Subestimar al fascismo

El líder de lal formación La Libertad Avanza, Javier Milei, en el mitin de cierre de campaña de las presidenciales argentinas, en Buenos Aires. E.P./Mariana Nedelcu/SOPA
El líder de lal formación La Libertad Avanza, Javier Milei, en el mitin de cierre de campaña de las presidenciales argentinas, en Buenos Aires. E.P./Mariana Nedelcu/SOPA

Hemos crecido con la idea de que exagerar es casi como matar a alguien. Andamos siempre con miedo de haberle puesto un puntito más de importancia a lo que no lo merecía, especialmente las mujeres, paralizadas doblemente por el género. Ese "no exageremos" mental, ese mensaje de que se puede ser de todo menos exagerada/o. Parece incluso el antónimo de civilizada/o. Y ahí entra también la parálisis de no molestar ni a los fascistas. ¿Cómo le vamos gritar "fascista" a un fascista? Pues menudo caos sería eso. Nada, que no, que no es civilizado. No sería conveniente hacer eso si queremos mantener la paz social, la convivencia, el bienestar. Parece que hay que dejar a los fascistas tranquilos, que hagan sus cositas fascistas en paz, y es más: enseñar a nuestras criaturas que hay que respetar todas las opiniones. Incluso las de aquellos que quieren colgarnos de un muro. Eso es lo civilizado.

Bah, no les prestes atención, ¿qué daño pueden hacer?

Lo que la historia nos ha demostrado no cuenta, porque seguramente esta vez va a ser diferente. ¿Cómo podrían estos pequeños grupos encontrar seguidores en nuestra modernísima sociedad? Después de todo, todos tenemos acceso a la misma información y todos sabemos lo que es bueno y lo que es malo. Y en todas esas reflexiones súper extendidas está el demonio. En ese pensamiento lineal está el éxito de partidos como La Libertad Avanza, partido fascista que disputa la presidencia ahora mismo en Argentina. Ese pensamiento también es el que subestimó a Vox y míranos ahora, no hace falta irse tan lejos.

Mucha gente parece creer que el fascismo empezó con desfiles militares y campos de concentración. También se tiende a creer que, como estamos en la era de la información, los pueblos pueden informarse y no permitir que cualquier majara tome el poder. Vivimos en la era de la información, sí, pero también en la era de la desinformación, de las fake news y las teorías conspirativas (mención especial para la que sostiene que estamos todos muertos desde 2012). Así que, quien piense que vivimos en una sociedad demasiado ilustrada para caer en las garras del fascismo, debería darle otra vuelta al asunto. Toda esta gente de la que hablamos, despistados queriendo o sin querer, inocentes por elección, confiados o simplemente perezosos, los autodenominados "civilizados" y "tolerantes" son el terreno allanado que necesita el fascismo para que todo crezca según lo previsto. ¿Se acuerdan cuando Vox era solo un grupo de tipos subidos a un tabal de verduras gritando a través de un megáfono? Ah, qué tiempos, ¿verdad?

La desinformación es la mejor aliada de estos grupos, que primero son el hazmerreír y luego los que están en el poder jodiéndote la existencia. El poder de la negación puede ser reconfortante y a menudo también se subestima este hecho. Es más fácil y menos costoso pensar que estos grupos son insignificantes y no representan una amenaza real. Y de nuevo le damos una patada a la historia, que ya no puede contarnos de más maneras las consecuencias del fascismo.

¿Y qué ha pasado en Argentina? Ha pasado eso, el fascismo.

Argentina celebró ayer la primera vuelta de sus elecciones generales. Ese vídeo muestra la presentación pública de un proyecto de ley del partido ultraderechista La Libertad Avanza (aquí en España se llama Vox o se llama el ala dura del PP con Ayuso a la cabeza, quien como saben ha alabado sin fisuras a su líder, Milei). Lo presenta Lilia Lemoine, candidata a diputada por La Libertad Avanza. Este tipo de ideas, para mucha gente, serían fáciles de encasillar como puras excentricidades, propias de quien busca atención. Como un troll en internet, vamos, que dice cualquier cosa con tal de generarte un malestar, con tal de que te sientas como él. Sin embargo, subestimar estos movimientos y las propuestas que presentan sencillamente los alzan.

