Una vez más se ha desatado una campaña de descrédito internacional contra el Gobierno de Chávez de Venezuela, intentando relacionar tal Gobierno con bandas terroristas colombianas. El presidente saliente de Colombia, Álvaro Uribe (pocos días antes de traspasar su mandato al nuevo presidente, Juan Manuel Santos) publicó toda una serie de fotografías y documentos que, supuestamente, mostraban tal apoyo del Gobierno de Chávez a los terroristas colombianos. Y, como era de esperar, los medios escritos y televisivos españoles de mayor difusión colaboraron extensa y activamente en esta campaña anti Chávez.
Lo que tales medios no han dicho es que esta campaña no es nueva. Todo lo contrario, era muy predecible. Mark Weisbrot, uno de los mejores analistas de América Latina, había predicho hace ya varios meses en el rotativo británico The Guardian que estas acusaciones aparecerían ahora, cuando la nueva asamblea (la Asamblea Nacional) será elegida en septiembre. Venezuela ha tenido 13 elecciones o referendos desde que el presidente Chávez fue elegido en 1998. Y cada vez, antes de las elecciones, se han hecho las mismas acusaciones de complicidad del Gobierno Chávez con los terroristas y/o con el narcotráfico colombiano. No era, pues, de extrañar que aparecieran de nuevo, y así ha ocurrido. La historia se repite.
Pero ¿hay algo de cierto en ello? No, según una de las personas que probablemente sabe más sobre este asunto, el general Douglas Fraser, jefe del Comando Sur de EEUU, responsable de vigilar las actividades terroristas en el hemisferio sur. El pasado 11 de marzo, frente a las preguntas en el Senado de EEUU del senador John McCain (que fue candidato republicano a la Presidencia en las últimas elecciones de EEUU), sobre las conexiones del Gobierno de Chávez con las fuerzas terroristas, el general Fraser contestó (y cito textualmente): "Hemos estado vigilando la situación muy de cerca y no hemos podido comprobar que exista una conexión entre el Gobierno y los terroristas". Esta contestación indignó al ultraderechista McCain, que llamó, en protesta, a la secretaria de Estado, Hillary Clinton. El Departamento de Estado llamó al general al día siguiente y el jefe de la oficina latinoamericana, Arturo Valenzuela, le pidió a Fraser que, por razones políticas, utilizara otra expresión, diluyendo su negativa. Al día siguiente, el general Fraser corrigió su testimonio.
Otra voz nada sospechosa de simpatías chavistas es nada menos que Angelino Garzón, el nuevo vicepresidente del Gobierno colombiano bajo la Presidencia de Santos (sucesor de Uribe, del que fue su ministro de Defensa). Tal señor ha alabado a Chávez por haber alentado a las guerrillas colombianas (los llamados terroristas) a dejar las armas y abandonar su estrategia de lucha armada. En una entrevista a Radio Quito de Ecuador, Garzón dijo (y cito textualmente): "Yo valoro muy positivamente las declaraciones del presidente Chávez en las que les dijo a las guerrillas colombianas de que su lucha armada no tenía sentido". En esta cita, el vicepresidente de Colombia hacía referencia a unas declaraciones que el presidente de Venezuela había hecho unos días antes, indicando que la lucha armada de las guerrillas estaba siendo utilizada por las ultraderechas en Latinoamérica –y apoyada por EEUU– para intervenir en América Latina. El presidente Chávez añadió: "No hay condiciones en Colombia para que puedan alcanzar el poder. Y están proveyendo la excusa para que el poder militar estadounidense penetre en Colombia y desde ahí ataque a Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Cuba". Santos había invitado a Chávez a las fiestas de inauguración de su periodo presidencial, el 7 de agosto. En este contexto, las declaraciones de Uribe intentaron romper esta posibilidad de diálogo.
Venezuela tiene una frontera de 1.375 millas, gran parte de la cual limita con las selvas que bordean Colombia, de difícil penetración. El director de Organización de los Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, ha indicado que "es difícil controlar aquellas fronteras. Uribe se enfada porque Chávez no controla el lado venezolano, pero el hecho es que Uribe tampoco puede controlar el lado colombiano". En realidad, y tal como indica Mark Weisbrott (The Guardian, 28-07-2010), el Gobierno de EEUU tampoco puede controlar satisfactoriamente la movilidad de armas, drogas y personas en sus fronteras con México, y ello a pesar de tener más recursos y tecnología que el Gobierno venezolano.
Estos son datos que el lector no habrá leído en los medios españoles de mayor difusión. Otros datos que el lector tampoco ha leído en aquellos medios incluyen el hecho de que la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha criticado, una vez más, el deplorable estado de los derechos humanos en Colombia, definiéndolo como un Estado en que la impunidad en la violación de tales derechos caracteriza la situación en aquel país. El portavoz de tal comisión, Fabián Salvioli, presentó como ejemplo palpable de esta situación el caso de los "falsos positivos", personas asesinadas por ser "terroristas" que no tenían nada que ver con la guerra en aquel país, asesinatos que se realizaron para poder mostrar éxitos en su campaña militar presentando a los asesinados como miembros de la guerrilla.
Y otra noticia silenciada es que el presidente Uribe amenazó al magistrado Yesid Ramírez por pedir al fiscal del Estado que investigase al hijo del presidente, Tomás Uribe, por corrupción y compra de votos en las elecciones de 2006.
Estas y muchas otras noticias no aparecen en los cinco rotativos de mayor difusión del país, cuya militancia anti Chávez diluye su supuesta imparcialidad informativa debida al público. El lector debería exigir mayor equilibrio en la cobertura que de la realidad dan los medios, pues es imposible saber lo que ocurre en el mundo, incluyendo Latinoamérica, sin una mayor diversidad en la información proveída en ellos.
Vicenç Navarro es catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y profesor de Public Policy
en The Johns Hopkins University.
Ilustración de Mikel Jaso.
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