Los indecisos tienen un encanto especial. Resulta que suponen más de un tercio aun de los posibles votantes y sin embargo, por mucho que buscas, nunca te encuentras a uno. Yo he pasado años rastreando por España un indeciso para hacerle una foto desnudo y vendérsela a la portada de Interviú, y no hay manera. El español es terco en sus errores, pero jamás indeciso. Las encuestas engañan. Un español solo podría ser indeciso por decisión propia y firme, así que hay que meditar si esto de los indecisos no será otro bulo sociológico nuestro.
En España, lo que sí hay, es el votante improvisador. Eso nos va más. El improvisador es, paradójicamente, un votante previsible. Protesta y grita durante toda la jornada electoral dejándonos los bares inhabitables y, casi a las ocho, se acerca a las urnas para votar lo de siempre. En ese votante tienen tanto PP como PSOE puestas todas sus esperanzas.
A este votante, que seguiremos llamando indeciso para no afear las demoscopias, es al que van dirigidos los discursos electoralistas más burdos. O sea, casi todos. El votante indeciso no necesita ideas que lo alimenten, sino espuelas que se le claven en el costillar para lanzarlo a votar al galope. Yo creo que estas masas de indecisos, al final, son las que más votan. Y la abstención está poblada de cambiadores del mundo que lo tienen todo tan claro que al final no ven necesario acercarse a las urnas.
Hablo mucho estos días con candidatos de la nueva y la vieja izquierda española, y todos coinciden en decirme que las encuestas minimizan sus posibilidades reales. En el fondo, sueñan que el 24-M será otro 14 de abril del 31. Yo les llamo ingenuos y se me enfadan. La izquierda española no se da cuenta de que España es un país de derechas, y lo seguirá siendo, a causa de los indecisos. Es una pena decirlo, pero los indecisos siempre serán el gran lastre de nuestro derecho a decidir.
El indeciso, en el fondo, es un cobarde. Frena los grandes cambios porque estos no le permitirían seguir siendo indeciso. Eso lo ha entendido muy bien Ciudadanos y muy mal Podemos. C´s viene dedicándose al indeciso del PP mientras Podemos ha intentado que el indeciso tome una decisión. Lo llevan claro. Leía el otro día que Podemos ha logrado captar ese amplio voto de abstencionistas jóvenes, y no tan jóvenes, que nunca se habían preocupado por la política hasta que la política les robó sus casas, sus futuros y sus trabajos. No lo voy a negar. Pero después Pablo Iglesias rebajó su discurso, y se puso en modo socialdemócrata para seducir a los indecisos. Craso error. El indeciso nunca será tan azaroso como para arriesgarse al cambio, y el elector revolucionario ha visto cómo su ilusión se desvanecía en la blandura del neodiscurso conciliador de esta segunda versión edulcorada de Podemos. Si realmente se quiere cambiar el mundo, hay que despreciar ese voto somnoliento del indeciso. En caso contrario, esa joven izquierda española debería cambiar su nombre y rebautizarse No Podemos. Que es, en el fondo, lo que está pasando. Triste España.
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