Otras miradas

El típico agosto que se rompe España

Guillermo Zapata

Escritor y guionista

El líder del PSC Salvador Illa (c) abandona el Parlament tras ser investido president en el pleno del debate de investidura que se celebró este jueves en el Parlament de Catalunya. EFE/Alberto Estévez
El líder del PSC Salvador Illa (c) abandona el Parlament tras ser investido president en el pleno del debate de investidura que se celebró este jueves en el Parlament de Catalunya. EFE/Alberto Estévez

Es verano, hace calor y se rompe España. España, ya lo sabemos, tiene la consistencia de una galleta en un tazón de leche.

Hay nuevo gobierno en Cataluña. Es el primer gobierno en una cantidad no pequeña de años en el que la presidencia no la tiene el independentismo, sino en este caso Salvador Illa, al que recordarán como ministro de Sanidad en la primera temporada del Gobierno de coalición progresista, la del COVID. A pesar de ello (o quizás por esto mismo) se rompe España.

El motivo es un acuerdo para modificar la financiación de Cataluña que ha firmado el PSC con ERC como condición para la investidura de Illa y que también ha sido aceptado por los comunes junto a una serie de medidas relacionadas con limitar el precio de los alquileres, garantizar la educación o parar los macrocasinos. El Illa que hizo una campaña bastante de derechas ha tenido que mirar a la izquierda para ser President. Relación de fuerzas, se llama.

El follón, como digo, es lo de la financiación autonómica.


Algunas declaraciones al respecto para que vean cómo están los ánimos entre los sospechosos habituales.

Dentro Isabel Díaz Ayuso: "Habrá dinero ilimitado de los españoles para el golpismo".

Dentro declaraciones del Partido Popular: "Illa será el President con la agenda más independentista de la democracia".


Dentro Felipe González: "Si Sánchez sigue cediendo el Estado se desarmará".

Con lo bien que se está con los pinreles metidos en el agua.

Pero, vaya, el debate se extiende más allá de los espacios habituales del "rompismo español" y también entre las filas de las izquierdas. Al menos por ahí es un debate y no exabruptos hiperventilados. Columnas de opinión, artículos, hilos en X (Twitter), etc., sirven de base para un debate que yo, en principio, voy a celebrar. No es especialmente habitual que se hable de forma tan insistente sobre el modelo de estado y la financiación, pero así está siendo.


A pesar de ello, la mayor parte de los debates tienen mucho más de análisis académico (en su vertiente economista o politóloga) que de situación concreta y me temo que tiene también mucho de cubrir posiciones políticas en supuestas verdades objetivas. Me gustaría no participar del debate desde ahí. Lo digo con la mayor claridad que puedo. Soy un madrileño que cree que vivimos en un estado plurinacional, que quiere que vayamos a un modelo de financiación cuya gestión esté lo más cerca posible de los ciudadanos, tanto a nivel de comunidad autónoma como de municipio. Soy municipalista y, por tanto, creo en el poder del territorio para cambiar la forma en la que se organiza el Estado.

Soy un madrileño que quiere que dicho modelo tenga reglas comunes para limitar los regalos fiscales a los ricos y el dumping fiscal, que quiere que se garantice la suficiencia económica para no sólo pagar los servicios públicos, sino avanzar en un Estado del Bienestar del siglo XXI. Creo en el reparto solidario entre los territorios y CREO que hay desequilibrios profundos en nuestro país.

Este es mi planteamiento. Creo que no soy yo el único que piensa que avanzar a modelos más federales y descentralizados es mejor.


Pero para llegar a un modelo, el que sea, tendremos que partir, mínimo, de la realidad de la relación de fuerzas que lo harán posible.

No he leído ningún análisis crítico con el acuerdo catalán que añadiera: "Así que creo que lo mejor es que en Cataluña vayan a unas nuevas elecciones en vez de firmar este acuerdo perjudicial".

Dicho de otra forma, cuando hablamos de política, los argumentos que no tienen en cuenta el conjunto de relaciones políticas que los pueden hacer efectivos (o bloquearlos) sirven, como mucho, para quedarnos a gusto con nuestros planteamientos ideales. Fijar una posición. Ok. Posición fijada. ¿Ahora qué?


Vayamos a lo sencillo. Partamos de lo sencillo. De lo evidente.

¿Significa el acuerdo entre el PSC y ERC para la investidura de Illa que Cataluña tendrá un nuevo modelo de financiación porque Illa sea President? No. Para que haya un nuevo modelo de financiación en Cataluña (o en cualquier parte) hace falta el Congreso de los Diputados.

¿Hay alguna mayoría que podría sacar adelante un cambio en la financiación autonómica en un sentido progresista? Sólo una, la de investidura. Nadie más puede hacerlo.

¿Es necesario por tanto el acuerdo de PSOE, Sumar, ERC, PNV, BNG, Junts y el conjunto del grupo mixto para que haya una nueva financiación en Cataluña? Parece que si.

¿Es entonces posible que para votar a favor de esa financiación se tendría que resolver algunos elementos de esos que generan debate? Parece que también.

¿Puede disociarse esto de ponerle coto al dumping fiscal? No OBLIGATORIAMENTE, pero si en el momento en que alguna de las fuerzas que tiene que votar a favor lo ponga como condición.

¿Cabe entonces que el debate catalán abra el debate más allá del financiación para Cataluña? Sin duda ninguna, porque, por poner un ejemplo, Valencia y los diputados de Compromís que la representan en Sumar muy seguramente no querrán votar una norma sin tener garantizada la suficiencia financiera para la Comunidad Autónoma peor financiada del Estado: la suya.

Por eso me parece sensato y razonable que, frente a los aspavientos de quién cree que España tiene la consistencia de un cartón bajo la lluvia, el resto defendamos que se abre una oportunidad de hacer algo bueno con la financiación autónomica y avanzar en una clave federal. ¿Es esto posible? Lo es. ¿Es lo posible un resultado? No, como su propio nombre indica una posibilidad.

Valoremos dos alternativas. Una es quedarnos con el caduco modelo que tenemos desde hace más de diez años o dejarle España al PP y a Vox, que para eso dicen que es suya. El otro es que el debate se hubiera abierto desde otro lugar y hubiera conseguido un acuerdo de otro tipo, pero con ERC (por ejemplo) fuera del debate. ¿No habría que pactar con exactamente las mismas fuerzas políticas? Con las mismas. Porque para sacar adelante cualquier otra propuesta de financiación, la que más os guste, hace falta la misma mayoría que para sacar esta. ¿Se entiende? Eso, o dejar pasar la legislatura sin avanzar en ello.

Ahora, ¿todo esto se puede hacer a través de acuerdos bilaterales? ¿Debe ser una bilateralidad que permita la libre adhesión en régimen similar a otros? ¿Debe ser multilateral? ¿Debe ser una mezcla?

No lo sé. Incluso voy a reconocer que me importa algo menos. No se trata de tener el acuerdo ideal, sino el mejor acuerdo posible.

Porque lo que si tengo claro sin la más mínima duda es que la política va de hacer posible las cosas. De imaginar modelos, dialogar, llegar a acuerdos y ponerlos en práctica. Serán imperfectos, como todo. Pero muchísimo más imperfecto es no hacerlo.

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