan que "la mato porque es mía", es urgente la educación en igualdad y no algo para quedar bien en declaraciones. Que aunque se pongan tuits tarde, aunque se haya dejado de publicar el número de víctimas en el perfil del Ministerio de Igualdad en Instagram desde hace años, aunque se asuma un perfil bajo, aunque se diga que el feminismo es una fiesta, aunque se hable poco de esto porque se considera que hay otros temas urgentes... la verdad es que sobre la mesa lo que están son nuestras asesinadas. Y que nos preguntemos por qué estos asesinatos no generan tanto escándalo para que no se esté todos los días hablando de ello.

Si has llegado hasta aquí, gracias. Porque has escuchado parte de una realidad que no se quiere escuchar. Porque a ellas no se las oye ni comprende. Seguramente me dirán que podría escribir de otra cosa, pero es que en este frente estamos muy abandonadas y hay que hacer memoria. Porque disculpen las molestias, nos están matando, y más allá de las condolencias parece que a todo el mundo le da igual.

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