Primero fueron las señales realizadas de los actos institucionales. No, no hace falta que os molestéis. Ya os damos nosotros la señal y os ahorráis faena. La "faena" se la ahorraban las empresas -en personal y medios técnicos- y los políticos se ahorraban el soponcio de verse en el telediario metiéndose el dedo en la nariz, bostezando o entreteniéndose con internet mientras ponían el correo al día o pinchaban una web porno.
Hubo un tiempo en que las cámaras entraban hasta la cocina en los parlamentos, las diputaciones, los ayuntamientos y se movían a sus anchas por salones y pasillos. Pero eso es ya historia. Cuando los políticos descubrieron que invertir en señal realizada les ponía a salvo de muchas indiscreciones no lo dudaron: cámaras fuera. No os preocupéis, que os damos la cinta, u os decimos desde dónde podáis grabar la señal ¿lo queréis por fibra óptica?, también lo colgamos en nuestra web...
Un día los partidos y otras grandes instituciones empresariales y políticas vieron también clara la rentabilidad de invertir en realizar las señales de mítines, congresos, juntas de accionistas y actos propagandísticos varios. A las cámaras de los medios se les permitiría entrar unos minutitos al principio y al final del acto y el resto del tiempo, a tomar... café o a grabar en un salón adyacente la señal realizada.
Más tarde llegó el "descubrimiento" de las ruedas de prensa sin preguntas: voy, me pongo solemne, suelto mi rollo y aviso que, dada la envergadura del asunto, o simple y llanamente porque no me da la gana, no se admiten preguntas. Comprobaron que los periodistas no solo no se levantaban de sus asientos en ese mismo instante sino que acababan cubriendo la información como si no pasara nada. Gratis y sin réplica. Un chollo. En algún amago de plantón, periodistas que apostaban por irse comprobaban cómo muchos de sus compañeros llamaban a la redacción central para poder hacer lo mismo. Como los jefes les denegaban el permiso, los que apostaban por marcharse al final se quedaban para no estar en inferioridad de condiciones si acababa ocurriendo algo noticiable.
Luego inventaron las declaraciones enlatadas: oye, que tengo unas declaraciones del líder del partido (o del presidente de la empresa) hablando de... Sí, se las hemos grabado nosotros para ganar tiempo. Sí, en calidad profesional, claro. Te las mando por mensajero si quieres. También las hemos colgado en internet ¿quieres que te dé el url?
Solo tenía que transcurrir un poco más de tiempo para que llegara "el más difícil todavía": el plasma. Ya no es que yo te voy a soltar el rollo y tú no vas a poder preguntar, no... es que ni me vas a poder ver físicamente. Te vamos a instalar cómodamente en una habitación cercana a donde se desarrolla el acto y te vamos a colocar una bonita pantalla de plasma con excelente sonido desde donde vas a tener oportunidad de no perderte detalle. Con wifi, agüita fresca y enchufes, pa que no te farte de ná.
Aún así, aunque los plumillas no pudiéramos ver a tan egregios personales en carne mortal durante sus comparecencias, los cámaras siempre podían tomar un mudo. Pues bien, ya se han inventado el mudo editado para evitar a los pobres cámaras el trabajo de tener que darse codazos cuando empieza o termina un acto. Sucedió en Barcelona, el viernes 10 de mayo, durante un encuentro entre Mas y Rajoy. Los medios recibieron unas bonitas imágenes de tan morboso saludo... minutos después de que se produjera y convenientemente editadas.
¿Alguien da más? Todo ese terreno que cedemos los periodistas supone una indiscutible merma de la libertad de expresión, del derecho de los ciudadanos a tener la mejor información posible. Y si los periodistas cedemos terreno la responsabilidad es nuestra. Frente al intento de eludirnos está nuestra obligación de no consentirlo. Frente a sus escaqueos, nuestra tenacidad. Siempre fue así como se construyeron las buenas historias y como el periodismo ganó un prestigio que no podernos permitirnos dilapidar.
Creo que los periodistas tenemos tantos motivos para estar indignados como el que más. O más aún, porque nos dedicamos a contar la indignación de los demás y siempre acabamos "dejando para otro día" el precario e impresentable mundo en el que se mueve nuestro oficio. Alguien nos dijo un día que lo que nos pasa a los periodistas no es noticia, nos lo creímos y yo creo que eso ha herido de muerte el presente y el futuro no solo de quienes nos dedicamos a este oficio sino al oficio mismo.
Creo que no es posible tolerar ya por más tiempo ni las declaraciones enlatadas, ni las señales realizadas ni mucho menos las ruedas de prensa sin preguntas. Para que un medio funcione bien lo tiene que dirigir un periodista, no un gerente, que no se doblegue ante las presiones y que tenga claro lo que siempre han tenido los grandes monstruos de los mejores rotativos: la mejor inversión es una buena historia. Y las buenas historias suelen ser en la mayoría de los casos, lo contrario de lo que al poder le interesa que contemos.
Ahora que estamos en fechas, quizás sería un buen momento para promover un 15-M del periodismo. Digo yo.
Comentarios
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