Otras miradas

La vida va por delante

Marta Nebot

La vida va por delante
Voluntarios en la Ciutat de les Arts i les Ciènces se dirigen a tomar un autobús que les acerque a alguna de las zonas afectadas por las inundaciones a primeras horas de la mañana de domingo en València. EFE/Manuel Bruque

La vida siempre va por delante. Es incombustible para bien y para mal. Sigue y sigue contracorriente, germinando en las grietas, sobreviviendo a la muerte, naciendo de ella, contrariándola eternamente.

Hoy, si me dejo, escribo un presunto poema inspirada por los valencianos en el barro, arrimando el hombro, la escoba y lo que tengan en la nevera. Los ciudadanos, la gente, la vida haciendo lo que hay que hacer sin preguntarse nada más. Aparcando el resto para cuando haya pasado lo peor, para cuando deje de haber vecinos sufriendo desamparados ahí cerca.

Vaya hostia en la cara de los políticos oportunistas e incompetentes. Vaya guantazo a los que creen que pueden inocular su guerrita en mitad de la más auténtica de las guerras, la de la supervivencia.

La masa solidaria que camina por las carreteras valencianas contra el dolor y la desesperación, hacia el epicentro de la catástrofe, no tiene color político, no pregunta a quién votan los que van en ella para auxiliar ni los que están allí esperándoles. Aparcan su ideología para poner en juego algo mejor que siempre debería estar por delante.

Ya habrá tiempo de pararse a pensar antes de votar, de investigar todo lo investigable, de decidir a quiénes quieren poner al frente para la próxima vez, que llegará más pronto que tarde.

La avalancha de preguntas sin responder está contenida tras el dique que grita en cada cabeza: ahora no; déjame que ayude.

En la superficie de todos esos pantanos personales e intransferibles imagino que flotan cuestiones importantes libres de partidismo: ¿Cuántas alertas rojas por lluvia no escuchadas ha declarado la Agencia Española de Meteorología (AEMET) en los últimos años? ¿Esta vez habría sido escuchada por otra administración o los avisos por DANA son los "que viene el lobo" que todas las administraciones desoyen? ¿Habría estado València mejor atendida con la UVE (la Unidad Valenciana de Emergencias) que la administración anterior de Ximo Puig dejó planificada y que la actual tildó de "chiringuito" antes de fulminarla? ¿Por qué Carlos Mazón, el presidente autonómico al mando, tardo tantísimo, más de 12 horas, en dar la voz de alarma? ¿Por qué –a estas horas– sigue sin dar el mando al Ejército cuando lleva cuatro días dejando a gente desamparada a la que no llega?

Feijoo levantó la veda de las acusaciones políticas el día siguiente de la tragedia. Acudió, casi entre cuerpos flotando, a hacerse una foto que le acompañará el resto de su carrera política. El jefe da la oposición, el que se dice hombre de Estado, corrió para retratarse allí antes que el presidente del Gobierno, mientras le culpaba por no haberse saltado a su compañero y presidente de la comunidad, Carlos Mazón, que posaba a su lado con cara de circunstancias.

A la hora en la que entrego este artículo hemos pasado de miembros destacados del PP pidiendo un 155 para València a Carlos Mazón pidiendo un 155 para el Consejo de ministros. En concreto ha pedido poner a siete ministros a sus órdenes.

Pero, más allá de la política, cuando lo peor pase, tendremos mucho que reflexionar todos sobre el cambio climático y sobre cómo nos preparamos para lo que está por llegar, que ya está llegando.

Los meteorólogos advierten de que la subida de la temperatura del Mediterráneo de este verano -y de los que vienen- está detrás de esta DANA y de las anteriores -y de las que vienen- y que cada vez serán más violentas en función de la cantidad de agua que el calor evapore. Los geólogos, de que más de tres millones de personas en España viven en zonas inundables. Los responsables de Protección Civil, que están cansados de ser el patito feo al que todos acusan y del que nadie se hace responsable. Los especialistas en emergencias nos señalan por nuestra falta de cultura básica sobre cómo actuar cuando llegan este tipo de fenómenos y sobre nuestra costumbre de ningunear los avisos y creer que sabemos más que los que saben. El sentido común nos apunta por poner en peligro nuestras vidas porque lo pida nuestro jefe o por pretender salvar nuestro coche.

Tenemos mucho que aprender, mucho que cambiar, mucho por delante. Pero antes tenemos que ayudar haciendo o dejando hacer.

Ojalá los que tienen la responsabilidad dejen las luchas de poder y pongan auténticamente al frente, con todos los medios disponibles, a los que saben y así nos organicemos de la mejor manera posible. Si no, serán responsables también de que la gente complique las cosas por intentar hacer lo que ellos no hacen. Si no, después no se quejen si los ciudadanos concluyen que ustedes no sirven y que se vayan a la mierda.

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