La avalancha ahora va de España a Marruecos

masacre Melilla
Protesta en Madrid por la masacre en Melilla tras el intento de salto de valla del 24 de junio. Diana Moreno

Vanesa Martín Gallego (@Van_Martn)

  • Seguimos tratando a las personas desde la culpa: la culpa de ser pobres, de ser migrantes, de ser negras
  • La responsabilidad recae sobre las personas en tránsito y no sobre los ejecutores de la violencia, amparada por los Estados

Este sábado 9 de julio se celebra la fiesta del cordero, una de las fiestas más importantes de la comunidad musulmana. Miles de personas procedentes de toda Europa regresan a Marruecos para celebrar esta fiesta con sus familiares y amigos más cercanos. Son ya varios años en los que la mayoría de estas personas no han podido regresar debido a la pandemia.

Marruecos ha sido uno de los países más estrictos a la hora de cerrar su frontera debido a la pandemia. Las colas de coches en la frontera de Ceuta se amontonaron estos días con esperas de una media de siete horas. Bajo el calor apenas hay unos pocos baños y las personas han de armarse de paciencia para que llegue su turno y poder cruzar en este paso por Ceuta muy cercano al puerto del Tarajal. Esa frontera que, para otras miles de personas, ha resultado mortal.

La infinita impunidad de masacrar en Melilla

Muy diferente es esta situación a la que pasaron las personas que hace poco más de una semana trataron de cruzar la frontera en el sentido inverso. La masacre de Melilla se ha cobrado la vida de numerosas víctimas, que se enmarcan entre 23 muertes oficializadas por parte de Marruecos y al menos 37 por parte de las organizaciones que trabajan en Melilla. Además, el número de heridos no está claro y hay algunos de ellos muy graves, de los que no se tienen noticias a día de hoy. En realidad, no son muertes, son asesinatos, como relata la diputada Maria Dantas en este vídeo donde enumera las violaciones de derechos sistemáticas que tuvieron lugar durante el suceso y en las horas posteriores.

Cuando esta tragedia ocurrió eran ya varios días en los que la gendarmería marroquí quemaba sistemáticamente los campamentos donde estas personas malvivían. También les robaban sus enseres personales y el poco dinero que tenían. Esta práctica es bien conocida en la zona, se llama boumla y la gendarmería marroquí la utiliza para obligar a la personas a dispersarse y moverse hacia el sur del país.

Esta vez tuvo otro efecto. Las personas colectivamente se armaron de valentía y decidieron intentarlo juntas. Sólo 133 lograron pasar. La mayoría no lo consiguieron. Durante más de cinco horas se abandonó a personas que se estaban asfixiando y los cuerpos vivos y muertos se amontonaron en el suelo. En algunas imágenes se puede ver como la gendarmería marroquí les golpeaba en el suelo, esposados, completamente vulnerables. Violencia gratuita.

Llevo años trabajando en migraciones y narrativas. Seguimos tratando a las personas desde la culpa. La culpa de ser pobres. La culpa de ser migrantes. La culpa de ser negras. Esta vez la responsabilidad recae sobre las personas en tránsito y no sobre los ejecutores de la violencia, violencia amparada por los Estados. Esto permite que salga a hablar nuestro presidente defendiendo a las fuerzas de seguridad. Y de ahí, seguir viviendo, comiendo, duchandose, educando a sus hijas sobre el bien y el mal.

Me pregunto cómo sería si esta tragedia hubiera sucedido en los Pirineos y tuviéramos a madres llorando a sus hijas.  A todo el país de luto conmocionado buscando justicia.

Las imágenes de los cuerpo amontonados me remontan a esas imágenes de los campos de concentración nazi del museo del Holocausto. Al lado de mensajes de repudio y condolencias. La despersonalización de los judíos en la Alemania nazi fue uno de los grandes logros del nazismo. Qué fácil es caer en los mismos errores.

Unas personas cruzan en coche para ver a sus familiares. Otras vienen a pie, desde muy lejos, apenas tienen unos palos que les sirven para pertrecharse en esa valla de la muerte. Poner toda su energía, ilusión, agilidad y darlo todo en el salto donde tienen la oportunidad de llegar y, quizá, ¿estar a salvo?