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Little Lady of Flores

ORÍGENES // JOSÉ MARÍA BERMÚDEZ DE CASTRO

Se cumplen tres años de la presentación en sociedad del descubrimiento de un homínido enano en la isla de Flores, en el archipiélago de Indonesia. A todos nos sorprendió la noticia, que se salía del guión del escenario evolutivo reconstruido paso a paso por la comunidad científica para nuestra especie y todos sus ancestros durante años. La antigüedad de los restos arqueológicos encontrados en la cueva de Liang Bua comprendía un lapso de tiempo de entre 38.000 y 13.000 años y se obtuvo un dato de 18.000 años para los fósiles de aquel hobbit de la prehistoria.

El homínido de Flores apenas superaba el metro de estatura, según las estimaciones de sus descubridores, y su cerebro no era mayor que el de un chimpancé. Las características extrañas y únicas de aquellos fósiles justificaban la creación de una nueva especie, Homo floresiensis, cuya interpretación evolutiva resultaba fascinante. El cráneo mejor conservado se consideró como de un individuo femenino de la especie, y no tardaron en bautizarlo como Little Lady of Flores o, simplemente, Flo.

Sorprendidos por el extraño hallazgo, algunos científicos opinaron que se trataba de seres de nuestra especie que padecieron microcefalia, una enfermedad muy poco común, pero frecuente en algunas regiones del sureste asiático. Pero los estudios detallados de los moldes endocraneales de su pequeño cerebro no han encontrado similitudes con los cerebros de los microcéfalos. Los enanos de Flores tampoco encajan en el grupo de los humanos de baja estatura, como los pigmeos, andamaneses o semang. Estos suelen tener entre 130 y 150 centímetros de estatura, pero su cerebro es tan grande como el de cualquier otro ser humano.

Tenemos que aceptar que, como cualquier otra especie del planeta, estamos sujetos a la leyes de la evolución biológica. Hace seguramente muchos miles de años, una población de Homo erectus quedó atrapada en la isla de Flores y sufrió los mismos procesos evolutivos que sus presas, los elefantes enanos del género Stegodon. Las islas, especialmente las más pequeñas, son auténticos laboratorios naturales, donde algunas especies pueden crecer, mientras que otras disminuyen drásticamente su tamaño al carecer de depredadores y disponer de menos recursos para su subsistencia. Los homínidos de Flores disminuyeron proporcionalmente todos sus órganos, incluido el cerebro, aunque conservaron muchas de las capacidades intelectuales adquiridas por sus antepasados.

Si Homo floresiensis desapareció hace tan sólo unos 12.000 años, nuestra especie coexistió con aquellos homínidos durante mucho tiempo. Nos faltó muy poco para haberlos conocido y haber aprendido mucho sobre nosotros mismos.

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