Dominio público

La crisis de Gaza y la presión internacional

Alon Liel

Exdirector general del ministerio de Exteriores de Israel y embajador en Sudáfrica

Alon Liel
Exdirector general del ministerio de Exteriores de Israel y embajador en Sudáfrica

Tanto israelíes como palestinos están atravesando unos días difíciles. Desde el secuestro y el asesinato de tres jóvenes israelíes en junio ha habido inestabilidad en la región.

La ascendente cadena de sucesos va de operaciones a gran escala del ejército israelí en Cisjordania, a la muerte de un muchacho palestino en Jerusalén oriental, a ‘kahanistas’ israelíes que amenazan con atacar a los árabes en todo el país, a multitudes árabes que se manifiestan violentamente, a cohetes que se disparan desde Gaza contra Israel y a un ataque israelí sobre Gaza.

La violencia nos apena a todos, especialmente a aquellos cuyas personas queridas han resultado afectadas y pueden continuar viéndose afectadas. Sin embargo, durante estos días en particular no podemos permitir que el sufrimiento nos paralice. No podemos permitir que el dolor no separe de nuestra obligación de lidiar con la realidad fundacional de esta situación, y con la cadena de acontecimientos todavía más penosos que ocurrirán si no cambia el status quo: la realidad de la continuada ocupación que se va intensificando en manos del gobierno israelí.

El gobierno israelí ve la ocupación como una condición permanente, estableciendo un obstáculo significativo para acabar con el conflicto en la forma de asentamientos. La construcción en los asentamientos avanza sin descanso, se fundan nuevos enclaves, y los líderes israelíes se niegan a sentarse en la mesa de negociaciones y reconocer las demandas legítimas de los palestinos. La expansión continuada de colonias civiles en los territorios ocupados es un crimen que se exacerba a diario. Es una violación continuada que nos conduce a todos hacia una realidad de apartheid.

La comunidad internacional tiene las llaves para cambiar la posición israelí, alejarla de la ocupación y acercarla a la paz. Tanto durante los periodos de violencia creciente como durante los tiempos en los que parece prevalecer la calma, la misma realidad y desafíos confrontan a la comunidad internacional. Es una realidad que dictan los asentamientos de Cisjordania, acompañada por las carreteras separadas para israelíes y palestinos, por sistemas legales separados, por la grave restricción de movimiento para los palestinos, por la separación entre Gaza y Cisjordania y por el creciente control militar israelí de la población civil palestina.

Más críticas moderadas de la comunidad internacional con motivo de la última oleada de violencia no ayudarán ni a Israel ni a Palestina. Al contrario, moderación y autocontrol ayudan a perpetuar la ocupación e indirectamente contribuyen a asegurar la permanente tensión y violencia, e incluso su aumento.

Solamente la creación de otra realidad internacional puede conducir a un progreso de israelíes y palestinos a la vez. El cambio que se promueve presentando a Israel con un precio substancial a pagar por extender la ocupación y la construcción en los asentamientos, no solo contribuirá a la prevención de ciclos dolorosos de violencia, sino también a una vida más justa para los dos pueblos.

Los veinte países europeos que recientemente han publicado advertencias pidiendo a sus ciudadanos y empresas que no hagan negocios con los asentamientos, han dado un paso importante en la dirección correcta. Se lo agradezco a esos países en tanto que israelí junto con otros muchos ciudadanos de Israel que también están preocupados y muy desesperados tras la parálisis del proceso diplomático y el continuo crecimiento de los asentamientos.

Estas advertencias públicas reconocen y abordan la ilegalidad de los asentamientos; tanto su existencia como obstáculo para la paz como la amenaza que representan para la solución de los dos estados. Indican el camino que la Unión Europea y la comunidad internacional en general deberían seguir para aplicar presión sobre Israel. La respuesta rápida y decisiva de europeos y americanos a la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia es un ejemplo del uso efectivo de las herramientas diplomáticas para una futura presión.

Algunos países europeos que no han publicado esas advertencias tal vez se han abstenido por temor a la contrapresión de Israel y Estados Unidos. Otros países incluso pueden creer que no publicar esas advertencias es un voto de apoyo a Israel y a los ciudadanos israelíes. Pero se equivocan gravemente.

No usar herramientas diplomáticas para ejercer influencia sobre Israel con respecto a los asentamientos, en última instancia hace daño a mi país y contribuye a que Israel se convierta en un estado apartheid. En tanto que ciudadano israelí, pido a esos países que se unan a la mayoría de países de la UE que han decidido desconectarse activamente de los asentamientos.

El futuro del estado de Israel como un estado judío y democrático depende del establecimiento de un estado palestino viable, cuyas fronteras se guíen por la Línea Verde, con canjes de tierra menores y aceptados mutuamente. Por lo tanto es crucial que la comunidad internacional en general y la UE en particular continúen por el camino de la desconexión activa de los asentamientos.

Una presión en aumento sobre Israel para que cese la construcción en los asentamientos, y para que se retire de Cisjordania, puede facilitar una vuelta a la mesa de negociaciones para alcanzar un acuerdo justo y duradero.

Solamente una presión substantiva de la comunidad internacional inducirá a la dirección israelí a cambiar fundamentalmente su posición. Solamente la presión internacional llevará a Israel a hacer lo que es bueno para su futuro, incluso si la dirección actual de mi país todavía no se ha dado cuenta.

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