Rosas y espinas

Loquitos por Bankia

Andaba yo preocupado con la llegada imprevista de la primavera cuando me enteré de que las acciones de Bankia valen solo un céntimo. O sea, que aquellos 4.500 y pico millones que invertimos los españoles el año pasado para reflotar las torres inclinadas del principio de Madrid fueron una inversión bastante desafortunada. Siempre me pasa lo mismo cuando invierto dinero. Y esta vez se me está poniendo una cara de chipriota que no veas.

El problema que tengo, querido psiquiatra, es que como vivo en un sistema democrático no me dejan cambiar a los gestores de mi pasta, que mayormente son Mariano Rajoy y Luis de Guindos. O lo que es lo mismo: un holograma barbado y el hermano gemelo de Chiquito de la Calzada. Y en estas me hallo, más muerto que sencillo, mientras le escribo estas líneas desde el manicomio. La habitación no está mal. Y me entra mucho sol. Pero las rejas de la ventana me dejan bandas de blanco en el moreno del pecho, como si fuera un jugador del Inter de Milán.

Querido psiquiatra. Aunque yo reconozco que estoy loco, de atar y eso, me gustaría saber por qué no solo pago para reflotar los bancos con mis impuestos y mi sanidad y mi educación. Si no que, una vez reflotados dichos bancos, mis vecinos, esos vejetes o jovencitos que presumían de preferentistas, con todo lo que la palabra preferente les hinchaba el pecho, han perdido el 61% de su dinero por la caída del valor de las acciones, comunicada tal que ayer.

A veces, cuando la cuidadora me saca a la calle, veo a Rodrigo Rato y a Luis Bárcenas paseando en enormes audis. Visiones que uno tiene. Es lo que sucede cuando se está loco. Pero..., ¿y si fueran verdad? Siento llegar a este extremo, pero si esos dos tíos anduvieran libres por la calle, como yo veo en mis visiones, y me los encontrara de frente, perdería la poca cabeza que me queda y les daría un cabezazo. El cabezazo de un loco, como todo el mundo sabe, duele casi tanto como el recuerdo lejano de una bella amante.

Después, cuando estoy otra vez en mi celda y me cierran por fuera la llave, entro en razón. Al fin y al cabo, que las acciones de Bankia estén a un céntimo es una gran noticia para los españoles. Vale menos una acción de Bankia que una golosina. Es una gran oportunidad inversora. Bajan los precios de los productos básicos. Por mucho que los estigmatizadores del feliz neoliberalismo protesten. Por un euro, se puede uno comprar cien acciones de Bankia gracias a la gran labor de nuestro gobierno. Una acción de Bankia vale menos que un pan. Y Standard&Poor´s aseguran que las acciones de Bankia también se comen.

Solo hay que hacer cuentas. Vale que el pasado año se le regalaran 4.465 millones a Bankia. A los perroflautas investigadores de España, esos de bata blanca y gafitas y coleta, se les dieron 6.400 millones. A repartir entre la ciencia y el Ministerio de Defensa. Que no hay mejor investigador que el que te inventa la bala que no solo vas a disparar, sino que también te va a matar a ti y si tienes suerte a tu hermano.

Aquí en el manicomio, como tenemos mucho tiempo para pensar, comprendemos mejor que el ciudadano medio las políticas que está aplicando este gobierno. Aunque es verdad que Mariano Rajoy, por prescindible, a veces parece más excedente que excelente. No sé. El sol de primavera sigue entrando por la ventana. Es verdad que mi habitación lleva cerrada por fuera desde hace tres días, y tengo un poco de hambre y el olor de mis excrementos no ayuda mucho a pasar el rato. Claro, será cuestión de los razonables recortes que hemos tenido que aplicar para poder, hoy, comprar acciones de Bankia a un céntimo de euro. Las acciones de Bankia son un producto de primera necesidad. Lo decimos todos los españoles. En cuanto me abran la puerta y coma algo, que es que estoy que me desmayo después de tres días encerrado aquí y sin enfermero, voy a correr a mi banco y sacar todo el dinero para comprar acciones de Bankia, que están baratísimas. El chollo del siglo. Y después, aunque hoy no haya elecciones, pienso votar al PP, y al PSOE y a IU y a todos los que nos hicieron ricos desde ese fabuloso consejo de administración de Bankia. El pan está cada día más caro. Las acciones de Bankia no. ¿Cuál es, entonces, el producto más básico? No estoy loco, no. Aunque la puerta siga cerrada, sabed que yo no estoy loco.

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