Diario de un altermundista

Sobre la (no)violencia de las protestas

No es nuevo el debate tanto dentro como fuera de los movimientos sociales que trata sobre los límites de la agresividad o de la violencia de las protestas. La violencia no surge prácticamente en ningún caso de forma premeditada en las protestas sociales. Los grupos que organizan manifestaciones, ocupaciones o campañas no contemplan entre sus métodos, ni tampoco en su filosofía de fondo, el uso de la violencia, aunque quizá exista en algunos casos cierta permisividad con la agresividad. La agresividad es definida como la tendencia a actuar violentamente, así que tampoco sería estratégicamente un sustituto válido a la violencia, aun teniendo en cuenta que en muchos casos la agresividad puede ser percibida como el último escalón al que podemos llegar sin ser violentos. Las acciones de protesta suelen estar trabajosamente organizadas en cuanto a su difusión y aglutinación de discursos y de simpatizantes. Sin embargo, la preparación para actuar en situaciones violentas, como las que se dan en muchas protestas y que suelen estar promovidas pasivamente por las fuerzas de seguridad oficiales, no es la suficiente. Porque ser capaz de  no responder con agresividad a las cargas policiales, requiere que en el imaginario de los movimientos sociales la noviolencia esté asumida como algo intocable e incuestionable.

La noviolencia no nos es enseñada por nadie, sino más bien al contrario. Es por ello por lo que los movimientos sociales que pretendan que sus protestas acaben sin incidentes violentos -que a fin de cuentas echan a perder cualquier mensaje político transformador y deslegitiman la acción en si misma- deben trabajar la noviolencia entre sus miembros. Porque no podemos tolerar que después de la primera huelga general de la crisis actual, hablemos más de los "antisistema" que de la reforma laboral que el Gobierno no tiene la menor intención de retirar.

La noviolencia como método y como filosofía es el camino para ser capaces de no caer ante las provocaciones del sistema. En los altercados del 29-S hubo muy probablemente muchos factores que hicieron que estallara la violencia, y muchos de ellos son responsabilidad del sistema, pero la no preparación concienzuda en acciones noviolentas es la responsabilidad de los movimientos sociales, porque es sabido que las protestas funcionan de este modo y que el éxito de las mismas depende de que no haya nada que interfiera en su mensaje político.

Con todo ello, cabe denunciar la intolerable criminalización de los movimientos sociales que por parte de los de siempre se está produciendo. En los movimientos sociales no existen más que anecdóticamente elementos violentos, que además no forman parte de la organización de las protestas. Pero es cierto que se debe asumir la responsabilidad de que las protestas salgan de principio a fin como se han planeado, sin violencia y con el máximo impacto político y social.

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