La rueda de prensa que convocó ayer Esperanza Aguirre no dejó indiferente a nadie. Con 50 minutos de retraso y sin disculparse por ello, la presidenta del PP madrileño sufrió un episodio de amnesia y quiso compartirlo con todos los asistentes. Aguirre olvidó por completo toda su campaña electoral marrullera; en unos segundos, se le borraron de la mente todas descalificaciones y mentiras que utilizó contra sus rivales políticos, las acusaciones contra el candidato socialista, Antonio Miguel Carmona, de querer llegar al poder a toda costa.
Entregada por completo a esa amnesia, llegó a decir que el PSOE presentó un programa electoral "que desde luego nosotros compartimos", aunque no fuera eso lo que ella transmitiera en cada una de sus intervenciones de campaña. Personalmente, no me sorprende esa propuesta de pacto anti Ahora Madrid, tratando de situar en el mismo frente al PP, al PSOE y a Ciudadanos. ¿No ha hecho lo mismo la malograda Rita Barberá con "la hostia" que se ha pegado en Valencia? ¿No es lo mismo que haría Rajoy en noviembre si viera que Podemos le saca de La Moncloa? Apostar por 'un pacto de Estado para abatir a los anti-sistemas'.
Lo que sí me sorprendió más es que, a diferencia de sus colegas de partido que piden una renovación del partido y de lo que ella misma asegura, se aferra al cargo. Mientras barones como Alberto Fabra, Juan Vicente Herrera, Luisa Fernanda Rudi o José Ramon Bauzá quieren abandonar sus puestos, Esperanza Aguirre quiere ser quien lidere la reforma. No se da cuenta la lideresa que los términos "renovación" y "Aguirre" son incompatibles.
De nuevo nos topamos con la amnesia. La candidata popular a la alcaldía olvida cómo la corrupción ha campado a sus anchas en la Comunidad de Madrid mientras ella era la presidenta, cómo sus colaborades más cercanos, como Francisco Granados, han robado a manos llenas, cómo la Gürtel se gestó bajo su feudo. Olvida Aguirre sus insultos a los agentes de la autoridad, sus mentiras en sede judicial, sus zancadillas continuas y cuchilladas por la espalda a compañeras de partido como Ana Botella o Cristina Cifuentes. Pasa por alto la lideresa cómo ella misma 'regeneró' las listas municipales desde el PP de Madrid, colocando a dedo quien debía favores, a quien se los pedirá o, sencillamente, a sus fieles servidores, lo que le fraguó acusaciones de ediles que tacharon al partido de "agencia de colocación".
En suma, olvida Aguirre que ella representa más la degeneración que la regeneración. No puede, por tanto, presentarse como la esperanza de la democracia. Si lo que en realidad pretende es postularse como candidata del PP a las generales, desplazando a Mariano Rajoy, quizás debería mirar más hacia VOX, con el que cada día que pasa presenta más puntos comunes. En su partido, desde luego, se lo agradecerán.
Comentarios
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