Una miniserie británica que malo será que no te guste

Vengo a hablaros de una miniserie británica que ya será mala suerte si no os gusta, porque lo cierto es que lo tiene todo: está basado en el libro homónimo de Sarah Vaughan, guionizado por Melissa James Gibson y David E. Kelley y protagonizado por Sienna Miller y Michelle Dockery (papelón como Mary Crawley en Downtown Abbey).

Se trata de Anatomía de un escándalo, un título bastante descriptivo, ya que la historia gira en torno a una violación cometida en un ascensor por un ministro tory del Parlamento británico (Rupert Friend) contra su ayudante (Naomi Scott) con la que había mantenido una relación. El juicio, en efecto, funciona como un bisturí que disecciona minuto a minuto lo que ocurrió. El "he said, she said" llevado al extremo, ya que no había testigos y él había roto la relación con ella una semana antes.

Pero la serie no se ciñe solo a esto. Entran en juego su mujer (Sienna Miller) y la fiscal del caso (Michelle Dockery). Ambas son vitales para esta historia, tanto para el presente como pasado el pasado del ministro, un tipo privilegiado desde la cuna cuyo mejor amigo desde la universidad no es otro que el actual Primer Ministro. He ahí el escándalo. He ahí también la dificultad añadida para la superviviente.

No esperes la típica serie con un final predecible desde el principio. Esta es una serie que toca el poder a varias escalas y la homoafectividad como eterno salvavidas para ellos, en detrimento de ellas. La eterna sospecha que recae sobre las mujeres, los privilegios visibles e invisibles de los hombres ricos e influyentes. Pero sobre todo, es una serie que analiza el consentimiento femenino, porque consentir es cosa de mujeres, el deseo es monopolio de ellos.

En el imaginario colectivo se entienden las relaciones sexuales heterosexuales como algo entre dos categorías de personas: los que desean y las que consienten. Los sujetos y las objetos. Y cuando en vez de una relación hablamos de una violación, dentro (y fuera) del sistema judicial se sigue esa pauta para dictaminar si un violador merece o no condena. En Anatomía de un escándalo vemos esto traducido en un cuestionario agresivo sobre la víctima: "Pero.... ¿dijo usted la palabra "NO"?. Una muestra muy veraz de cómo funciona la justicia patriarcal allí donde queramos mirar.  Nunca, jamás, se interroga al acusado con simples cuestiones como: "¿Cómo supo que ella lo deseaba tanto como usted?" o "¿Qué pruebas le dio ella a usted?".

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