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Determinismo y libertad

EL JUEGO DE LA CIENCIA // CARLO FRABETTI

* Escritor y matemático

El número de octubre de la revista Investigación y Ciencia me ha deparado una doble sorpresa. En la sección Juegos matemáticos hay un artículo de Agustín Rayo, profesor de filosofía en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), titulado "Viajes a través del tiempo", cuya sugestiva entradilla dice: "¿Qué nos enseña la ciencia ficción acerca del determinismo y el libre albedrío?". Como viejo aficionado al género, he leído el artículo con gran interés... para descubrir –primera sorpresa– que, por mucho que ampliemos el concepto de juego matemático, no se entiende cómo ha ido a parar a esa sección una abstrusa disquisición sobre el estatuto

ontológico de las leyes de la naturaleza y su relación con nuestra capacidad de tomar decisiones.

La segunda sorpresa ha sido comprobar que, al igual que algunos teólogos, Rayo intenta convencernos de que la predestinación y el libre albedrío no son incompatibles. Dice textualmente: "Imaginemos lo que bien podría ser falso: que las leyes de la física son deterministas. Imaginemos, en otras palabras, que, dada una descripción completa del estado del universo en un cierto momento, las leyes nos permiten deducir una descripción completa del estado del universo en cualquier momento posterior. ¿Sería esto incompatible con el libre albedrío? De acuerdo con una cierta manera de entender las leyes naturales –la manera que a mí me parece correcta–, la respuesta es ciertamente no. Las leyes nos dicen cómo va a desarrollarse el mundo, de hecho, a través del tiempo. Pero no nos dicen que el mundo tiene que desarrollarse de esa manera". (La cursiva es del autor).

Cabría pensar que lo que Rayo quiere decir es que no podemos tener la seguridad de que las leyes de la naturaleza sean infalibles e inmutables (lo cual es cierto), y que al anticipar "cómo va a desarrollarse el mundo" podrían equivocarse; pero no es eso lo que dice. Y, en cualquier caso, si las leyes de la naturaleza fueran realmente deterministas (ahora la cursiva es mía), no habría, por definición, desviación posible de la pauta marcada por dichas leyes. ¿Y en qué consistiría la libertad si no pudiéramos desviarnos ni un ápice de una pauta preestablecida? En algunos momentos, Rayo parece identificar (al igual que Goethe en una de sus fábulas) el libre albedrío con la sensación subjetiva de ser libre. Y otras veces se diría que el autor, sencillamente, está jugando con las palabras; lo cual, después de todo, podría explicar la presencia de su artículo en la sección.

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