Otras miradas

No separar la obra del artista

Diana López Varela

No separar la obra del artista
Pancartas del 8M - EP

Conocí a algunos hombres así. Tienen un perfil público, progre, aliado y en el mundo de la comunicación abundan como hongos. Te entran por redes sociales y te enredan con movidas de trabajo, no falla. Se han fijado en tu talento y quieren hacértelo saber, puede que lleguen en un momento vulnerable de tu vida que quizás hayas hecho público y, cuando ya se han ganado un poquito de tu confianza empiezan con los mensajes sexuales a cañón. No es seducción, porque para que haya eso tiene que haber correspondencia y deseo. Y eso, se nota. Lo que ellos encuentran, en la mayor parte de los casos es un "jaja" de cortesía e incomodidad. No son tontos, aunque se lo hagan, pero salpimientan su desesperación hablándote de salud mental o de mujeres futbolistas. En su insistencia y en tu confusión, van subiendo pequeños peldaños y enredándote en esa telaraña machista que implica que le acabes confiando parte de tu intimidad a un tipo al que lo único que le importa es hacerse una paja entre chat y chat. Generalmente, son más feos que una nevera por detrás o te llevan varias décadas, pero creen que al final vas a caer porque presentan programas de televisión o de radio, tiene columnas en periódicos o cierto poder en algunos medios de comunicación (¡si sus jefes supiesen lo que hacen con ese poder y el prestigio de esos medios!). Lo que sí saben, y de eso no me cabe duda, es que tu carrera profesional te importa, y mucho. Ligar no es un delito, todas lo sabemos, pero chantajear y exigir sexo a cambio de supuestas oportunidades laborales sí lo es. Una extorsión en toda regla. Y eso no me lo han contado.

El director de cine Eduard Cortés será investigado por la Academia de cine catalán después de que decenas de mujeres relacionadas con la industria audiovisual lo hayan acusado en sus redes sociales de grooming (acoso y abuso sexual online) que ejecutó durante más de 20 años a través de diferentes plataformas y redes sociales. La fotógrafa y directora española Silvia Grav fue la primera que lo señaló hace unos días en su cuenta de Instagram asegurando que el acoso que sufrió por parte de Cortés empezó cuando ella tenía 19 años y él 55. Detrás de ella, vinieron todas las demás mujeres que relatan un modus operandi similar cuando muchas no alcanzaban ni la veintena y este señor se ofrecía a darles clases particulares de cine a cambio de posar "desnuda" y papeles por "sacar tu parte más sexual". No podemos olvidar que Eduard Cortés es el director de la laureada serie juvenil Merlí, emitida primero por TV3 y que debido a su éxito compraron otras plataformas, y que incluye en sus tres temporadas varias tramas sobre violencia de género protagonizadas por adolescentes. Cortés también dirigió recientemente "Ni una más", una serie para Netflix cuyo argumento gira en torno a los abusos sexuales a varias estudiantes. La desfachatez machista no conoce límites y ya empezamos las mujeres a estar muy hartas de los señoros de la cultura que parasitan nuestros espacios y se lucran con nuestro dolor mientras perpetran el crimen que dicen perseguir. Abusadores machistas hay en todos los espacios, eso no cabe duda, pero lo realmente indignante es que todos estos cretinos no serían absolutamente nadie sin su público femenino y sin los impuestos que pagamos todas, porque en este país difícilmente se podría financiar una solo serie o película, e incluso un medio de comunicación, sin las ayudas públicas.

Hace unos días, cuando saltó el caso Errejón, muchas personas bienintencionadas empezaron a cuestionarse si se podría seguir considerando un buen político a pesar de todo (a pesar de acosar a mujeres, que a veces se nos olvida) teniendo en cuenta su gran capacidad de oración y su supuesto empeño en la lucha contra el poder. Para mí no hay debate posible cuando se pone sobre la mesa la cancelación de personas absolutamente incoherentes que han hecho del abuso de poder machista su manera de relacionarse con las mujeres mientras repartían pines feministas. El caso de Errejón no es muy diferente al de Cortés, no solo no se debería separar la obra del artista, sino que la obra debería ser estudiada a partir de la biografía del artista, porque derrumbar las contradicciones entre personas y personajes, entre artistas comprometidos, políticos comprometidos y violadores, también es tarea del feminismo. Es más, yo propongo que los abusadores empiecen a asumir personalmente el daño económico que ellos mismos hacen a ese proyecto colectivo al que pertenecen poniendo en riesgo el prestigio y el trabajo de todas las personas que participan de él. Y que estos tíos no ganen ni un solo euro burlándose de nosotras, me parece un castigo de lo más razonable.

Estos días se ha dicho en repetidas ocasiones que muchas personas sabían lo de Errejón y saldrán otros nombres y quizá algunas diremos que ya los sabíamos, o los intuíamos. Me gustaría recordar que si las mujeres callamos es por pura supervivencia, pero si los hombres callan es por encubrimiento deliberado, o porque son iguales. Los hombres tienen la supervivencia garantizada. Denuncia Clara Galle, protagonista de Ni una más en sus historias de Instagram "Día 2 que sigo sin ver stories de vosotros, amigos compañeros. Daros por aludidos". Si los silencios matan, algunos ya se han suicidado hace tiempo.

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