Quiero recordar ahora cómo Ciudadanos se hizo acompañar de VOX en su viaje infame a Altsasu en su recuperación de una idea de ETA que necesitan para movilizar a los nostálgicos del terrorismo. Y cómo la inmensa mayoría de los medios de comunicación llamaron radicales justo a los que les plantaron cara.
No oí entonces a los que ahora culpan al feminismo de la subida de la ultraderecha.
Quiero recordar cuando, el pasado mes de octubre, Aznar dijo que Santiago Abascal era "un chico lleno de cualidades", y todas las veces que en esta campaña de las Elecciones andaluzas Pablo Casado ha demonizado la inmigración.
No oí entonces a los que ahora culpan al feminismo de la subida de la ultraderecha.
Quiero recordar cuando Borrell protagonizó, en octubre del año pasado, la marea de banderas españolas convocadas en Barcelona por la muy dudosa Societat Civil Catalana, PP, Ciudadanos, ciertos sectores de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y la ultraderecha, y con ello la blanqueó y situó al PSOE como aval de la legitimidad de los ultras.
No oí entonces a los que ahora culpan al feminismo de la subida de la ultraderecha.
Eso sí, ahora claman que el feminismo distrae la "lucha obrera". Y junto a ellos hay quienes responsabilizan al empeño del Gobierno de Sánchez por la recuperación de la Memoria Histórica y la exhumación de la momia del criminal, y responsabilizan también a la lucha del pueblo catalán, que está en su derecho de votar independencia o todo lo contrario. Y, a propósito, tampoco los he oído manifestarse contra el insoportable encarcelamiento de políticos y activistas en Catalunya.
"El feminismo es necesario, pero...", leo desde ayer domingo por la noche. Que vendría a ser parecido al "no soy homófobo, pero..." o "no soy racista, pero...". No, hijos, no. El feminismo es la pelea que no han llevado aquellos que por los visto sí pertenecen a "la lucha obrera", la lucha para que las mujeres tengamos los mismos derechos que los hombres. Culpar al feminismo, insinuar que más le valdría echarse a un lado, viene a ser criminalizar la lucha por los derechos humanos. Y más les vale mirarnos bien, porque el feminismo, que sólo puede ser extremo, radical, será el que plante cara a los bárbaros. Si no, al tiempo.
Sorprendentemente, quienes sí parecen conscientes de la potencia transformadora del feminismo son los de la extrema derecha, que han eliminado de entre sus demonios a la izquierda "radical" para sustituirla por las mujeres.
Qué desastre, compañeros.
Comentarios
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