Otras miradas

El Estado autonómico: ¿Adulto o niñato?

Marta Nebot

Periodista

Marta Nebot

Tengo la sensación de que nuestro estado autonómico sigue siendo un niño. Debe ser que los años de las instituciones son como los de los perros pero al revés. Me explico...

Cuando era niña me dijeron que cada año que cumplía mi cachorro eran como siete de los míos; así que se hacía mayor más rápido. Este estado nuestro, tal y como lo conocemos, digamos que nació el 6 de diciembre de 1978, el día que se votó la Constitución, pariéndolo un poco entre todos los que lo votaron. Es decir, que tiene 42 años de los nuestros, 294 de perro y 6 de institución, o lo que es lo mismo: que sigue siendo muy pequeñito.

Porque tiene que ser eso. Solo se me ocurre algo así para entender que algunos dirigentes autonómicos estén pataleando tanto porque les toca gestionar un momento difícil, porque su tan amada Constitución así lo dice, en su título VIII.  Estas portadas de El Español son la prueba palpable de que algunos presidentes son de clamar y re–clamar.

"Estas noticias de 'El Español' son la prueba palpable de que algunos presidentes son de clamar y re–clamar'.
"Estas noticias de 'El Español' son la prueba palpable de que algunos presidentes son de clamar y re–clamar'.

Como algunos niños ya grandecitos, pareciera que  no asumen que les toca hacerse mayores, que el estado autonómico lo es también cuando el futuro es incierto, que quizás ésta sea la prueba de fuego más inflamable a la que les ha tocado enfrentarse en cuarenta años, desde que llegaron las autonomías para quedarse o no.

Y ese o no algunos lo olvidan. En el inmovilismo ibérico irreductible que habitamos, como agradecimiento infinito a que nos devolvieron lo que era nuestro (la democracia) –como si hubieran tenido alternativa–, se agarran a que si la Constitución es un melón que nadie está dispuesto a abrir para bien, tampoco se abrirá para mal;  y, mientras, Vox se frota las manos.

La incapacidad de las autoridades autonómicas, que creen que presidente es un título honorífico, les da la razón a los que suspiran por la recentralización de la Españaunagrandeylibre. Y el Partido Popular no parece darse cuenta de cómo le está haciendo el juego a su auténtico adversario, bailando el agua a esta peligrosa idea, poniendo en duda al propio sistema autonómico en el que ellos tanto han mandado y mandan.

Apuesto a que en la moción de censura anunciada por la extrema derecha para la vuelta al curso político, se va a cuestionar nuestra organización territorial tanto o más que al Gobierno.

Y sin embargo, también tengo quejas para papá estado, que se niega a señalar a sus hijos malos. No entiendo que la lealtad institucional a la que apela Pedro Sánchez esté reñida con las luces y taquígrafos sobre quién ha cumplido y cumple con las medidas obvias  y quién no, sobre quién sabe ser presidente autónomo y quién solo quiere ser un mandado, sobre quién tiene "miedo a la libertad", que diría Erich Fromm. Que Salvador Illa sea muy educado y protocolario no debería estar reñido con que los ciudadanos tengamos acceso puntual a los datos sobre quiénes cuidan bien de nuestra salud y quiénes no, sobre quiénes pelean con medios y con cabeza por mantener los servicios sanitarios y educativos a la altura del reto que nos espera y quiénes, incomprensiblemente, los mandan nuevamente al colapso.

El número de rastreadores, de médicos de atención primaria, de técnicos de laboratorio, de maestros: las ratios que hacen a los servicios asistenciales o decorativos no pueden ser secretos.

El estado central debería ser el notario del reino. No hacer el avestruz mientras en algunas comunidades se masca de nuevo la tragedia. ¿De qué "lealtad" habla Pedro Sánchez? ¿A quién tiene que ser leal: a las autoridades autonómicas o a los ciudadanos? Su discurso puede interpretarse como aquello de entre bomberos no nos pisamos la manguera. Puede sonar a esta vez te dejo solo con el marrón pero, tranquilo, que si lo haces mal, no me chivo. ¿Alguien duda de que Merkel no informa puntualmente de las medidas que adoptan sus länder alemanes, tan autónomos o más que los nuestros?

No es comprensible que el ministerio de sanidad haya pasado de determinar quién podía o no salir del estado de emergencia, en función de sus medios y de sus medidas, a ni siquiera marcar una ratio de rastreadores y unas listas de quiénes las cumplen y quiénes no. No publicar esos incumplimientos, por no sé qué fidelidades o lealtades mal entendidas, por no sé qué paz interna, o por taparse las vergüenzas propias o ajenas, no es justificable ante una emergencia sanitaria de tal envergadura.

Son los medios de comunicación los que están, como pueden, recopilando la información, que muchas veces depende de fuentes interesadas; cada comunidad autónoma es un mundo que no debería ser insondable nunca y menos en estos momentos cruciales. La transparencia es el medicamento básico para prevenir la mortal desconfianza en las instituciones.

¿Cómo puede velar papá estado por la igualdad de todos los españoles, como manda la sacrosantaConstitución, si hay comunidades preparadas para lo que viene, evitando el mal mayor, y otras que no? ¿Qué nos van a decir después, cuando muramos más en un sitio que en otro:  disfruten lo votado?

Que hablamos de salud pública, señores.  Que hablamos de emergencia sanitaria. Que hablamos de que no podemos permitirnos tonterías de niñatos, cuando está tan claro dónde no pueden faltar manos;  que ha llegado el momento de que este estado se haga adulto, que es mucho más que grande.

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