Rosas y espinas

Negros en el fondo del mar

barcoComo he ligado poco últimamente y dedico menos tiempo del habitual a escribirle sonetos a las damas, desperdicio mis solaces de estos días en un asunto de no menor enjundia que el galanteo, cual puede ser la política internacional. Extrañado quedéme en la madrugada del jueves cuando 300 personas se ahogaron frente a las costas de Lampedusa. No por los ahogamientos, que soy hombre de mar. Sino porque eché mucho de menos que Occidente y los luchadores por la libertad no invadiéramos inmediatamente algún país lejano, con petróleo, en venganza por dichas muertes.

De todos es sabido que, cuando hay alguna muerte masiva e injusta, solo es posible regresar al orden y a la justicia invadiendo un país lejano con petróleo. Pasó cuando el 11-S y la inevitable guerra de Irak, y lo subsecuente de masacrar un rato más tarde a Afganistán no deja de tener cierta relación con el petróleo. No en vano, este coqueto país limita con Irán, con Uzbekistán y con Tayikistán. Luchar por la libertad sin que haya petróleo de por medio es esfuerzo baladí. Estas inteligentes y razonables invasiones, en las que apenas murieron unas decenas de miles de niños, fueron consecuencia del asqueroso asesinato de 3.000 personas en el World Trade Center. Ahora, como solo han muerto 300 personas en Lampedusa, comprendo que haya que invadir algún país con petróleo más pequeño que Irak o Afganistán. La cifra manda. Pero no entiendo que nuestras autoridades occidentales aun no hayan ordenado ninguna invasión, y eso me hace pensar que nuestra política internacional se desenvuelve de forma escasamente aritmética. Y eso causa una enorme pena en el gremio de los matemáticos. Y quizá también entristezca a alguna que otra persona con algún rasgo de humanidad.

derechosAl menos 300 viajeros ilegales han sido asesinados por el mar, ¿por el mar?, este jueves frente a las costas de la isla italiana de Lampedusa. Quizá la razón por la que aun no hayamos invadido un pequeño país con petróleo sea que estos viajeros ilegales eran negros. Ya se sabe que el color de la piel o la nacionalidad no inciden en absoluto a la hora de tener más o menos derechos, según la última Declaración Universal de Derechos Humanos. Que todos nuestros países cumplen a rajatabla. Pero se dan este tipo de despistes cuando los asesinados son 300 viajeros africanos, y no 300 sedentarios encorbatados. Y por eso, esta vez, aún no hemos invadido ningún pequeño país con petróleo para honrar la memoria de esos negros viajeros asesinados por el mar. ¿Por el mar?

Ayer, tomando unos dry martinis con Barak Obama en el bar del Air Force One, le decía yo al presidente que no estaría mal invadir Osetia del Norte, allá en el Cáucaso, para vengar esta tragedia. Por elegir un país de tamaño proporcional a mi tristeza. Y no dejó de ser comprensivo con mi propuesta el primer presidente negro de los EEUU.

President_Barack_Obama-Coño, Malvar -me dijo Obama, aunque en inglés-. Lo de Osetia del Norte está bien, que yo sé que eres un tío estudiado y me das muy buenos consejos -el primer presidente negro de los EEUU es siempre muy condescendiente con mi persona, quizá porque soy blanco-. Pero es que justo debajito de Osetia del Norte está Osetia del Sur, y más debajito está Georgia.

-¿Y qué pasa? -le dije-. ¿Te vas a rajar porque acabas de descubrir que existen sur y norte? Pues invade Osetia del Sur, véngate de la muerte injusta de esos 300 viajeros negros y no andes con más casablancadas, que los dos la tenemos lo suficientemente grande como para no poder cogérnosla con papel de fumar -es mentira, nos la cogemos y el papel de fumar nos da dos vueltas, pero este tipo de baladronadas fascinan a los presidentes de EEUU.

-Malvar, no tienes ni puta idea de política internacional -me contestó Barak en pentámetro yámbico-. Al sur de la Osetia del Sur está Georgia.

-¿Y eso qué? -le pregunté vagamente anonadado.

-Coño, Malvar. Que si le digo a la comunidad internacional y a la gente decente de este mundo que estoy invadiendo un sitio al norte de Georgia, se van a creer que estoy invadiendo Tennesse o Carolina del Sur, por ponerte dos ejemplos.

-Ahí es verdad que llevas razón, presidente, porque las gentes de bien, civilizadas, cultas y demócratas han descuidado un tanto el estudio de la geografía. Pero algo habrá que invadir, que han muerto 300 tíos. Hasta el Papa dice que es una vergüenza.

Valga como excusa que en el bar del Air Force One siempre te ponen garrafón. Pero al final Barak y yo decidimos no invadir ningún pequeño país con petróleo en venganza por estas 300 muertes. Si uno lo analiza con ecuanimidad, ellos se lo buscaron. No hay culpables. No hay mafia. Todo el mundo tiene exactamente las mismas posibilidades en cualquier lugar del planeta. Los que pasan hambre es porque no trabajan. Africa está llena de vagos que practican surfing hacia nuestras costas en busca de operarse las tetas gratis a costa de nuestra sanidad pública y de hacerse un doctorado pagado por el ministro Wert, que es muy desprendido.

Cierto es que en los últimos 20 años unos 25.000 africanos se han ahogado, como estos 300 viajeros de Lampedusa, por ese capricho empecinado que tienen los negros de turistear nuestras costas. Pero nadie manda a esos negros practicar deportes de riesgo. Eran viajeros, como cualquiera de nosotros, y están en el fondo del mar, matarilerilerile. Como nuestra conciencia, matarilerilerile. Como nuestra conciencia.

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