Otras miradas

La antipolítica solo se cura con política

Israel Merino

La antipolítica solo se cura con política
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su visita a una zona afectada por la DANA, en Valencia. Carlos Luján / Europa Press

Definiría como curioso, si soy cortés con los adjetivos y no empiezo a cagarme en Dios ya desde el primer párrafo, cómo en las últimas horas, con medio extrarradio de Valencia sepultado bajo aguas negra y el otro medio pidiendo frente a la improvisada morgue de la Feria de la Ciudad ver a sus muertos, el ojo mediático se ha trasladado desde lo esencial de este desastre, es decir, desde los cadáveres aún hinchados y las flores que no se pondrán y las fotos a color restregadas por el suelo, a una especie de tribuna del Santo Oficio de la Compol desde la que juzgar si gente que lo ha perdido absolutamente todo hizo bien el otro día, este domingo, al tirar barro y gritar que se fueran a sus putas casas – ellos que sí tienen –  a Mazón, Pedro Sánchez y los Reyes de España.

Como digo, tras la visita de las tres instituciones que menciono y los hechos que ya todos hemos visto en decenas y cientos de vídeos, el sector izquierdista, al que suelo referirme casi siempre en esta columna semanal, comenzó a aleccionar desde Twitter con su monumental complejo de Spiderman – pareciera que solo viven en las redes –para hacer ver a los valencianos cabreados que hicieron fatal al tirar barro y pegar cuatro voces a los políticos que visitaron la zona catastrófica mientras seguían aplicando una gestión absurda, dolorosa y mediocre ante el desastre – en este texto se excluye, por cierto la inaceptable agresión física a Pedro Sánchez; esa es una línea muy diferente –.

¿En serio, amigo comunicador, tu primera reacción al ver a gente que lo ha perdido absolutamente todo, desde sus recuerdos hasta la vida de sus seres queridos, tirando barro contra los culpables directos de la situación que ahora viven es cogerlos del bracito, llevártelos al rincón y regañarles muy fuerte hasta que entiendan que la antipolítica es la antesala del fascismo? ¿De verdad me lo estás diciendo? Luego te extrañarás cuando esas personas te escupan en los ojos, te peguen un bofetón y, efectivamente, se sumen a las filas reaccionarias para no volver jamás.

Es obvio que en estos tiempos donde quien capitaliza la desesperación y el nihilismo es la Tenebrosa Trinidad de los malos, los nazis y los de Desokupa, el discurso antipolítico, el de querer quemarlo todo, va a ser una siembra que solo podrán recoger los Alvises y Quiles y demás miserables amorales del espectro que todos conocemos, sin embargo, hay que ser un poquito más hábil y un poquito menos cínico y entender el contexto, las formas y el lugar.

Si queremos que la antipolítica, pasarela perfecta que une el hastío con la ultraderecha, no domine el desastre presente y futuro de Valencia, la única opción moral y efectiva a nuestro alcance es la política, no el discurso o la compol. No valen los discursos cínicos en un momento de cabreo brutal ni montar el quilombito del día porque había, por supuesto que es cierto, cuatro o cuarenta o cuatrocientos nazis infiltrados entre los valencianos cabreados, sino empezar a ser efectivos. Si no queremos que esos seres humanos se abracen a la piara de oportunistas y asquerosos que están capitalizando esta tragedia, la solución pasa por darles razones para que se queden en el lado del Estado y el pueblo, no en gritarles muy fuerte que están siendo útiles para los fachas. Vamos, que a ellos se la pela durísimo que tú estés más preocupado porque su cabreo es útil a las derechas antes que por su desesperada situación. ¿Me explico?

Como digo, la clave para romper esa pasarela antipolítica es que se haga política efectiva, no electoralista, y se empiecen a tomar medidas sin que dé miedo que cierto marco de actuación pueda ser comprado también por el PP. Si hay que pedir la cabeza de Mazón – por inútil – y también la cabeza de Sánchez – por no haber sabido parar los pies a un inútil –, se deberá hacer sin titubeos. Creer en el Estado no va de señalar y menospreciar a todo aquel que clame que esto se está gestionando como el culo, no, sino de presionar para que las cosas se gestionen adecuadamente.

A ver si nos olvidamos de una vez del corporativismo, que ya tenemos una edad.

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