Otras miradas

El giro social del PP, Sumar y Lawrence de Arabia

Guillermo Zapata

El giro social del PP, Sumar y Lawrence de Arabia

El portavoz del Partido Popular en el Senado, Javier Maroto (d3); la secretaria general y portavoz del PP, Cuca Gamarra (d2), y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo (d1), en el Congreso de los Diputados. Europa Press

Lawrence de Arabia es una película maravillosa dirigida por David Lean. Está basada en la novela Los Siete Pilares de la Sabiduría en la que Thomas Edward Lawrence (el Lawrence del título) da cuenta de su experiencia como militar del ejercito británico en la guerra contra los turcos en el contexto del gran teatro de operaciones que fue la Primera Guerra Mundial. La experiencia es relevante porque Lawrence se acercó a las guerrillas nómadas de árabes que destrozaron al ejercito turco con más tropas, más recursos y, aparentemente, mucho más preparado para la guerra.

El auténtico Lawrence que retrata la película, al volver del desierto, escribió para la enciclopedia Oxford, la entrada de la voz "guerrilla", como resumen de su experiencia. La editorial Acuarela publicó un libro con dicha entrada que acompañado de una introducción fabulosa del escritor boloñés Wu Ming 4 (miembro del colectivo Wu Ming) en la que hablaba de la importancia de la idea de guerrilla que popularizó Lawrence en la política contemporánea.

Una guerrilla cuya vocación era no volverse jamás ejército. Una guerrilla cuya supervivencia dependía, sobre todo, de atacar lo menos posible, moverse lo más rápido posible y cuidarse, porque mientras el ejercito regular se basa en que los soldados pueden caer en el campo de batalla en una suerte de relación cuantitativa, en la guerrilla cada combatiente es una singularidad que, si cae, proyecta una sombra sobre el resto que destruye su capacidad de actuación. Por todo eso, la virtud mayor de la guerrilla tal y cómo la entiende Lawrence es la de cuidar la retaguardia, las comunidades que le dan cobijo. Ser, en definitiva, más desierto, más territorio, que ejército.

El librito Guerrilla sirvió de escuela a muchos de nosotros y nosotras para pensar con imágenes nuevas la acción política en los días del 15M.

Lo recordaba esta semana al pensar en el 'giro social del PP', la incapacidad del PSOE para afrontar con un mínimo de solvencia el problema de la vivienda y la forma en la que Sumar ha afrontado dicho 'giro social'.

Vayamos por partes.

El giro social del PP se concreta en una suerte de ofensiva en una serie de temas sociales que escapan de los dos ejes que habían sido la base de la política del Partido Popular en el último año. La ilegitimidad del gobierno por un lado, y la relación con Cataluña por otro. Estas semanas el PP ha hablado de vivienda, ha hablado de conciliación y cuidados y ha hablado de reducción de la jornada laboral.

Que los tres asuntos sean los ejes centrales de la propuesta política de Sumar no es casualidad. No es que el PP tenga ganas de discutir con Sumar en vez de con el PSOE, sino que esos tres asuntos son los nudos fundamentales del modelo de país que está en discusión y Sumar, funcionando más como guerrilla (más rápida, más ágil, más preocupada por la retaguardia – la vida cotidiana de la gente) se ha movido en esos ejes mejor que el pesado ejercito socialista, más preocupado por defender el castillo que por salir al desierto.

Esa posición defensiva, que es marca del modelo político de Sánchez (El Manual de Resistencia) provoca dos efectos complicados. El primero es que los ministerios socialistas tienen enormes dificultades para situarse en los temas que preocupan a la ciudadanía y el segundo es que el asunto crucial de la vida política española, especialmente entre los menores de 40 años, que es la vivienda, es un boquete en la línea de flotación de la política socialista, que no ha sido capaz de romper con el rentismo y que considera que, al fin y al cabo, esa máquina de producir desigualdad y una subjetividad egoísta cada vez más derechizada, es algo parecido a un deseo aspiracional de la clase media española. Aunque así fuera (que quizás lo sea) seguir alimentándola es una pésima noticia para construir un modelo de sociedad y una mayoría política progresista y se lleva por delante a las generaciones más jóvenes.

En esa contradicción está atrapada la ministra de vivienda.

En Guerrilla, Lawrence cuenta que los árabes prefieren perder Medina (dejar de defender el castillo) porque así ganan movimiento y capacidad de acción. Porque saben que a la defensiva sólo pueden perder.

Sumar estas semanas no ha hecho ningún esfuerzo por negar el giro social del PP. Al contrario. Bienvenido sea. Bienvenida sea la discusión política sobre el modelo de país al que queremos ir. Y ahí empieza la diferencia esencial.

La derecha neoliberal siempre critica de la izquierda que la fuerza que le concede al Estado produce sociedades débiles y dependientes, pero justamente en la declinación concreta de las propuestas del PP frente a las de Sumar, se ve quién quiere sociedades débiles y porqué.

El PP plantea que donde manda la ley (por ejemplo en los permisos de paternidad y maternidad o en la propuesta de jornada de 4 días que han defendido), manden los acuerdos particulares entre empresas y trabajadores.

Sumar plantea que sea la ley la que iguale y de fuerza a la parte más débil en esa negociación: las familias y las mayorías trabajadoras. Una sociedad fuerte es una sociedad que se dota de normas que le permiten equilibrar la balanza y liberar con ello la potencia de una sociedad agotada de trabajar y sin tiempo para nada más.

En su propuesta de vivienda, el PP plantea agilizar y facilitar los desahucios y, por supuesto, no cumplir la ley de vivienda. Es decir, propone mantener el desequilibrio entre rentistas e inquilinos y deshacer los mínimos (muy mínimos) mecanismos de protección social que separan a las familias del abismo de un desahucio. Pero sobre todo plantean que la vivienda se aborde a través de la construcción de nuevas burbujas especulativas. Construir más viviendas bajará los precios.

La propuesta de vivienda de Sumar camina en dirección contraria. Prohibir la adquisición de vivienda con uso especulativo, tender a que los contratos de alquiler sean indefinidos o condicionar los fondos estatales de vivienda al cumplimiento de La Ley de Vivienda. De nuevo, gobernar el mercado para que la sociedad se libre de las cargas que impiden que desarrolle todo su potencial.

El PP asume con este planteamiento que vamos a una legislatura larga y, sobre todo, avanza ocupando el espacio de lo social para no dejar ningún recoveco de la pelea ideológica sin cubrir. Esta a la ofensiva.

Sumar ha entendido que la suerte del gobierno pasa por aceptar y superar el envite. Salir, en definitiva, de Medina, y enredarse en el desierto. Con todas las complicaciones y las dificultades que eso tiene, parece mejor idea que quedarse defendiendo un modelo de sociedad que, o bien no existe ya, o bien es una fábrica de producir personas cansadas y entristecidas, o locas de ambición especuladora.

Más Noticias