Ayer conocimos el ingreso de la vicepresidenta Carmen Calvo por una insuficiencia respiratoria, sin que hasta el momento sepamos si el motivo es el coronavirus. En cualquier caso, ese no era el quid de la cuestión para la derecha rancia infradotada que puebla las redes sociales; lo realmente importante era que ingresara en una clínica privada después de defender la Sanidad Pública. Habiendo detectado la limitación intelectual de quienes cargaron contra Calvo por estos hechos, ofrezco aquí una pequeña guía con ejemplos básicos para una mejor comprensión. En todo caso, recomiendo que los de sesera más hueca, lo lean poco a poco para, de este modo, disfrutar de una mejor asimilación del contenido y evitar dolorosas jaquecas ante tal ingesta de información.
Comenzaremos con algunos ejemplos básicos, rozando niveles de jardín de infancia, por aquello de ir calentando: se puede rechazar el color rojo para vestir y, sin embargo, encontrar en este tono el ideal para alguna de las paredes del salón. Es posible criticar los sueldos millonarios de los futbolistas y sacarse cada año el abono de tu club favorito. Que a uno le encante un Ribera de Duero no es incompatible con que no le haga ascos a un buen rioja.
Si en este punto nota cierto dolor agudo en las sienes o un latigazo que parte del cogote y se proyecta hacia el frente, detenga la lectura o pida ayuda a, al menos, un par o tres de compañeros de fatigas derechonas, que entre todos quizás terminen de entender el texto.
Vamos allá con ejemplos algo más complejos. Es posible criticar el abuso de la comida basura y, en cambio, apetecer comer un hamburguesa o una pizza de vez en cuando. En esta misma órbita culinaria, se puede ser omnívoro (no solo de serie, sino por convicción) y respetar las opciones vegetarianas e, incluso, compartir causas contra el maltrato animal en las granjas.
Si pese al apoyo del resto de compañeros con los que intenta alcanzar la compresión media de un sólo individuo el dolor de cabeza persiste, abandone la lectura, que vienen curvas para su malograda neurona:
Se puede defender la libertad religiosa y cagarse en dios, es posible cargar contra las casas de apuestas y el juego online y echar una Primitiva, se puede ser feminista y encantar llevar tacones y maquillarse...
¿A dónde quiero llegar? A que es posible defender y pretender un Sanidad Pública gratuita y de calidad y ser usuari@ de la sanidad privada. Lo importante es asegurar que ni una sola persona se quede en la estacada a la hora recibir esa atención sanitaria pública de excelencia. Llegado ese punto, será elección personal de cada cual optar por un modelo de sanidad u otro, pero sabiendo que de no poder recurrir a la privada si ese era su deseo, siempre contará con una pública de gran calidad.
Lo mismo sucede con la educación. Defender una Educación Pública de calidad y gratuita no es incompatible con que después l@s hij@s estén escolarizados en la privada. De nuevo, lo prioritario es el enfoque inclusivo, ese que lleva a que la Educación Pública tenga todos los medios, todos los recursos necesarios para ofrecer esa calidad.
Como vemos, no es incompatible defender lo público y recurrir a lo privado. Sí es incompatible desde el punto de vista ético intentar desmantelar la Sanidad Pública, beneficiar al sector privado hasta el punto de externalizar hasta los laboratorios -que luego contratan al consejero que los externalizó- y después recurrir a lo público cuando vienen mal dadas. Esa es Esperanza Aguirre, que ya está en casa porque la Sanidad Pública le ha tratado mucho mejor de lo que hizo ella a la inversa cuando presidía la Comunidad de Madrid.
Ayer el rebaño de cabezas huecas siguieron una vez más, de manera aborregada, el cayado de sus pastores sin entender lo que hoy aquí se expone. Quizás la columna, entre varios de estos sujetos de mente limitada o, incluso, con ayuda de sus hij@s, cambie el modo en que sus cerebros recalentados ven el mundo.
Cosa bien distinta habría sido que apuntaran hacia otra cuestión que yo, personalmente, nunca he entendido y siempre he criticado. Calvo asistió a una clínica privada porque, como funcionaria pública que es, cuenta con sociedad médica. Por eso sorprendía que ayer, incluso, funcionarios de extrema-derecha que gozan de estas mismas sociedades criticaran los hechos. Eso sí es hipocresía. Y es que todos los funcionarios, desde la enseñanza, a los distintos estratos de la Administración General del Estado al mismo ejército, tienen abierta la opción de sanidad privada. De hecho, en el caso de los civiles, se estima que el 80% recurre a ella.
Esos hechos no son exclusivos de este gobierno, sino que se remonta a la dictadura franquista. La Mutualidad Genera de Funcionarios Civiles del Estado (MUFACE) fue creada en 1963 y entre titulares y beneficiarios suman cerca de 1,5 millones de personas usuarias. No parece muy lógico que precisamente el sector público alimente de este modo el sector privado, algo, por otro lado, que han defendido incluso los sindicatos en su defensa de los beneficios del trabajador/a. Los defensores del modelo aseguran que el coste sanitario de cada funcionari@ es cerca de la mitad cuando se recurre a MUFACE que cuando se opta por la Sanidad Pública, algo sin duda que merece un estudio pormenorizado o una clarificación más sesuda que, mucho me temo, esta derecha rancia esta lejos, incluso, de siquiera plantearse.