La urgencia y la gravedad del desafío del cambio climático no dejan lugar a ninguna duda. La reciente DANA que azotó Valencia y otras provincias españolas, cobrando la vida de más de 200 personas, es una tragedia que ha puesto de manifiesto la realidad devastadora del cambio climático en todos los rincones del planeta, incluidos España y el Mediterráneo.
"El cambio climático mata". Estas palabras, pronunciadas por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en Bakú durante la 29ª Cumbre del Clima (COP29), en la que participo, reverberan con una urgencia que no podemos ignorar. "Lo que ha pasado en Valencia no es un hecho aislado, pasa todos los días en cada rincón del planeta. No podemos mirar a otro lado, debemos actuar", insistió Sánchez, subrayando la necesidad imperiosa de enfrentar esta crisis global con determinación.
La tragedia en Valencia es un ejemplo claro y doloroso de cómo el cambio climático se traduce en fenómenos meteorológicos extremos, como la ‘DANA’. Estas inundaciones devastadoras, que han dejado a comunidades enteras sumidas en el caos, son consecuencia de un calentamiento global que está alterando la circulación atmosférica y elevando la temperatura de los océanos. Esta energía adicional en la atmósfera genera condiciones favorables para la formación de eventos intensos como la DANA. Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), el cambio climático incrementa tanto la frecuencia como la severidad de estos fenómenos, aumentando el riesgo de desastres en zonas vulnerables como la costa mediterránea.
Las investigaciones iniciales sugieren que la intensidad de esta DANA habría sido menos probable y devastadora sin el efecto del cambio climático. Este es debido a las actividades humanas, principalmente el consumo de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón. Para conseguir limitar el calentamiento global, es necesario, como estableció la COP28 en Dubai, triplicar las energías renovables, duplicar la eficiencia energética y empezar a abandonar los combustibles fósiles, y hacerlo antes de que sea demasiado tarde. Como señaló en su intervención Sánchez, "Mientras no dejemos de consumir combustibles fósiles, estos fenómenos serán más frecuentes e intensos".
El impacto de esta DANA ha sido devastador: 223 vidas perdidas, familias enteras desplazadas, comunidades sin electricidad, agua potable ni acceso a internet. Vimos calles convertidas en ríos de barro, hogares y negocios destrozados e inundados, calles y carreteras cortadas, coches convertidos en chatarra y amontonados, personas traumatizadas por la experiencia... Un recordatorio escalofriante de la devastación potencial del cambio climático. Se ha creado un comité de crisis y las autoridades europeas, españolas y valencianas han movilizado recursos para ayudar a las víctimas, pero las pérdidas son incalculables y las ayudas una solución temporal y parcial. Es crucial que tomemos medidas preventivas para evitar que tragedias similares se repitan. Porque, desgraciadamente, es muy probable que tengamos más DANAS.
En este contexto, la tragedia de Valencia es un recordatorio de que el tiempo para actuar es ahora. No podemos permitirnos el lujo de la inacción o del negacionismo climático. Debemos comprometernos a reducir las emisiones, a transitar hacia energías renovables y a proteger nuestro planeta para las generaciones futuras. El cambio climático mata, pero aún estamos a tiempo de salvar vidas. Es imperativo no bajar los brazos y que abordemos esta crisis con la seriedad que merece.
Los indicadores climáticos, como el aumento de las temperaturas oceánicas y la pérdida de masa de hielo en el Ártico, han alcanzado niveles alarmantes. Estos cambios no solo afectan a los ecosistemas, sino que también alteran los patrones de viento y precipitación, intensificando fenómenos extremos como el ocurrido en Valencia. Debemos invertir en infraestructuras que puedan resistir estos desafíos y prever protocolos claros para proteger a las comunidades más vulnerables.
Lo ocurrido en Valencia es un doloroso recordatorio de la realidad urgente e innegable del cambio climático. Mientras el mundo sigue enfrentando fenómenos meteorológicos cada vez más extremos, es crucial que reconozcamos la gravedad de la situación y tomemos medidas decisivas. Debemos unirnos en un esfuerzo global para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, adoptar energías renovables y construir infraestructuras y sociedades resilientes.
COP29: una oportunidad crucial para acelerar la acción climática
La COP29 representa una oportunidad histórica para acelerar la acción contra la crisis climática. En este foro internacional, se discute cómo aumentar la ambición y lograr el cumplimiento de los compromisos internacionales existentes en la lucha contra el cambio climático, reconociendo que las temperaturas globales están alcanzando niveles récord y que los fenómenos climáticos extremos afectan a personas en todo el mundo. La cumbre ha reunido a líderes de gobiernos, empresas y la sociedad civil en un esfuerzo conjunto para encontrar soluciones concretas al problema más apremiante de nuestro tiempo.
Un tema clave de discusión es la financiación, ya que se requieren billones de dólares para que los países puedan reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y proteger vidas y medios de subsistencia de los crecientes efectos del cambio climático. Además, es un momento decisivo para que los países presenten sus planes nacionales de acción climática actualizados bajo el Acuerdo de París, que deben entregarse a principios de 2025. Si se implementan correctamente, estos planes no solo contribuirán a limitar el calentamiento global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, sino que también actuarán como catalizadores para los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La Unión Europea y otras naciones deben liderar este cambio, asegurándose de que todos rememos en el mismo sentido para proteger nuestras comunidades y nuestro planeta. Es el momento de actuar con valentía y ambición para asegurar un futuro sostenible y seguro para las generaciones venideras. Solo así podremos evitar que tragedias como la vivida en España se conviertan en la nueva norma.
Comentarios
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