A principios de abril me contaba una amiga que tenían un problema en su edificio. Uno de los pisos se había puesto en contacto con la presidenta de la comunidad solicitando ayuda porque tenían una infestación de chinches. El piso está alquilado por manteros que trabajan con ropa y productos de tela y tienen muchas idas y venidas de inquilinos. El debate de la comunidad se llenó en un primer momento de racismo y prejuicios. Pero la presidenta cortó en seco esa deriva y aclaró que había una plaga de chinches de Madrid y que nadie estaba exento de sufrir una infestación.
Mientras hablaba con mi amiga me surgió la pregunta de si unas picaduras que yo tenía en piernas y brazos desde hacía algunos días no serían de chinches. Pero era imposible, solo tenía picaduras yo mientras que mi pareja, que duerme conmigo en la misma cama, no. Mis picaduras tenían que ser de otra cosa. Además, ¿cómo iba a tener chinches yo?
Tardé un mes en mirar en Internet si las chinches pueden picar solo a una persona. Descubrí que sí, normalmente eligen solo a una persona. De hecho son capaces de seguir a su presa por toda la casa. Horror. Analicé la cama, el colchón, las almohadas, de noche y de día. Nada, solo algunas manchas oscuras indeterminadas. Pero las picaduras seguían apareciendo. Así que le pedí a mi amiga consejo: Creo que tengo chiches, ¿qué debo hacer? Me dio el teléfono de una empresa antiplagas que por unos 250 euros fumigaba tantas veces como fuera necesario. Llamé y hablé con David. "Mándame unas fotos de las manchas negras. Sí, son chinches." Horror.
Las instrucciones fueron lavar toda la ropa a 60 grados y meterla en bolsas de plástico aislada. Vinieron a fumigar, y la persona encargada de la tarea nos advirtió que deberíamos haber tirado por lo menos el colchón y posiblemente el somier. Horror.
La primera fumigación no surtió efecto y a la semana ya éramos capaces de ver los bichos que estaban por toda la casa. Las picaduras empezaron a darme alergia y me levantaba con ronchas por todo el cuerpo. Tuvimos que tirar todas las camas, los sofás, los sillones y las alfombras. Durante más de dos meses vivimos angustiados, con la ropa metida en bolsas y sin muebles, durmiendo sobre unas colchonetas en el suelo. Toda la ropa que usábamos las lavábamos a 60 grados cada día. Las sábanas también, y salían llenas de manchitas negras que eran las chinches que habían explotado durante el lavado. Fue un calvario.
En la búsqueda de remedios efectivos aprendí que el alcohol isopropílico, que funciona muy bien, solo se puede comprar online. Los insecticidas, aunque sean específicos de chinches, no funcionan demasiado bien, desde luego no acaban con la invasión. Intenté el vinagre con bicarbonato también pero no tengo la impresión de que diera un gran resultado. También compramos una vaporeta para luego descubrir que tampoco sirve para mucho. La tercera fumigación fue determinante en nuestro caso, pero la casa ya estaba vacía cuando tuvo lugar. Mi consejo si crees que tienes chinches es que actúes cuanto antes y tires el colchón y posiblemente también el somier. Si vives en Madrid, la mejor forma de ponerte en contacto con SELUR es por twitter, mandas un mensaje a Línea Madrid y ahí te dicen lo que tienes que hacer, es rapidísimo. Y si te lo puedes permitir, fumiga.
Durante estos meses terribles, conocí a muchísimas personas que habían tenido o estaban teniendo chinches. El responsable del SELUR que vino a mi casa llegaba de hacer tres recogidas en el barrio de Salamanca, uno de los más acomodados del centro de Madrid. Ahora mismo hay plaga de chinches en muchas ciudades de España y en ellas, ningún barrio se libra y, por ende, ninguna clase social. Entran en tu casa por las maletas, los bolsos y los abrigos. Y no siempre se quedan, pero una vez que se empiezan a hacer fuertes, se expanden a la velocidad del rayo. Y nota importante: siempre hubo chinches en las ciudades españolas, igual que cucarachas y ratas. Nadie las ha traído de fuera como me sugirió una fumigadora con la que hablé, indicando que era una plaga nueva resultado de la migración irregular. De modo que es importante romper los estereotipos y el racismo que se asocia al fenómeno. Si que es verdad que las personas con recursos económicos pueden luchar contra ellas con mayor agilidad, es todo cuestión de dinero que te permita cambiar tus muebles, irte de tu casa unos días, fumigar varias veces. Como suele pasar con las desgracias, las chinches las podemos tener todas, pero algunas personas tendrán muchos más problemas para librarse de ellas que otras.
Comentarios
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