Laura Fernández (@EnDeconstruxion) es "una chica blanca normal y corriente" que ha decidido publicar una serie de artículos en los que narra su proceso de deconstrucción blanca. "De la autocrítica comienza el verdadero aprendizaje, ¡empecemos el viaje!".
Siempre han dicho eso de "el racismo se cura viajando". Por mi parte, dos cosas que decir: Trump ha viajado mucho y nunca se deja de ser racista.
A parte, mira si viaja RENFE, y ojo a lo que pasó.
Por cierto: ¡ ninguna agresión racista sin respuesta !
Pero esto lo iremos desgranando en siguientes artículos. De momento, os quiero contar el comienzo del viaje de deconstrucción blanca en el que estoy sumergida, esperando que aporte nociones para que algunas personas puedan sentirse preparadas para comenzar esta expedición conmigo.
Aviso: No voy a hablar de la otredad, de ellas, ellos, elles... Demasiado extractivismo se ha hecho de sus vidas, experiencias, etc. Se ha hipotetizado sobre sus miedos y se ha estado condenando y lanzando los hechos y la narrativa desde el otro lado. Yo, aquí, hablo desde la interpelación a lo blanco.
Todo comenzó hace algo más de un año cuando me encontré en unas prácticas de mi máster con una persona racializada que llevaba tiempo en la lucha antirracista. Ella fue la primera en hacerme sentir un dolor extraño por dentro, que en ese entonces no entendía. Más adelante descubrí que se trataba de mi ego blanco. Sin duda, el paso más grande para cualquier deconstrucción es acallar el ego construido social y culturalmente durante todo lo que lleves viviendo, da igual dónde, da igual cómo...
Ese dolor te hace inventar ciertos razonamientos que potencialmente violentan mucho al resto, cosas que pensamos para sentirnos mejor, como que no somos racistas, que tener amistades, pareja, gente conocida o familia racializada nos exime de la autocrítica, o como que la intención es más importante que los hechos (cuidado con las buenas intenciones).
Lo más importante es estar alerta. Además, siento comunicar que nadie tiene porqué decirte cómo trabajar tu blanquitud. Por supuesto, pedir ayuda es una opción, pero es un camino que se debe hacer en solitario, investigando, debatiendo con gente cercana (con respeto y autocrítica), leyendo y contrastando, pero lo más importante de todo: escuchando.
No vas a preguntar a alguien que está en un proceso de entender su dolor y luchando por cerrar heridas, qué tienes que hacer tú (persona que le duele, persona opresora) para ayudarle.
La cuestión que creo que hay que tener más en cuenta, casi como un mantra, es que las personas oprimidas por cualquier estructura social son aquellas que deben liderar sus luchas. Como personas aliadas debemos de tener en cuenta esto, escuchar muy de cerca, pero nunca tomar las riendas de la lucha. Por una razón muy simple: no vivimos esas opresiones. Por mucho que queramos, no podemos saber cómo se sienten, y por mucho que empaticemos, nunca sabremos qué es lo mejor para la lucha.
Así que debemos aprender a estar detrás, escuchando de cerca-no preguntando- qué necesitan de nosotras. Por ahora yo iría olvidándome del pensamiento este de que "el racismo es insultar a alguien por la calle". Esto, entre otras cosas, sucede por el imaginario colectivo y la historia que nos dicen que "España es blanca" y cuando vemos una racialización, unos fenotipos que no cuadran necesariamente con el contexto: son negativos y deben ser rechazados. Pero esta es solamente la forma más visible de racismo. Si has leído hasta aquí probablemente estés, al menos, familiarizado con esto. En el próximo artículo hablaré más a fondo sobre temas como el racismo estructural, racismo institucional, mencionaré referentes y citaré bibliografía necesaria para comenzar.
De momento, como el racismo cotidiano también tiene muchos entresijos y cuestiones invisibles o, mejor dicho, invisibilizadas, aquí comparto, para no ser yo quién lo cuente, un vídeo muy interesante sobre microracismos de Desirée Bela-Lobedde, activista antirracista y autora del maravilloso libro ‘Ser mujer negra en España’ (PLAN B, 2018). Ya os hablaré de más referentes, pero ella es una.
Aprovecho también para recomendar la mejor función de teatro antirracista de Madrid. La actriz, que llena el escenario, te hace reír, llorar y replantearte muchas cosas en solo segundos: Silvia Albert Sopale con ‘No es país para negras’.
Es importante para mí añadir que esto no requiere de un premio, una felicitación, ni siquiera una mirada de logro por parte de otras personas. Esto es lo que debo hacer. Y lo hago sin pretensión o ganancia. Y desde el conocimiento de que plantearnos esto está dentro del privilegio (para el sujeto oprimido luchar es necesidad). Esto solo ha empezado. El cómo, ya lo iremos viendo...
Comentarios
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