A menudo, da la sensación de que solo somos capaces de verles las fauces al fascismo si se presenta en forma de hombre vestido de militar dando orden de matar. El fascismo, no podemos olvidar, adopta discursos seductores que resuenan con un segmento de la población, como la propuesta de Lemoine sobre la renuncia de la paternidad. Está dirigida a ese votante cuyo perfil destacable no es otro que el de ser un tipo inseguro disfrazado de machito engorilado (una porción de población nada desdeñable aquí y en todos sitios). Esta propuesta es solo un ejemplo de un discurso que, envuelto en un manto de "libertad" y "justicia", encubre ideas que erosionan derechos muy, muy, muy básicos y no solo nuestros, también derechos masculinos, porque las madres son mujeres, pero las criaturas las tenemos de los dos sexos. Pero a esta gente, machistas en general y fascistas en particular, no le importa absolutamente nada la infancia. Su postura contraria al aborto enraíza con su misoginia y el hecho de que las mujeres tengan el control de su propio cuerpo, en ningún caso es porque sufran pensando en un embrión que no va a desarrollarse. Lo que les revuelve las entrañas es que las mujeres, después de follar, después de abrirse de patas, después de ser muy putas, se crean con el derecho de no cargar con las consecuencias de sus actos.

Esa forma perversa y misógina de ver a las mujeres, de entender el concepto "mujer" es lo que los alimenta. Aunque luego no sepan decirte cuál de todas las mujeres que conocen ven claramente en ese papel que tienen montado en la cabeza de "yo follo to lo que pueda, y ya si eso pues aborto y de cañas". En ese "yo follo" que imaginan, pronunciado por una mujer sin rostro, perversa, maligna, retorcida, psicópata está su obsesión. Porque cuando una mujer quiere follar, habla el demonio, cuando un hombre quiere follar, habla la naturaleza misma.

Mientras, en el mundo real, las mujeres luchan día a día por asegurar el cumplimiento de los derechos de sus criaturas, por alimentarlas, quererlas el tiempo que el sistema les permite antes y después de trabajar para enriquecer a otros. En el mundo real, las madres hacen colas en los centros de salud para pedir una cita con la pediatra, hacen las tareas del hogar en mayor medida que sus parejas hombres (en todos los países), cocinan para toda la casa y, aun así, tienen tiempo de escuchar las mierdas que les quieras contar sobre lo último que te ha pasado en la vida. Muchas de las mujeres que abortan son ya madres. Muchas, muchas, abortan dos, tres y cuatro veces, como denunciaba Isabel Díaz Ayuso. Ella decía que porque esto de abortar se lo toman como una fiesta. Normal que ame a Milei y todo lo que representa. Lo cierto es que las hay, muchas mujeres abortan hasta 5 y 6 veces, pero no porque se lo tomen como una fiesta, sino porque no pueden tener tanto hijos como violaciones sufren por parte de sus maridos. No habría dinero en el mundo para eso. Ni cárceles para meterlos a todos.

Lemoine, como fascista que es (fascistas feministas no tenemos, por mucho que algunas políticas aparezcan en algunas manis), propone que los hombres puedan renunciar a la responsabilidad paternal. Añade, si se dan cuenta, que no es justo que tengan que "mantener económicamente" a las criaturas. Esta es la figura paterna que entienden, y ojo, que lo entienden así tanto ella como cualquier otro de su cuerda, lo que ocurre aquí es que han ido tan a calzón sacao que se han pasado de frenada. Al padre se le percibe como el pobre hombre ha sido presionado para follar sin condón y además eyacular dentro de la mujer. Los hombres han sido prácticamente engañados y violados de forma tan sistemática por las mujeres que es necesaria una ley para protegerlos.

Más allá de que es un proyecto de ley basado en los "datos" de su abuela (muy presentes esos datos en el imaginario colectivo, no solo en el de su abuela), viene un segundo peligro: la candidata a diputada deja claro que sería una medida a la que podrían acogerse todos los hombres residentes en Argentina. Fíjense en que la única manera de sortear esto sería yendo a "denunciar una violación" y "tomándose la píldora del día después". Si no has hecho todo eso, date por vendida. Tú y tu criatura.

No podemos permitirnos subestimar al fascismo, ni en sus formas más evidentes ni en sus manifestaciones más sutiles. La historia nos ha enseñado las consecuencias de hacerlo, y sería imperdonable no aprender de ella.  Es el futuro de nuestra sociedad, de nuestras sobrinas, primos, hijas y nietos lo que está en juego.

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